Bahía Blanca | Domingo, 13 de julio

Bahía Blanca | Domingo, 13 de julio

Bahía Blanca | Domingo, 13 de julio

Gaitas, rock y un sueño cumplido: los bahienses que compartieron escenario con Divididos

Se unieron hace una década y la semana pasada tuvieron la inolvidable experiencia de compartir escenario con la mítica banda de Ricardo Mollo.

Fotos: @arnedonacho

Ese sonido antiguo, que alguna vez resonó en las montañas de Escocia, volvió a escucharse. Pero esta vez en el Movistar Arena. Entre gaitas y tambores, estaban ellos: los músicos de Paddy’s Bay Celtic Pipe Band, una banda bahiense que terminó compartiendo escenario con Divididos, la aplanadora del rock.

La historia arrancó a principios de los 2000, cuando Enrique Boland, descendiente de irlandeses, decidió aprender gaita. Y lo que empezó como una búsqueda personal se volvió, con el tiempo, una misión colectiva.

En ese camino se cruzó con Carlos Navarro, por entonces baterista de Fiebre, una banda tributo a Sumo. Navarro lo convocó en 2014 para tocar Crua Chán, y esa fue la chispa inicial. Al poco tiempo se sumó Bruno Cimatti, y el proyecto empezó a tomar forma, identidad y hasta nombre.

Así nació Paddy’s Bay, que hizo su debut formal en el Día de San Patricio de 2018, con logo, uniforme y espíritu de clan. En 2024 se sumó el tercer gaitero, Federico Lecanda, que venía girando en la órbita del grupo y —como no podía ser de otra manera— debutó también en plena festividad.

Así se consolidó un grupo que, sin saberlo, estaba a punto de vivir algo épico.

Gaitas, bombos y distorsión

A veces, los caminos más improbables son los que conducen a los escenarios más grandes.

Divididos llegó a Bahía Blanca hace unos días con un plan claro: homenajear sus raíces y tender puentes con el legado de Sumo y otras leyendas del rock. Y en ese cruce, apareció Paddy’s Bay.

El grupo fue invitado a tocar junto a la banda que lidera Ricardo Mollo, en el Dow Center. El tema elegido: Crua Chán, otra vez. Ideal para cruzar gaitas con guitarras, bombos con distorsión.

Pero lo que parecía una experiencia única se duplicó. Los gaiteros fueron convocados nuevamente, esta vez para un escenario mucho más grande: el Movistar Arena.

Una banda celta bahiense, tocando junto a Divididos en el templo del rock nacional. Inesperado. Perfecto.

Ídolos, abrazos y un sueño hecho gaita

Para Enrique Boland, lo vivido junto a Divididos fue mucho más que un número musical.

“Lo que nos deja la participación en estos recitales es la posibilidad de haber sido testigos privilegiados del tremendo ida y vuelta energético que esta banda genera. Seguramente hay una lista muy larga de razones que lo explican: la calidad de su música, el enorme talento, el profesionalismo, la historia, la vigencia, la entrega... Pero, para mí, el argumento más sólido es el amor y la absoluta devoción que estos artistas sienten por su público”, mencionó.

Bruno Cimatti tampoco dio demasiadas vueltas para expresarlo todo. 

“Es difícil ponerlo en palabras… No hay mucho para decir: es un sueño hecho realidad. Creo que nosotros —la gente de mi edad, como Carlos, como Fede— crecimos escuchando esa música. Yo aprendí a tocar la guitarra y una de las primeras canciones que logré sacar fue ¿Qué ves?, de Divididos. Entonces, estar ahí, compartir escenario con esa gente que siempre vimos como ídolos, como gigantes… es algo muy loco”, manifestó en diálogo con La Nueva.

Sin embargo, se llevó algo más. “Lo más lindo fue descubrir que son personas cálidas. Eso es lo que más me quedó, las miradas, las sonrisas, los abrazos, el afecto. Es algo verdaderamente invaluable. Se nota que hacen todo con el corazón, que lo que hacen los apasiona”, contó.

Para Carlos Navarro todo fue una doble postal inolvidable. Primero Bahía, después Buenos Aires. De un show soñado a otro todavía más grande.

“El show en el Dow Center ya era un sueño cumplido, estar con ellos, poder charlar y compartir escenario a nivel profesional. Después vino el salto al Movistar Arena; otro sueño, elevado a la máxima expresión. Mucha alegría. Compartir con la banda, estar a la altura en un escenario tan imponente, frente a miles de personas… fue un sueño cumplido. Y seguiremos soñando”, sostuvo.

Quien también lo vivió como un rito fue Federico Lecanda.

“Es una experiencia hermosa, muy constructiva, muy linda —respondió—. De repente, encontrarte en el mismo escenario que personas a las que uno está acostumbrado a escuchar desde chico, que son grandes referentes del rock... Y ahí estamos nosotros, uniéndonos a su música y aportando lo que podemos con las gaitas. Es algo muy movilizador”.

“Las gaitas, de repente, sonando junto a una banda tan grande, frente a tantos espectadores... espectadores de un recital de rock, que están viviendo una especie de fiesta, de encuentro convivencial. De esos que cada vez se ven menos en esta era digital. Quedan pocos momentos así”, agregó.

“Sumar las gaitas a eso también tiene algo de rescate ancestral. Porque el instrumento trae consigo esa carga: la del encuentro. Así que estamos muy contentos. Yo, personalmente, estoy feliz y agradecido por la experiencia que hemos vivido”, cerró.

Fue Cimatti quien mejor lo resumió: tocar un tema de Sumo —la banda que marcó su adolescencia— junto a Divididos, primero en su ciudad y después en uno de los escenarios más imponentes del país “fue simplemente increíble”.