Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Emanuel Sánchez: “Largamente el árbitro superó al jugador”

Camino a los 40, repasa sus épocas en Sportivo Bahiense, su etapa de inspector de tránsito y algunas situaciones puntuales que genera el referato.

Fotos: Emmanuel Briane y archivo-La Nueva.

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

(Ampliación de la nota nota publicada en la edición impresa)

 

   Consciente de sus limitaciones para continuar creciendo como jugador, más allá que llegó a debutar en Segunda de Sportivo Bahiense, el arbitraje apareció como una alternativa en el camino de Emanuel Sánchez, dándole la posibilidad de seguir vinculado al básquetbol.

   “La última temporada me fracturé un tobillo y ya había empezado a dirigir los Bonaerense y los Intercolegiales. En un momento tenía que decidirme. Al principio no me gustaba”, reconoce el esposo de Luciana Guarda y padre de Nehuen (6 años).

Cadetes. Parados, desde la izquierda, Ignacio Martínez, Gonzalo Samos, Rodrigo Pettorosso, Iván Rodríguez y Alejandro Sendra (DT). Abajo: Federico González, Pablo Díaz, Emanuel Sánchez y Juan I. Martinolich.

 

   Manu, el mayor de cinco hermanos, ya transitando los 39 años recuerda que a los 6 se metió en el Eladio Santos, donde pasaba las horas jugando y, de más grande, colaborando en la mesa de control o representando al club como árbitro de Minibásquet, hasta que lo convocaron del Colegio junto con Martín Martinese.

   Ahí dio vuelta la página y fue cuando el jugador, definitivamente, le dio paso al árbitro. Desde 1997/98 empezó conocer de qué se trataba, fue abriendo camino y en 2003 debutó en las dos categorías superiores.

Los primeros años en el Colegio. En segunda fila, segundo desde la derecha.

 

   —¿Tu contextura física no te favorecía al principio para dirigir?

   —Y... Costó, porque, además, era bastante tímido. Después me fui curtiendo. Me acuerdo que los primeros años hasta el femenino se ponía bravo.

   —¿Alguna vez dudaste de la elección?

   —¿Sabés que no? Sí, en la etapa que dirigía desde Preinfantiles a Primera me quemaba la cabeza y necesitaba descanso.

   —¿A veces se hace más difícil dirigir menores que categorías superiores?

   —A mayor categoría, más sencillo. También son formas diferentes, porque en menores es más docencia, algo que me gustaba cuando dirigía con mayor frecuencia esas categorías.

   —¿Te molesta en menores tener que lidiar con el entorno más que con los propios jugadores?

   —Al principio, quieras o no, te saca un poco de partido. Con el tiempo, lo tomás como algo natural. Además, a medida que te ven dirigiendo mayores, los padres te respetan másen  partidos de menores.

   —¿Tuviste que trabajar para fortalecer tu personalidad?

   —Fue algo natural. También influye la etapa de la vida que estás viviendo. No es lo mismo estar solo que tener una familia, algo que te fortalece, como el dirigir. Es un todo.

   —¿Cómo fue dirigir el junto con Javier Sánchez y Sebastián Giannino partido despedida de ambos, el primero del temporada de Primera?

   —¡Estuvo muy bueno! Fue especial. Lo bueno que no hubo lágrimas porque fue parejo, incluso se jugó suplementario. Tuvimos que estar concentrados.

Giannino y Javier Sánchez se despidieron dirigiendo junto a Emanuel.

 

   —¿Quiénes fueron tus referentes?

   —Varios: cuando empecé Néstor y Jorge Scheffer, (Horacio) Luque, Miguel (Firpo), más acá el Colo Chaves, pero dirigía poco acá, el Negro (Ramallo), Javier (Sánchez)...

   —¿Cuándo tomaste el arbitraje como una carrera?

   —Cuando tuve la posibilidad de dirigir el torneo Federal. También, entrar a trabajar en la Municipalidad me dio más libertad para viajar, porque puedo manejarlo y eso me permitió poder aceptar más designaciones.

   —¿Qué te dijeron en tu trabajo cuando contaste que eras árbitro?

   —Empecé como inspector de tránsito y, encima, árbitro. Un combo...

   —A propósito, ¿las dos actividades necesitan de un perfil similar de persona?

   —Y... La calle te va dando seguridad. Tenía cosas buenas y malas. Por un lado, te conocen mucho y, por otro, te podés cruzar con cualquiera y hasta te pueden insultar más que en la cancha.

   —¿Es más difícil la calle que arbitrar?

   —¡Sí, obvio! Olvidate...

   —¿No te gustaba la calle?

   —Lo peor era el calor, el frío, la noche... Por eso, no dudé cuando me llegó la propuesta de pasar al sector administrativo.

   —¿Pasaste algún momento feo en la calle?

   —No, más que un insulto...

   —¿Te molesta el insulto en la cancha?

   —No. Es algo natural dentro de la cancha.

   —¿No lo tomás como una agresión verbal?

   —No, es más bien algo folklórico, está dentro del básquet. Cuando jugás a puertas cerradas o sin público falta algo, se extraña el insulto. Lo malo es cuando alguien se ensaña con uno.

   —Es decir, es peor que el insulto masivo.

   —Exactamente.

   —¿Y qué se siente cuando el insulto a coro es acompañado de tu apellido: Sáncheeez... hijo de....?

   —Genera adrenalina. Te pone la piel de gallina. Está bueno, porque más que te insulten, se toma como un reconocimiento.

   —¿Acá en Bahía, se aprende a cómo manejarse con determinado jugador, entrenador, hincha o dirigente?

   —Sí, totalmente. La mayoría de quienes insultan o se enojan, cuando termina el partido, te los cruzás en la calle y no pasa nada. Entienden que son situaciones de juego.

   —¿En ese sentido es más difícil el básquet local, sabiendo que al día siguiente te podés cruzar a cualquiera?

   —Sí, seguro. A nivel nacional no tenés contacto. Y acá nos conocemos todos.

   —¿Te condiciona?

   —No. Me abstraigo de todo. En la cancha me puedo equivocar igual que el jugador o el entrenador. Obvio que el público con el primero que se descarga es contra el árbitro, pero eso tenés que manejarlo, porque si no terminarías a las piñas con todos.

   —¿En algún momento la pasaste mal?

   —Hace unos años, en cancha de Argentinos de Tres Arroyos entró un hombre y me empujó contra la mesa de control. Me tomó de sorpresa, porque no pasaba nada.

   —¿Nunca te pegaron?

   —No, je. Por suerte vengo zafando. Pero igual han cambiado los tiempos. Cuando arranqué a dirigir era mucho más complicado.

   —¿Recordás algún partido en particular?

   —Un Villa Mitre-Olimpo, que lo gana (Sebastián) Branciforte con un doble y yo cobré falta de (Roberto) Canutti a (Juan Pablo) Morán. Repuso Olimpo y ganó. Dirigí con (Alejandro) Ramallo y costó salir. Son partidos que te van marcando y dando seguridad. También, puede pasar que alguno no quiera dirigir más después de pasarla mal. Era uno de los primeros partidos que iba a verme mi señora, que era mi novia en su momento. Y se fue preocupada porque me había llevado la policía. Cuando llegó a la casa de mi suegro, yo ya estaba ahí, lo más tranquilo, esperándola, je.

   —Después de mucho tiempo, ¿estuvo bien cobrada la falta a Canutti?

   —No volví a ver la jugada, pero hoy, con más experiencia, creo que debí esperar un poquito para sancionarla.

La crónica de La Nueva. y lo que sucedió el 28 de noviembre de 2007.

 

   —¿Qué sucede cuando te das cuenta que te equivocaste y no podés cambiar el fallo?

   —Muchas veces me ha pasado y lo tomás como algo natural. Después lo reconocés y decís “me equivoqué” o “te debo una...”.

   —¿Ese “te debo una” viene con devolución?

   —Y... Son situaciones. Por ejemplo, si hay una jugada dudosa y está involucrado el jugador con el que te equivocaste, se la das a favor.

   —Sí me imagino que compartís que el árbitro entra en un laberinto cuando intenta compensar, ¿no?

   —¡Eso no! Son situaciones puntuales en las que uno no pierde nada reconociendo el error.

   —¿Podés decir que sos mejor árbitro de lo que fuiste como jugador?

   —Sí, olvidate. Largamente el árbitro superó al jugador.

   —¿Y superaste tus expectativas como árbitro?

   —Donde estoy me siento bien (dirige Liga Argentina); lo hecho fue muy bueno y me ha costado. No es fácil llegar...

   El arbitraje es el vehículo al que se subió Emanuel Sánchez y que, 23 años después, lo encuentra transitando un camino que aprendió a disfrutarlo.

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