Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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El costado solidario de Nicolás Paletta viene acompañado de una buena base

Su vocación de servicio lo involucró en el programa Extensión UNS. Le asignaron la tarea de entregar mercadería por los diferentes barrios. Mientras tanto, aguarda por conocer cuál será su destino basquetbolístico.

Fotos: Emmanuel Briane, archivo-La Nueva. y LNB

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

(Nota publicada en la edición impresa)

 

   El vehículo utilitario de Nicolás Paletta llega vacío a Colón 80 y sale cargado. Lleva parte de la mercadería de aquellos que depositaron algún artículo en los changos de la Cooperativa Obrera. 

   También, cuando lo requieren, pasa por el hogar Mamá Margarita.

   Los destinos varían, el fin siempre es el mismo: colaborar con los que tienen menos recursos.

   Nico participa del programa Extensión UNS que, entre los ocho puntos que fomenta, tiene uno destinado a incentivar y realizar acciones solidarias y campañas especiales, según las necesidades de la ciudad.

   “Cuando dieron por terminada la temporada y volví a Bahía sabía que tendría mucho tiempo libre; había opciones para dar una mano y esto surgió por intermedio de una conocida”, contó el basquetbolista, de 32 años.

   Pocos, o ninguno de los destinatarios que visita Nico probablemente conozcan que hay un jugador profesional detrás de ese voluntario siempre dispuesto, cargado de solidaridad y buenas intenciones.

   El base surgido de Alem, que creció en Argentino, recorrió diferentes equipos del país y jugó las últimas tres temporadas de Liga Nacional en Hispano Americano de Río Gallegos, actualmente espera el llamado de su representante para definir su próximo destino.

   “Esta época en la que se mueve el mercado de pases es sinónimo de ansiedad e incertidumbre para nosotros. Y, encima, este año se agudizó con la pandemia, porque nuestra actividad será de las últimas en volver. Pero hay que trabajar la cabeza, estar tranquilo, manejar la ansiedad y las ganas de arrancar. Me conformo con poder ir a un club a tirar al aro”, reconoce.

   Mientras tanto, Nico continúa recorriendo las calles de los barrios más vulnerables.

   Allí es testigo directo de las carencias, las necesidades y el contraste con su realidad.

   “Los basquetbolistas profesionales vivimos una realidad totalmente distinta; nos dan todo; es otro mundo. Cuando veo los padecimientos de mucha gente pienso: si bien el básquet es mi trabajo y me pagan por jugar no deja de ser un deporte, entonces, ¿cómo voy a estar nervioso antes de un partido importante?”, reflexiona.

   Y compara: “Realmente nervioso puede sentirse el padre que llega a su casa y no tiene qué darle de comer a sus hijos. Y esta realidad te pega. Es dura, no lo voy a negar”.

   —¿Cómo es el regreso a tu casa después de ver las carencias que existen?

   —No es fácil. Cuando te toca recorrer dos o tres cuadras, casa por casa, te encontrás con una realidad que no ves hasta que no estás ahí. En esta época de frío, después de visitar esas casas de chapa, yo llego a la mía y sé que puedo dormir calentito. Pero muchas veces no valoramos lo que tenemos.

   —¿Siempre tuviste espíritu de colaboración?

  —De grande. Hace unos cuatro años que empecé ayudando como podía. Cuando en el diario o en alguna página publicaban que se necesitaba ayuda iba, compraba y llevaba. Después, me fui sumando a delegaciones barriales que organizaban campañas para determinadas fechas, como el día del niño o el inicio de clases. Y me fui sintiendo bien ayudando.

   —Ir descubriendo estas realidades y entendiendo que podés sumar desde tu lugar, ¿puede estar ligado a encontrarte, a futuro, integrando un sector político o alguna organización partidaria?

   —Cuando empecé con esto no lo hacía con ningún fin, pero naturalmente te va llevando a contactarte con gente que está involucrada. Mi presente, por ahora, es seguir con el básquet y ayudando desde donde pueda. Sí lo he hablado con mi familia y amigos que, el día de mañana, si se presenta la oportunidad, me gustaría involucrarme. Aunque te aclaro, lo que estoy haciendo en ningún momento lo tomo como una oportunidad.

   —Es decir, hoy no buscás salir en la foto.

   —Tal cual. Y mirá que muchas veces que voy a entregar mercadería la misma gente me pide sacarnos alguna foto, pero le aclaro que no lo hago para eso. Sí reconozco que en los últimos años me fui interiorizando más en política, algo que de chico no le daba importancia.

   —¿Esto te ayuda a romper la rutina y generar un contraste con tu realidad?

   —Totalmente. Y podemos dar un mensaje muy bueno para que más gente se involucre. Por eso, en determinados momentos no veo del todo mal poder mostrar algo de lo que se está haciendo. En esos casos, hasta he recibido muestras de colaboración por parte de jugadores locales o mismos de la Liga.

 

El estudio

   Nicolás tiene otro frente abierto: el estudio.

   “Me quedan rendir cuatro materias en diciembre para recibirme de martillero público”, señaló.

   “Son dos años y medio, en la Universidad Siglo XXI”, especificó.

   “Cuando llegué a Hispano –recordó- Gonza Torres estaba por completar la carrera. Y, al año siguiente, me insistió (Ariel) Lechu Ramos, que ya se había recibido estando en Bahía Basket. Arranqué con Daniel Hure, que jugaba conmigo. Estudiaba en el avión, en el hotel... Nosotros tenemos mucho tiempo libre y podemos hacer muchas cosas productivas. Aunque me costó entenderlo”.

   Esta posibilidad la fue madurando con el tiempo.

  “De chico uno se mete mucho en el básquet y está bien porque es prioridad. Pero había días libres o después de un mal partido que me quedaba sin dormir. Hasta que fui entendiendo que es bueno sacarse un poco de la cabeza el básquet. Y el estudio surgió un poco a raíz de eso”, explicó.

   Esta carrera le permitirá tener una salida cuando cierre la puerta del básquetbol.

   “Uno ya va pensando a futuro. Todavía el básquet es prioridad y busco lo mejor, pero tener una carrera y habiendo aprendido algo más allá del básquet te genera tranquilidad, aunque me arrepiento haber empezado de grande”, admitió.


Un receso diferente

   —¿No podés estar mucho tiempo quieto o me equivoco?

   —No, je. La verdad que desde marzo he recorrido casi todos los barrios con esto solidario. Además hice yoga, algo que me gustó mucho; cociné, aproveché a estudiar, entrené... Trato de estar ocupado. 

   —¿Qué fue lo que más extrañaste?

   —Primero, viajar, algo que hago cada vez que termino una temporada. Este año quedó descartado. Después extrañé un poco el fútbol, entrenar con pelota...

   —Desde que jugás profesionalmente nunca pasaste tanto tiempo en Bahía, ¿no?

   —¡No! Como mucho estaba mes o mes y medio. Llevo cinco meses y pude disfrutar; inclusive, hasta nació mi ahijada (Justina) y pude disfrutarla. Pero ya está bien, je. Cargué pilas en todo este tiempo. Ya volví al gimnasio y hace un mes que estoy saliendo a correr.

   —¿Cómo vivís habitualmente este período?

   —Habitualmente llego a Bahía en junio y sé que para fines de julio tengo equipo. Y me preparo de la cabeza para la pretemporada. Ahora estamos terminando agosto, no tengo equipo y tampoco se sabe cuándo arrancará la Liga.

   —¿Cuánto influye tu representante para definir el lugar y el equipo dónde jugar?

   —Previamente se habla de prioridades y después él se encarga de moverse y buscar opciones para definirlo. En este caso, yo tenía ganas de probar alguna experiencia afuera del país. Creo que es el momento, por una cuestión de edad y porque estoy solo. Y él, a la vez, estaba totalmente de acuerdo, por la incertidumbre que hay en el país, no sólo por la pandemia, sino también por el tema del dólar y demás.

   —¿En cualquier país y nivel?

   —Sí. También teníamos hablado de aceptar algo importante que pudiera surgir en Argentina. Pero bueno, a esta altura se va cerrando esa puerta.

   —¿La ansiedad del jugador durante el receso varía según si tuvo una la temporada muy buena, buena, regular o mala?

   —Si venís de la Liga, el peor de los escenarios sería tener que bajar a la Liga Argentina. Lo que pasa que uno siempre quiere mantenerse o mejorar. También uno es consciente de la temporada que tuvo. Si considerás que te fue medianamente bien estás tranquilo y si fue lo contrario te preocupás un poco más.

   —Me imagino que vos estás tranquilo...

   —La verdad que terminé muy contento. De las tres temporadas en Hispano la última fue la mejor. Sumé muchos minutos (promedió 28m34), con buenos números (10,5 puntos, más 4,1 asistencias y 3,4 rebotes) que, si bien para mí no es lo más importante, es lo que se mira de afuera. También tengo un representante (Gustavo Monella) muy bueno y me deja tranquilo. No tengo miedo de quedarme sin nada.

   —¿Tu positivismo te fortaleció para consolidarte en una exigente competencia?

   —Soy de tener la cabeza en positivo. Sabía que el salto a la Liga no sería fácil, más con 30 años, pero me fijé objetivos cortos. La primera temporada fui a darle descanso al base titular, la segunda sumé minutos y en la última muchos más. Fui afianzándome en la Liga, lo cual me deja tranquilo. Cuando tenés ofertas de otros equipos significa que hiciste bien las cosas.

   —Los años te van dando experiencia, confianza y madurez, pero también te restan desde lo físico. ¿Cómo llevás esa combinación?

   —Físicamente siempre fui bastante bueno y prácticamente no sufrí lesiones, lo cual es una ventaja. Eso me permite, a los 32 años, poder jugar hasta 37 minutos por partido y cada dos días, como en la última temporada.

   —¿Cuándo te convenciste de que la altura no era determinante para hacerte un lugar en la Liga?

   —Nunca lo consideré como una barrera. Sí, todavía estando en Bahía, hice un cambio físico grande, porque midiendo como ahora (1m78), pero con 10 kilos menos, iba a ser muy difícil poder jugar a nivel profesional. Después, con los años lo mantuve y hasta mejoré. Lo más importante fue convencerme de que iba a llegar a la Liga.

   —¿Cuánto tiempo más te ves armando el bolso y alejándote de Bahía?

   —Si Dios quiere y me ayuda el físico, hasta que me canse de vivir de esto, con lo que significan las permanentes mudanzas y el tener que establecerme en un lugar el día de mañana si formo una familia... Pero si pudiera jugar hasta los 50 lo haría. Más allá de vivir de esto, disfruto cada temporada.

   Nico hace un tiempo que tiene el bolso cargado de ropa, ilusión y mucha energía. Sólo necesita conocer su próximo destino basquetbolístico.

   Mientras tanto, continúa transitando el camino de la solidaridad y disfruta haciendo feliz a otro, igual que cuando le toca repartir el juego en un partido.

   Definitivamente, los valores de Nicolás Paletta, con o sin pelota, siempre estuvieron acompañados de una buena base...

 

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