Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Pipa Gutiérrez, uno de los refuerzos de Pepe Sánchez para Bahía Basket y el Dow Center

Nativo de 9 de Julio y ciudadano de Buenos Aires, a los 38 años el ex jugador se instaló en la ciudad. Hoy acompaña a la cabeza de la organización. "Acá te sorprendés todos los días", aseguró.

Juan Gutiérrez en el Dow Center, un lugar que le cambió la vida. Fotos: Emmanuel Briane y archivo-La Nueva.

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

(Ampliación de la nota publicada en la edición impresa)

 

   Con sus 2m06 transita por el largo pasillo que tiene a un lado las habitaciones del hotel que funciona en el primer piso del Dow Center y al otro las oficinas con vista a la cancha.

   Se nota que no es uno de los tantos chicos de Bahía Basket. Aunque no se alcanza a ver bien quién es, tiene pinta de ex jugador. Con paso cansino, de repente se detiene frente a una mesita con un tablero de ajedrez. Enrosca sus largas piernas para poder sentarse en la silla.

   Su figura sobresale. Queda cara a cara con un chico que, si bien será su rival, la situación devuelve una imagen paternal.

   Desde abajo, en el amplio parqué, varios de los veteranos que esperan su turno para jugar un picado al básquet dudan si es él, hasta que lo confirman con alguno más informado.

   Y surge la pregunta generalizada: “¿Qué hace acá el Pipa Gutiérrez?”.

   “Ese fue literalmente mi primer día mudado acá en Bahía. Me acuerdo porque fue una situación espectacular: este es un lugar tan especial que pasé caminando por ahí y Nico Muhvic, un chico peruano que estaba haciendo el proceso de academia y que no me conocía de nada, me preguntó: '¿quiéres jugar?'. Y me senté con él”.

   Pasaron casi cuatro meses de aquel día cero y Pipa ya se maneja en el Dow como en su casa, que literalmente lo fue durante un tiempo, hasta que se instaló en un departamento.

   —¿A qué viniste a Bahía?

   —Buena pregunta, es más bien filosófica que puramente laboral, je. La realidad es que vine a Bahía a trabajar y ser parte de algo que tuviera que ver con mi propósito. Más allá de lo que venía haciendo (representar jugadores), una de las cosas que me hacía falta era el trabajo en equipo. Trabajando como agente o representante uno tiene clientes y una relación espectacular con esa gente, pero el trabajo suele ser bastante solitario. Además, el Dow Center es un lugar que tiene que ver conmigo y lo que se hace en el día a día. Está todo bastante alineado.

   —Visitabas bastante el Dow y sabías dónde venías. Una vez instalado, ¿fuiste descubriendo más cosas de las que habías visto?

   —Sí, acá te sorprendés todos los días. Es verdad que estaba cerca de este lugar porque me gustaba venir, la pasaba bien y sentía que cuando me iba me llevaba algo, pero ahora que descubrí el día a día, el ritmo que tiene, lo mucho que está relacionado con trabajar y con ser productivo pero en el mientras tanto disfrutarlo, me parece fascinante. Más allá de que parezca una frase de sobrecito de azúcar, sí es verdad que acá se saca la mejor versión de la gente.

   —¿En qué sentido?

   —Siento que desde que estoy acá me encuentro en una muy buena versión de mí mismo. Me pasó de ir a Buenos Aires, y no es chamullo, que mis amigos me dijeran “estás radiante”.

   —En el Dow Center se trabaja en el desarrollo de personas y deportistas, sin priorizar, en el caso de Bahía Basket, el resultado de los partidos. ¿Qué encierra la preparación que los hace sentir tan bien por encima de ganar o perder?

   —Voy a enfocarlo desde mi perspectiva: para mí el éxito en el deporte es que crezca la actividad. No es ganar trofeos, copas, medallas o plata. En este caso, me gustaría que más chicos y chicas jueguen al básquet.

   —Esa es una mirada macro. ¿Cómo lo vinculás con el mundo Dow Center y Bahía Basket?

   —El Dow Center y Bahía Basket es nuestro vehículo para apostar a eso, entre tantas otras cosas. Acá nuestro lema es que transformamos a las personas a su mejor versión y tratamos de impactar en sus vidas de manera sana y positiva. Y eso, también, ampliando la base de jugadores, desde un lugar recontra sano, positivo y disfrutable. Creo que eso, te lo linkeo con la respuesta anterior, es lo que mis amigos ven en mi cara cuando nos encontramos.

   —¿Qué te dijo Pepe que vio en vos para tenerte a su lado?

   —Una de las motivaciones más lindas que tuve cuando se dio la posibilidad de venir fue que Pepe me transmitió que cree que encajo con este lugar, y yo pienso lo mismo. En los vínculos es una de las cosas en que más puedo aportar, dentro del Dow Center entre las personas que trabajan acá, como también a relacionar el Dow con el entorno más cercano: clubes locales y del resto del país.

   —¿Cuánto le interesa a Bahía Basket estar cerca del resto de los clubes?

   —La realidad es que a Bahía Basket y el Dow Center le interesa muchísimo generar esa relación. Sé que es genuino el intento de Pepe de que todo lo que ocurre acá adentro impacte de manera positiva en el resto de la sociedad. Entonces, esa apertura existe y sería fantástico si yo pudiera ser un vehículo.

   —¿Cuál es tu función puntualmente?

   —Dentro de los cambios estructurales que se están llevando en la organización, mi parte sería “responsable del área básquet para el Dow Center”, entiéndase como el primer equipo, la relación que tienen los guías con los jugadores y la competencia, la escuela de básquet social y la academia, es decir, todo lo relacionado con básquet dentro de las tantas otras cosas que suceden dentro del Dow. Acá es un ecosistema, un submundo; pasa de todo.

   —¿En qué porcentaje Pepe Sánchez te dio la responsabilidad de estar al frente del básquet en el Dow Center?

   —En un grado importante en todo lo que tiene que ver con básquet. Si el Dow es un centro de alto rendimiento que estudia y aplica ciencias y tecnologías al deporte y al bienestar, no conozco a nadie que lo personifique mejor que Pepe. Mi llegada, en lo que suma, es en descomprimir a Pepe de un montón de tiempo y responsabilidades, precisamente para que siga desarrollando lo que hace tan bien: explorar el mundo, encontrar cuáles son las mejores tecnologías para aplicar acá en el día a día, traerlas, contarlas y guiarnos en este proceso. Ejemplo, la semana pasada hicimos un vivo con Lea Bolmaro y Jorge Dotto por la genética aplicada al deporte; también, tenemos vínculos con López Rosetti por la medicina y el estrés... Bueno, en el último viaje trajo un equipito de luces para hacer terapia cognitiva aplicada al deporte. Es realmente fascinante todo lo que nos aporta, y suma muchísimo a partir de su curiosidad e investigación.

   —Y vos serías el responsable de transmitirlo y que se aplique todo en el día a día cuando él está ausente.

   —Exactamente. Después, cada uno es una persona y hasta en algún momento tengamos diferencias de criterios respecto de lo que haya que llevar adelante en el área básquet, pero es sano tenerlas y explorarlas.

   —¿Hasta qué punto Pepe accede a aceptar otra mirada? ¿Es parte de la construcción?

   —Sí, totalmente. Pepe es de confiar en las personas y darte la oportunidad. Yo recién estoy en la transición del período de aprendizaje o inducción a empezar a tomar decisiones. Y se irá viendo con el correr de los meses.

   —¿Te alineaste por convencimiento de lo que busca Bahía Basket?

   —La realidad es que no deja de ser algo diferente a lo que conocemos la mayoría de nosotros. Entonces, a veces es un trabajo desaprender lo que uno conoce o hizo hasta acá y desarrollar algo completamente nuevo. En lo que es la línea general de lo que busca Bahía Basket, me siento completamente alineado. Está buenísimo trabajar y formar chicos desde una perspectiva que no tenga nada que ver con perder y ganar partidos, más allá que ganar y perder nos afecta a todos, porque es imposible sacarnos de encima lo que aprendimos hasta acá. Los objetivos generales los tenemos todos bastante alineados y por eso tomé la decisión de dejar todo lo que hacía en Buenos Aires y venirme para acá.

   —¿En tu época de representante ya comulgabas con el proyecto?

   —La realidad que toda mi carrera, y en esto creo que estamos muy en línea con lo que pasa en el Dow Center, la apunté al disfrute, a tratar de estar bien; donde iba a jugar poder sentirme feliz para tratar de rendir o pasarla bien, independientemente si las situaciones económicas o sociales de cada lugar eran las mejores. Y eso traté de transmitir como agente, guiando a mis clientes durante la carrera.

   —¿Cómo evaluás el presente de Bahía Basket desde lo competitivo?

   —Lo veo bien. Tenemos un equipo claramente competitivo. Hemos sacado muy buenas versiones y, también, pasamos momentos de rendir muy por debajo de nuestra capacidad. Creo que esos altibajos precisamente son lo más normal del mundo cuando tenés un equipo integrado en su mayoría por chicos. Los altibajos son emocionales y quizá nuestro trabajo sea estabilizarlos desde ese lugar. Por eso, buscaremos sumar algo de experiencia y talento, sin salirnos demasiado de nuestro camino. Aunque parezca contradictorio, la idea es apuntalar lo que hacemos. Es una fórmula que en el pasado funcionó, con Pancho Jasen o el mismo Jamaal Levy.

   —¿Es apuntalar y descomprimir a los más jóvenes?

   —Claro. Para mí ayudará a guiar y estabilizar las emociones. Bahía Basket ni loco va a traer un jugador que rompa el mercado ni rompa nuestro sistema de equipo. La idea no es sacarle responsabilidad al chico, sino enseñar esa responsabilidad.

   —¿El ganar o perder qué influencia tiene para ustedes en el desarrollo individual?

   —Dentro de parámetros normales le afecta a todo el mundo. Nosotros, como siempre, lo que buscamos a través de ganar o perder es que sume al proceso de largo plazo. Ejemplo, ahora nos vamos a marcar un próximo objetivo para los siete partidos que restan del básquetbol local: intentar ganar al menos cuatro para ver si podemos meternos en playoffs. Pero nosotros lo pensamos más desde el lado didáctico que significa para el chico, jugar un playoffs del torneo local, una experiencia ultra enriquecedora para cualquier jugador. Y ni siquiera tiene que ver con evitar el estrés del descenso, eso ya ocurrió y no pasó nada. Al día siguiente el equipo estaba entrenando como siempre.

   —¿Ya tienen visto algún refuerzo? No creo que sea sencilla la elección por el molde que tienen.

   —No es una tarea sencilla, y tampoco comunicarle a los posibles interesados qué hacemos con el día a día para ver si se adaptan o no. Obviamente, analizamos un montón de variables; estamos observando, inclusive, sumar talento joven de Liga Nacional, o talento bahiense, que acá sobra. O, quizá, algún extranjero en proceso de formación, al cual le podemos aportar tanto como él a nosotros. No nos ponemos un horizonte temporario, ni siquiera sentimos la obligación de que suceda, pero estamos evaluando la posibilidad.

   —¿Hay una cantidad específica?

   —No, lo que sí sería lo mínimo e indispensable para no alterar el proceso que venimos desarrollando, el cual no consideramos que esté fallando. De ninguna manera la idea es pegar volantazos, todo lo contrario.

   —¿Considerás que hoy para ser un jugador completo ya no alcanza solo con meter la pelotita?

   —Estoy completamente de acuerdo. De hecho, estamos asistiendo a una nueva generación de jugadores y personas que buscan el deporte como método de expresión corporal, de disfrutar. Los atletas que pasan por acá, chicos y chicas, están tratando de vivir una experiencia más integral de lo que es meter o errar la pelota en el aro, pero después descansar como un profesional, hidratarse, aprender lo que es la vida fuera de la cancha y todo eso lo abarcamos con la academia, tratando que sea una experiencia integral para todos; que el básquet sea solo el vehículo o la excusa.

   —¿Los chicos que hoy están compitiendo en Bahía Basket aceleraron el proceso y de alguna manera quedaron más expuestos en cuanto a resultados?

   —Me parece que todo lo que pasó en los años anteriores fue lo que terminó moldeando lo que es hoy Bahía Basket: algo más cercano a una academia que a un club competitivo. Independientemente de los nombres, lo mejor que tiene es que van a seguir ligados siempre a nosotros. De hecho, termina la temporada y vienen a entrenar Martín Fernández y Maxi Fjellerup, entre otros, entonces, deja de ser un club para que todos los que pasaron busquen esa versión. Los nombres anteriores ayudaron a moldear todo el método que hoy se lleva adelante. Es verdad que los resultados habrá quien los tenga más o menos en cuenta, pero nosotros estamos muy contentos con el método desarrollado.

   —Está claro que el resultado no es el fin para ustedes. ¿Qué valor se le da a la competencia que afrontan, en este caso torneo local y Liga Argentina?

   —Lo que generalmente se hace al final de temporada es ver si la competencia refleja lo que estamos haciendo en el día a día. Como siempre dice Pepe “el juego manda”. Se asumirá si el juego nos pone en Liga Nacional o Liga Argentina. Después, si la competencia que estemos utilizando como vehículo es mejor o peor, tendremos que aprovecharlo. Por ejemplo, el torneo local de Bahía para nosotros es importantísimo, porque hay un nivel altísimo de jugadores, de competencia y de estresores para que los chicos vayan aprendiendo lo que viene por delante.

   —Estás bastante conectado con Bahía Blanca. ¿Qué te pareció lo que viste?

   —Está todo dentro de lo que me esperaba. Obviamente lo estoy disfrutando muchísimo y, sin caer en venta de humo, para nada, me gusta muchísimo lo que ocurre con el básquet en Bahía Blanca.

   —¿Qué puntualmente?

   —Me gusta que el básquet sea el idioma en común, el punto de encuentro para un montón de gente; me gusta que los partidos entre 9 de Julio y Pacífico, por citar uno, sean acalorados; me gusta que los amigos cuando terminan de trabajar, quieren moverse y tomar una cerveza lo hagan alrededor de una cancha de básquet; me encanta ver todas las tardes el Dow Center lleno de gente jugando al básquet... Me vuelve loco eso, me hace muy feliz. Otra cosa que me gustaría es que cada vez más chicas jueguen al básquet y que las selecciones de Bahía entrenen acá, acercando el deporte a las chicas y el Dow Center a la comunidad.

   —¿Te desgasta tener que explicar lo que se hace en Bahía Basket?

   —Para nada, todo lo contrario. Cuando me voy de Bahía cuento con fascinación lo que pasa acá. Está bueno contar lo que a uno le gusta, disfruta y, con orgullo, lo que hace.

   —¿Cuánto pueden sumar lugares como el Dow, que excede la estructura tradicional en argentina, tanto para el básquetbol como para el deporte en general?

   —Muchísimo. La infraestructura es un gran déficit que tenemos a nivel país y en el básquet específicamente. El hecho de que exista el Dow Center inspira a un montón de gente y que quiere replicarlo en su club u organización, o construir espacios parecidos, lo sé porque recibí muchos llamados en los últimos meses. Está buenísimo, porque tiene espacio el que quiere jugar un ratito al básquet, y ayuda un montón a conectar con las nuevas generaciones, una de las cosas que mejor hace Pepe, entenderlas y conectar con ellas. Si no lo hacemos, creo que vamos en una línea complicada.

   —¿En qué te identificás con Pepe?

   —No es la idea comparar, pero me gusta muchísimo como él está un poco alejado del juicio de lo que está bien y está mal, enfocándose en tratar de interpretar de cómo las cosas ocurren y de qué manera adaptarnos. Es muy valioso y una filosofía muy copada, que me gustaría aprender y llevar adelante en mi vida.

   —¿En algo piensan diferente sin generar enfrentamiento?

   —Por ahora no hemos tenido grandes disensos. Aunque es verdad que llevo poco tiempo acá.

   —No te animaste todavía, je.

   —También, je. No, es mentira eso. Creo que es cuestión de tiempo. Seguramente tendremos disensos, como en todos los casos y ahí lo que está bueno es encontrar el puente de conexión entre un criterio y el otro. Eso me parece que es lo que nos permite crecer a todos.

   —¿Ya superaste la etapa de deslumbrarte con todo lo que ves?

   —Te diría que está terminando esa etapa. Ahora estamos en plena fase de gestionar todo lo que está ocurriendo y más que se viene un 2022 recontra picante. Y ya me siento un local más y uno más del equipo trabajo del Dow Center y de la familia.

   —¿Te vas sintiendo local en la ciudad? 

   —Me siento local porque soy así, confianzudo. Me abrís la puerta y me meto. Fui jugador de básquet y eso en Bahía Blanca tiene mucho valor para que todo el que te recibe te de la mano. Después, obviamente, como me ha pasado en el Casanova, alguno me chiflará o me dirá alguna palabrita, pero es parte de la vida, je.

   —¿Varía la mirada que tiene de Bahía Blanca el Juan Gutiérrez nativo de 9 de Julio con la del Pipa, que viene de vivir muchos años en Buenos Aires?

   —Puedo aportar desde las dos miradas. La realidad es que me siento muy contento en Bahía. Me gusta la ciudad, la gente me dio la bienvenida y descubrí lugares espectaculares donde comer, los mejores atardeceres que recuerde y estoy muy a gusto con las distancias y la cantidad de gente que hay en todos lados. Este cambio de ciudad me agarra en un momento justo en el que, si bien amo a Buenos Aires, por momentos se torna cansadora. Todavía tengo todo por conocer de Bahía: los clubes, su gente, algo que me fascina de Bahía, y también los alrededores de la ciudad, como Sierra de la Ventana y Monte Hermoso.

   —¿Tu elección de radicarte en Bahía pasa por proyectarte en una posible carrera?

   —El otro día hablaba de eso con Martín Luis (entrenador del staff técnico). No vine con la idea que sea un paso intermedio hacia otra cosa, todo lo contrario. Siento que este es el lugar perfecto para este momento de mi vida; no sé cuánto tiempo: un año, dos, cinco, o puedo conocer el amor de mi vida acá y quedarme a vivir, je. Es cuestión de disfrutar.

   Se nota que Pipa Gutiérrez, el jugador que llegó a jugar en España, fue integrante de la Selección argentina y muchas veces visitante en Bahía ya se va sintiendo local. Acá descubrió, a los 38 años, el molde a su medida. Y Pepe Sánchez, con él, también...

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