Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Entre el dolor de perderse un Juego Olímpico por 50 dólares, y el privilegio de haber tenido revancha

El árbitro Rodolfo Gómez fue uno de los tres argentinos que estuvo en Moscú, a pesar del boicot. Dirigió la final femenina.

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

   Demostrando su amor por el arbitraje y seducido por sumar algún billete más, Rodolfo Gómez aceptó dirigir dos partidos en un mismo día, sin medir que esa exigencia física, a los 32 años, podría tener sus consecuencias.

   “Estaba en Puerto Rico arbitrando la Liga Profesional. A la tarde dirigí en Caguas y a la noche en el Roberto Clemente, un partido extra en el que, por ganar 50 dólares más, me rompí los ligamentos de una rodilla”, se lamentó alguna vez.

   El dolor de la lesión era menor, claro, que la bronca por lo que se perdía y que tanto había esperado.

   "Fue una gran frustración. Esa noche lloré mucho. Los médicos intentaban calmarme; mientras yo les decía que no podía perderme los Juegos Olímpicos –recordaba Rodolfo– ellos me respondían que necesitaban poner sus energías para que yo, a futuro, pudiera continuar en actividad. Recién 90 días después me aseguraron que no tendrías inconvenientes para volver a dirigir”.

   Así, Montreal 1976 quedó en el camino. Un golpe duro, difícil de asimilar. Otros cuatro años por delante parecían mucho para cumplir el sueño olímpico.

   Rodolfo tuvo su lucha interna, se convenció, insistió y se mentalizó para ir por la revancha.

   “Es difícil mantenerse, no caerse, luchar, estar... Pero seguí dirigiendo y hasta viajé a Europa”, señaló Gómez, quien falleció el 13 de abril de 2001, un día antes de cumplir 57 años.

   Argentina, en básquetbol, logró una clasificación histórica en Puerto Rico, después de 28 años.

   Era todo felicidad. Y se sumaba al resto de los deportes que estarían en Moscú. Hasta que, en diciembre de 1979, Estados Unidos impulsó un boicot masivo por la invasión soviética a Afganistán. Y el escenario cambió rotundamente.

   Un total de 62 países –de los 143 que reconocía el COI– decidieron no participar. Entre ellos, Argentina. Esta sí era la última oportunidad para Gómez.

   Por eso, entre las sombras fue uno de los tres argentinos que estuvo presente en Moscú, donde, un día como hoy, hace 40 años, comenzaba la actividad, tras la gran ceremonia inaugural desarrollada el día previo.

   Su presencia pudo concretarla por participar en carácter de invitado.

   “Los jueces, en determinado momento, pasamos a ser FIBA, y no quiere decir que no tengamos nacionalidad, pero para FIBA sos neutro y es un arma necesaria. Generalmente son hombres de confianza”, argumentó tiempo después.

   Los otros dos argentinos fueron Juan Domingo De la Cruz, el basquetbolista que jugaba para España, y el periodista Roberto Fernández, enviado de la revista Goles.

   Sin TV y limitada información, la designación de Rodolfo Gómez para dirigir la final femenina pasó desapercibida.

   “A mí no me gustaba dirigir femenino”, admitió Rodolfo.

   No obstante, estaba en el juego de cierre, en medio de un boicot que, además de no tener representantes argentinos, redujo la competencia a 80 países, 23 deportes y 5.259 atletas.

   A su regreso, Rodolfo presentó la renuncia. No le creyeron y fue cajoneada en la Confederación Argentina durante dos años. Él ya había cumplido su sueño.

   “Para mí tengo dos olimpiadas; dentro de mi corazón siempre llevé las dos”, aseguró.

   Así terminó su carrera... Bueno, en realidad, en 1990 regresó, dirigió cuatro partidos del torneo local y se cortó el tendón de Aquiles de la pierna derecha.

   Esa lesión lo llevó, definitivamente, a colgar el silbato, el mismo que, con su particular y extrovertido estilo, supo hacer sonar en el momento justo y en el lugar indicado.