Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Martín Fernández, el mendocino que se enamoró de Bahía… Basket

Llegó a la ciudad con 16 años, creció deportivamente, echó raíces afectivas y se fue. Pero volvió, al menos por un tiempo, antes de regresar a Regatas Corrientes.

Martín escucha a la entrenadora Laura Cors, de Bahía Basket. Fotos: Pablo Presti-La Nueva. y La Liga Contenidos

 

Por Fernando Rodríguez

Instagram: ferodriguez_

Twitter: @rodriguezefe

(Ampliación de la nota publicada en la edición impresa)

 

   Bahía Blanca abrazó al pibe que, casi con 17 años llegó desde Mendoza y lo soltó, formado, con 22.

   Bahía Basket le abrió las puertas del básquetbol y Andrea Petroni, más tarde, su corazón.

   Por eso hoy, aun defendiendo la camiseta de Regatas Corrientes y lejos de la ciudad, elige volver al primer amor, que le permite seguir creciendo adentro de la cancha y consolidándose afuera de ella.

   “Bahía Basket me hizo mejor persona y profesional, me dio una enseñanza y educación respecto del básquet que no sé si hubiera tenido en otro lado”, destaca Martín, a quien lo unen sentimientos con la ciudad y lo motivan a instalarse cada vez que puede.

De punta en blanco, Martín y Andrea.

 

   “Acá tengo mi otra familia: mi novia, mi suegra (Nenu), mi cuñado (César, el otro, Fernando, vive en San Luis)… Los perros (Tita y Toto). Me siento muy cómodo y contento. Caí en una familia basquetbolera. Bahía es mi segunda casa, te diría que ya soy un residente bahiense”, destaca.

   Y, también, agradece la oportunidad: “Que Pepe (Sánchez) y los entrenadores me dejen trabajar con Bahía Basket me cierra el círculo –reconoce-, porque sigo entrenando a un tremendo nivel y en las mejores instalaciones. Es un placer”.

   —Tu novia te siguió a Corrientes. ¿Qué importancia tiene para el desarrollo de un jugador joven estar acompañado y contenido?

   —Para mí es importantísimo. Sin la ayuda de ella y la familia no hubiese llegado al nivel que logré ni a estar en la Selección. Es muy importante el apoyo después de un mal partido o compartir el festejo cuando lo hacés bien. En mi caso es muy importante, porque estoy enamorado y feliz.

   —¿Y cuánto influye la opinión de la mujer en la propia vida del jugador?

   —Depende de cada pareja. Yo hablo mucho de básquet con mi novia.

   —Una fiel seguidora de Pacífico.

   —Seee. ¡Siempre del verde!. Lástima que no podemos ir a la cancha. Las charlas siempre son para hacerme mejor persona y jugador, lo tomo como algo positivo.

Con la Liga de Desarrollo de Bahía Basket.

 

   —¿Irte de Bahía, que era como tu casa, te ayudó a crecer?

   —Sí, me ayudó a ver otra realidad. De muy chico me instalé en Bahía. Me hizo sentir otras responsabilidades, porque en Regatas se juega a ganar, cuando acá en Bahía también competíamos, pero el principal objetivo era formar. En ese sentido me ayudó mucho a crecer.

   —¿Qué ves cuando mirás hacia atrás?

   —Se me cruzan muchas imágenes, situaciones, como estar acá en Bahía, irme a jugar el TNA a Viedma, lesionarme y esforzarme para volver a la Liga.

   —¿Esa decisión de bajar de categoría fue como efecto resorte?

   —Creo que me hizo bien. Lamentablemente jugué hasta diciembre, cuando me rompí los cruzados. Volví en un tiempo relativamente corto y de la mejor manera.

El cambio

   —¿Qué diferencias más significativas notaste cuando saltaste de Bahía Basket a Regatas?

   —En Regatas se le da mucha importancia a los juveniles, lo que sí, les cuesta sumar minutos en la Liga, eso sí es evidente. Acá le dan a todos oportunidades de poder demostrar y eso en otros equipos cuesta un poco más.

Contra Boca, cuando ya demostraba su crecimiento.

 

   —¿Cómo asumiste al principio, esa responsabilidad de minutos más contados?

   —Nunca sentí ninguna presión. Lo hablé con Lucas (Victoriano, el DT), me dijo la participación que iba a tener y, a partir de eso, intenté sumar más minutos en cancha.

   —¿Tener menos margen de error lo tomaste con naturalidad?

   —Me costó al principio tener esa presión que uno mismo se pone y lo fui trabajando con mi psicólogo deportivo. La verdad que no tuve más esa carga de sentir que debía hacer todo perfecto, pero a mí me gusta sumar para el equipo. La primera temporada estaba jugando bastante al principio, después me tocó rotar un poco más, y cuando había vuelto a ganarme minutos se cortó la temporada. Ya en esta siempre fui titular…

   —Y jugaste 10 minutos más por partido.

   —Sí. Fui el que más jugó del equipo, lo cual habla de la confianza que tuvo Lucas en mí.

   —¿La temporada que pasó estabas obligado a afianzarte en la Liga considerando que la próxima dejaràs de ocupar ficha Sub 23?

   —No. Creo que ya me conocen en la Liga por lo que hago. No lo tomé como el año para dar el salto. Ocupar ficha Mayor no me generará más responsabilidad de la que tengo, siendo el que más minutos jugó en el equipo.

   —Tu punto fuerte era el tiro y lo fuiste consolidando. ¿Hoy te considerás un tirador o un jugador más amplio?

   —Creo que tengo más recursos para anotar y ahora estoy entrenando eso para seguir mejorando, además de potenciar el tiro, que es mi mayor virtud. También me considero un gran defensor, algo que suma a la hora de elegirte.

   —¿La defensa la incorporaste naturalmente, la fuiste potenciando por necesidad o el sistema de obligó a mejorarla?

   —Siempre quiero progresar y con el paso de los años pretendo ser mejor jugador, tener más recursos, por eso entreno diferentes variantes. Y la defensa es otro recurso.

Doble dolor

   —¿Cómo ven afuera a lo que apunta Bahía Basket?

   —Hay algunos a quienes les gusta y a otros no, esa es la verdad. En mi caso, que lo viví desde adentro, me ayudó muchísimo. Cuando llegás te aclaran que venís a entrenar mucho, a aprender y a formarte como profesional; está en vos si lo aceptás o no. Me dolió que haya descendido, pero son cosas del juego y, como dijo Pepe, el juego te pone donde tenés que estar.

   —¿Para ustedes qué significó quedar eliminados con San Martín el otro de Corrientes?

   —Para mí fue durísimo, no me lo esperaba; todavía siento un gustito amargo.

   —¿Por el rival que era?

   —Por todo. Por el rival y porque sentía que estábamos para llegar a semis, pero nos ganaron bien.

   —¿Se los perdonan fácilmente en Corrientes o jugar a la distancia y en una temporada más fría le quitó dramatismo a la eliminación?

   —Fue una temporada atípica, pero a los hinchas, dirigentes y jugadores nos quedó la espina clavada.

   —¿Haber integrado la Selección lo tomaste como algo pasajero o seguís ilusionado con ser parte?

   —Cumplí un sueño y un objetivo. Fue un reconocimiento al esfuerzo y un impulso a querer más. Por eso ya estoy entrenando, dos semanas después de haber quedado afuera de la Liga.

   El mendocino Martín Fernández, aquel pibito que llegó a la ciudad, ya creció y no necesita GPS para buscar su destino; la ruta sola lo conduce a Bahía, donde tiene todo para seguir creciendo y, también, siendo feliz.

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