Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Monachesi: “Lo mío con el básquet fue un verdadero misterio”

Salió de Santa Fe, ciudad futbolera. Comenzó a picar la pelota a los 16 años. A los 23 vino a Bahía; se cansó de ganar Provinciales; jugó por Provincia, por Argentina y hasta fue profesional en Italia.

Fotos: Jano Rueda-La Nueva y archivo.

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

(Nota publicada en la edición impresa)

 

   “Carteroooo...”.

   En la casa de calle Alberdi 3882 del barrio Candioti de Santa Fe, donde vivían los Monachesi, recibieron un telegrama proveniente de Bahía Blanca. Era para Alfredo Adrián, el mayor de los tres hermanos.

   ¿El motivo? una invitación del club Olimpo.

   Lito Fruet lo había sondeado en el Sudamericano de Uruguay, en 1969. Mona compartía habitación con Beto Cabrera y Lito con el santiagueño (José) Flores.

Con Argentina. Monachesi (8), Fruet (10) y Cabrera (14), entre otros.

 

   “Con Lito coincidíamos en muchas cosas, hasta los dos éramos hinchas de River”, recuerda.

   Hablando el mismo idioma, ambos fueron ganando en confianza y un día, entre tanta charla, Fruet se sacó la duda.

   —Che, ¿no te gustaría ir a jugar a Bahía?

   —¿Qué se yo...? Sí hace falta alguno...

   La propuesta quedó ahí. La ilusión fue más allá.

   Pasó abril y nada. En mayo, San Lorenzo le ofreció departamento y trabajo en un banco.

   “Era en Buenos Aires y mucho no me gustaba, pero acepté de palabra”, contó Mona.

   Poco después, una situación que para otro hubiese significado un gran problema, Monachesi la resolvió rápidamente.

   “La verdad que me sorprendió el telegrama de Olimpo; pensaba que se habían olvidado. ¿Qué hice con San Lorenzo? No les dije nada”, naturalizó, aunque con el tiempo alguno le recordó esa actitud.

   La seducción del básquet bahiense era muy fuerte como para dudar qué destino elegir.

   “Venía a jugar con Fruet, Cabrera, De Lizaso, Cortondo, Raúl López... Un montón de jugadores de gran nivel. No lo podía dejar pasar”, justifica.

Monachesi eligió Bahía y no se equivocó.

 

   Bolsito en mano, viajó a Bahía.

   “Me acuerdo –puntualiza- que el Lungo (Brusa) y el Flaco (Fruet) me llevaron a conocer la ciudad y el club”.

   Ratificando la decisión tomada, regresó a Santa Fe, casi para despedirse. Allí quedaban su mamá (ya viuda), sus dos hermanos y sus amigos.

   “Nunca me dijeron si estaba bien o mal que me fuera, pero mi entorno se puso contento porque venía a jugar a Bahía, el mejor lugar del país para practicar básquet”, resaltó.

   Aprovechando un Argentino Extra que se jugaba en nuestra ciudad, formó parte del plantel santafesino y resultó goleador del torneo que se adjudicó Provincia en el Casanova.

Selección de Santa Fe. Parados, desde la izquierda, Candussi, Seguí, Calaco, Van Lacke, Spies, Mendoza y Galli. Abajo: Giunta, Monachesi, Crespi, Von Der Thusen y Beltzer.

 

   “Ahí ya me quedé”, apuntó.

   Su primer trabajo fue en la joyería Lacar, ubicada en Alsina y Soler.

   “¿Sabés lo que era cruzar la plaza Rivadavia, con el frío de julio, para ir a practicar a Olimpo, que todavía era al aire libre y con tableros de madera? ¡No te imaginás...! Yo decía, ¿qué estoy haciendo acá...? En Santa Fe hace calor, podría estar tomando una cervecita, je, je...”.

   Definitivamente, el básquet pesaba más.

   Así, el 8 de agosto de 1969, cuando tenía 23 años, se convirtió oficialmente en jugador de Olimpo.

   Hoy, con sus 74 años muy bien llevados, Alfredo Adrián retrocede en el tiempo y sigue sin encontrar respuestas al Monachesi basquetbolista: “Lo mío con el básquet fue un verdadero misterio”.

   Nacido en una ciudad netamente futbolera, fanático de Colón, de esos que no se perdían partidos del sabalero, y amante de los picaditos –como arquero- de barrio contra barrio, la pregunta es: ¿cómo pudo surgir un basquetbolista?

   Él trabajaba en una farmacia y se encargaba de llevar los pedidos a la terminal de ómnibus, donde lo recibía Cacho Birri, un basquetbolista de Colón.

   “Vos sos alto, tenés que venir a jugar al básquet”, le sugería permanentemente.

   “Yo qué voy a ir a jugar al básquet”, le respondía Monachesi.

   “A mí –confiesa- me gustaba el fútbol. Pero tanto insistió que un día acepté. No sabía lo que era el básquet”.

   Así comenzó, con 16 años, en la Cuarta de Colón. Al año siguiente ya integraba el plantel superior y a los 20 era parte de la Selección de Santa Fe.

   Debutó en el Argentino de Jujuy (1966), cuando Provincia comenzó la época de oro. Y después, con la azul y roja participó de los Argentinos de Entre Ríos, Santiago del Estero y San Luis.


El cachetazo que lo salvó
   Con Olimpo vivió momentos de gloria. El primero fue en 1974, en el Tomás, donde tuvo la definición en sus manos

   Es que restando dos segundos, Obras ganaba 73 a 71 y Mona tenía dos libres: convirtió el primero (fue el goleador del partido, con 25 puntos). En medio se registraron algunos incidentes y Heriberto Schonwies, técnico rival, pidió minuto.

Uno de los mayores momentos de tensión de su carrera, lanzando uno de los libres ante Obras.

 

   Al regreso, con toda la tensión, el santafesino falló el segundo libre, la pelota rebotó para el lado derecho y con un cachetazo, Cicarelli convirtió el doble, decretando el triunfo local (74 a 73), que le dio el título Argentino.

   “Tenía un equipo extraordinario Obras. La jugada fue preparada en el minuto para no ir a suplementario”, bromeó.


El profesionalismo
   Sus buenas producciones le permitieron lograr un salto de calidad y darse un gusto como muy pocos en esa época.

   Así, el 17 de octubre de 1976 debutó en Italia, metiendo 18 puntos en la derrota Libertas Brindisi ante Rieti, por 78 a 77.

   De esta manera, se convirtió en el primer jugador que, habiendo participado de los torneos bahienses, logró meterse en el profesionalismo.

   “Los pocos antecedentes eran Guillermo Riofrío. Él me contó que había extrañado; después, De Simone y más tarde Ferello, pero como eran de Capital yo no tenía prácticamente relación para que me hablaran de sus experiencias”, recordó.

   Y así se fue, con escasa información de lo que viviría.

Junto a Perazzo, otro de los que tuvo la oportunidad de jugar en Italia.

 

   Fue para jugar en Cina Martini, de Torino, aunque su destino final resultó Libertas Brindisi, en la segunda división, equipo que le resolvió un problema de papeles y logró habilitarlo.

   “Esa experiencia fue, salvando las distancias, como venir a Bahía. Fui a vivir del básquet y para el básquet. Todos los meses me depositaban el sueldo, que era mayor al que ganaba acá como empleado; tenía mi departamento, mi auto... Fue una experiencia muy linda”, resaltó.

   Finalizada la primera temporada, eliminaron la ficha de oriundo, ampliaron los cupos a dos extranjeros y se acotaron las posibilidades. Así, de los cuatro argentinos que jugaron, Carlos Raffaelli fue el único que logró permanecer. Los otros que regresaron como Monachesi fueron Adolfo Perazzo y Fernando Prato.

   “En mi caso, ya tenía 30 años, por lo tanto las chances de seguir eran remotas”, admitió.

   En consecuencia, pegó la vuelta después de disfrutar de “otro mundo” durante una temporada. Volvió a su ambiente natural.

   “Me acostumbré enseguida; aparte, no tenía otra alternativa. Había que trabajar para cobrar , porque con el básquet sólo se recibía algún premio, pero era muy circunstancial”, apuntó.

Mona bajó el rebote y busca receptor para el contraataque.

 

   Poco después fue partícipe en otro de los logros más significativos del aurinegro, sumando en 1978 el segundo título Argentino, en Santiago del Estero, en un partido que se suspendió por lluvia y debió completarse la mañana siguiente.

   “Llevamos de refuerzo a Beto Cabrera, que jugó un torneo impresionante”, recordó.

   Ya en 1979, luego de ganar otro título local con Olimpo y con algunas limitaciones físicas, el 23 de diciembre anunció su retiro.

   No jugó en 1980 y retornó al aurinegro en 1981.

   “Salimos campeones; teníamos a Elisha (McSweeney), un jugadorazo”, elogió.

Olimpo. Parados, desde la izquierda, Levan Macharashvili, Esteban Frisón, Elisha McSweeney, Claudio Grippo y Mauro Grippo. Abajo, Roberto Ojunián, Héctor Santini, Alfredo Monachesi, Oscar Mazzuchelli, Néstor García y Marcelo Allende.

 

   Con ese título volvió a bajar la persiana de su carrera. Esta vez parecía definitivo, aunque su cercanía con Independiente lo devolvió a las canchas.

   “Ascendimos (1984), mantuvimos la categoría y ahí sí me retiré definitivamente. Ya me costaba ir a entrenar, algo que nunca me gustó mucho y, a la vez, tenía treinta y pico (38). Los más jóvenes –admitió- me pasaban por arriba”.

El último título lo logró con Independiente. Parados, desde la izquierda, Fernando Rabbione, Ricardo García Casal, Roque De Pasquale, Víctor Duckart, Guillermo Llorens y Luis Vignatti. Abajo: Roberto Ojunián, Héctor Santini, Eduardo Goyeche, Alfredo Monachesi, José Rodríguez y Gustavo Márquez.

 

   Dicho esto, vale aclarar que Monachesi fue el goleador de ese torneo, promediando 23,66 puntos en el Oficial.

 

Se cansó de ganar

   Palometa ganó ocho títulos bahienses con Olimpo (1970, 1971, 1972, 1973, 1977, 1978, 1979 y 1981).

   No obstante, había un partido que valía, en algún caso, más que un campeonato.

   “Los clásicos con Estudiantes se vivían con una intensidad inigualable. Desde una semana antes y una semana después la ciudad estaba convulsionada. La cancha explotaba. Era -compara- como un River-Boca o Independiente Racing. No podías perder, aunque a veces te tocaba, je”.

Doble y falta ante Estudiantes. Mona que festeja y el árbitro Néstor De Angelis marca la falta.

 

   Mona asegura que nunca lo tentaron para cruzar de vereda.

   “En esa época era muy raro pasar de un club a otro. Y menos jugando en un equipo como Olimpo, que estaba a la misma altura de Estudiantes”, señaló.

   Esa sana costumbre de ganar con el aurinegro la vivió también con las selecciones.

   La camiseta de Bahía la defendió por primera vez el 15 de agosto de 1969, en un partido amistoso que la Selección le ganó a Boca, por 57 a 56, convirtiendo 9 puntos.

La magia de Cabrera para desprenderse del balón y asistir a Monachesi.

 

   Participó en nueve Provinciales, de los cuales ganó siete (1970, 1971, 1973, 1974, 1975, 1978 y 1979) y en dos fue subcampeón: 1972 y 1977.

    No obstante, entre sus recuerdos más fuertes, se le viene a la memoria la noche del 3 de julio de 1971, cuando Bahía le ganó a Yugoslavia, el último campeón del Mundo.

   “Ese partido fue el más importante con Bahía. Además del triunfo, que se pusiera el nombre de Patito Tomás al estadio de Olimpo  fue maravilloso. Los dos años que compartí con él, me demostró ser una persona extraordinaria, al igual que su familia”, destacó.

Mona, convirtiendo para Bahía. Un doble que quedó inmortalizado en las páginas de La Nueva.

 

   Esa noche, Monachesi fue el goleador del partido, con 19 puntos.

   Sus antecedentes con Santa Fe y el nivel que mantuvo con Bahía le aseguraron un lugar en Provincia.

   “Mi primer Argentino con Provincia (1971) –recordó- fue en Corrientes. Teníamos dos equipos, uno para cada tiempo. Extraordinario”.

Provincial 1971. Parados, desde la izquierda, Adolfo Perazzo, Carlos González,Atilio Fruet, José I. De Lizaso, Gómez y Alberto Cabrera. Abajo, Jorge Cortondo, Alfredo Monachesi, Rolando Sfeir, Raúl López, Raúl Álvarez y Ernesto Gehrmann.

 

   —¿El mejor torneo?

   —El mejor de todos los que gané fue el campeonato de Viedma (1976, donde fue el goleador, con 19,85 puntos por juego).

   —Ese tuvo sabor revancha, ¿no?

   —¡Sííí...! Porque veníamos de perder un torneo increíble en Comodoro, en 1975. Era imposible que perdiéramos, pero ese día con Capital todos fuimos un desastre... Para colmo, al año siguiente Perazzo, que había jugado el 75 con nosotros, pasó a Capital...

   —¡Y cómo se lo recordaron!

   —Ufff... Le gritaban de todo... Aparte, Beto estaba un poco lesionado. Así y todo ganamos.

Desahogo en Viedma 1976. Mucho para festejar tenía este equipo.

 

   Toda esta notoriedad y su nivel lo mantuvieron en la Selección Argentina, con la que participó de un Mundial, dos Sudamericanos y un Panamericano.

   “Nada se compara con un Mundial, más allá de un Juego Olímpico, pero nunca estuve”, opinó.

 

"No vivo de recuerdos"
   Después de su primer trabajo en la joyería fue bancario, hasta que se mudó a Coronel Dorrego, donde trabajó en el Registro Automotor.

   “En esa ciudad –resaltó- me trataron de maravilla. Estoy sumamente agradecido. Trabajé ahí hasta que me jubilé”.

   —¿Te hubiera gustado nacer más tarde y haber vivido desde adentro la Liga Nacional?

   —Y... Sí. Todo lo que es para mejorar es bárbaro. Te dedicás exclusivamente a jugar al básquet. En mi caso, dentro de todo tuve la suerte de vivir una experiencia profesional. Y es lindo. Te pagan para hacer lo que te gusta.

   —Igual, acá el básquetbol te posicionaba en la sociedad bahiense. Te abría puertas.

   —Sí, pero mi modo de vivir siempre fue sencillo. Yo jugaba porque me gustaba, no por reconocimiento.

   —¿Cómo te llevás con la nostalgia deportiva?

   —No vivo de los recuerdos. Tengo una concepción: si jugué mal, no tengo manera de modificarlo y si lo hice bien, ya pasó. Es como mirar una foto de cuando tenía 15 años. Obviamente los recuerdos de partidos y momentos siempre surgen, sobre todo en reuniones, pero ya te digo, es como una foto, sé que no voy a volver a ser lo que fui.

   —¿Cuál hubiera sido tu foto sin el básquet?

   —Nunca lo pensé, porque mi vínculo nació de una manera imprevista.

   —¿Sos agradecido del básquet?

   —¡Sí! Me formó como persona; me ayudó a ser compañero, a respetar; me permitió conocer el mundo, gente y lugares distintos...

   —Siendo figurita en la ciudad, se presentarían oportunidades como puede sucederle ahora a un deportista con cierto prestigio. ¿Había que saber decir que “no”?

   —Y... Sí, pero era diferente.

   —¿Más sano?

   —Yo creo que sí. Era otra época. La gente, en general, era de otra forma, pero tampoco puedo decir si estaba bien o mal. Ni aquello era todo bueno, ni esto es todo malo.

   Alfredo Adrián Monachesi es el mismo santafesino que interpretó cómo se jugaba en Bahía; el que con un tiro rápido y estilizado regó de puntos las canchas; el que luchó cada rebote y el que tuvo capacidad para ganarse un lugar, ya de grande, entre los más grandes...

 

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