Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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“No existimos como entidad”, asumió Federico Iriburo, presidente del Centro de Entrenadores de Bahía Blanca

Cómo les afectó la pandemia a los entrenadores de básquetbol. Lo que le plantearán a los clubes y la línea de trabajo.

Federico Iriburo contó la situación de los entrenadores. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva. y archivo.

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

(Ampliación de la edición impresa)

 

   Se va terminando el año y el básquetbol quedará marcado por la pandemia, como la mayoría de las actividades. Los entrenadores de básquetbol debieron afrontar una realidad desconocida, reinventarse, tomar opciones y abrir la cabeza en todo sentido.

   “Fue un año de adaptación, porque ninguno podía prever esto”, resumió Federico Iriburo, presidente del Centro de Entrenadores de Bahía Blanca.

   “Las situaciones se fueron resolviendo a medida que transcurrió el tiempo. Para muchos es su entrada principal. Algunos -aclaró- tuvieron que buscar alternativas de subsistencia, porque se veía que el básquet no volvería en lo inmediato”.

   —¿Cómo respondieron los clubes desde lo económico?

   —Algunos, con mucho esfuerzo, cumplieron el cien por ciento de lo que se había acordado; otros, en diferentes porcentajes y el resto, como no tenían ingresos ni manera de recaudar, decidieron cortar el vínculo. Con el paso del tiempo, se reacomodaron y volvieron a la actividad. Fue bastante dispar.

   —¿El Centro se involucró?

   —Lo primero que hicimos fue una reunión con 90 entrenadores de la ciudad, para conocer las diferentes realidades, saber cómo estaban y quién necesitaba asistencia. Conseguimos algunos bolsones para los más necesitados, también nos comunicamos con los árbitros y el consejo de la Asociación, con el fin de hacer algo en conjunto. La respuesta de la ABB fue que iban a esperar las directivas sanitarias a nivel provincia. Después, como Centro de Entrenadores nos pusimos hombro con hombro para sumar. La realidad es que todos conocemos la forma de contratación y de vincularse de los entrenadores con los clubes; históricamente fue siempre igual. 

   —Existe complicidad de ambas partes en cuanto a las condiciones laborales.

   —Por eso, si fuéramos todos por la vía legal en contra de los clubes que no cumplieron, se enviarían 80 cartas documento y el que terminaría respondiendo sería el club como institución, el lugar donde trabajamos. Todos conocemos la realidad de los clubes, por eso no es la idea ir en contra.

   —¿Esto los hizo replantearse el tema laboral?

   —Lo que hicimos fue, como Centro, trabajar mucho para adentro, con el objetivo de mejorar esas condiciones de precariedad absoluta laboral. La idea es proponer diferentes formas con la que se beneficien ambas partes. 

   —¿Saben cuántos entrenadores viven del básquet?

   —Hicimos un censo para saber el porcentaje de ingreso que significa el básquetbol para cada entrenador y para el 60 por ciento de los que participaron de aquella reunión significaba el ingreso principal.

   —¡Alto!

   —Sí. Por eso fuimos a hablar a la Asociación y pedimos que los clubes hicieran el esfuerzo de cumplir la mayor parte de lo acordado.

   —¿Este tiempo les sirvió para evaluar que el básquet de Bahía, si bien es muy amplio, competitivo y le da trabajo a muchos entrenadores, es una actividad casi inviable para tener como único ingreso?

   —Sí, lo evaluamos porque esto, al igual que el sistema educativo y sanitario, hizo aflorar la precariedad. De hecho, nos hizo replantear la vida, porque en otros rubros, el Estado, al menos se hizo cargo de un 50 por ciento y el resto el empleador. Pero en nuestro caso no se puede hacer, porque no existimos como entidad. ¿Quiénes somos los entrenadores? La nada misma. Pueden o no cumplirnos. Es una suma de voluntades. Insisto, y no porque muchos clubes no quieran, sino que no pueden.

   —¿El objetivo pasa por formalizar?

   —Nosotros queremos sentarnos y buscar vías de solución que generen tranquilidad para ambas partes. Y la otra realidad es que la actividad ofrece muy pocos lugares para tantos entrenadores, que son aproximadamente 120.

   —¿Ante esta situación existe mayor unión entre ustedes?

   —Sí, hay predisposición e idea de subirnos todos al mismo carro, porque esto no pasa por una solución individual. Lo bueno que a aquellos que les cumplieron el 100 por ciento de lo acordado están en la misma situación que el resto.

   —¿Considerás que pueden tener aceptación por parte de la dirigencia?

   —Hay muy buena predisposición dirigencial. Algo falló en todos estos años, porque no se pudieron subir ni dos escalones de la escalera. Esto, más que para nosotros, los que estamos dando la vuelta, es para quienes vienen arrancando y ser entrenador de básquet lo ven como una posibilidad laboral, es decir, trabajar muchos años y tener estabilidad.

   —Los entrenadores en Bahía, por lo general, siempre tomaron el básquet como un ingreso extra. ¿Entendés que si logran legalizar la actividad pueden tener mayor profesionalismo?

   —Hace unos años que la Confederación, por intermedio de Eneba, te obliga a cumplir con algunos parámetros a nivel nacional, por lo que la actividad dejó de ser un kiosquito para ir en el rato libre. Es un trabajo en el que, si no estás a la altura, se nota, y más en Bahía. Si no participás de ninguna capacitación, con las modificaciones que tiene el básquet, en cinco años estás hablando de otro deporte.

   —Más allá de la obligatoriedad, ¿existe real interés por mejorar?

   —Sí, hay mucho interés, preocupación por profesionalizar la actividad y esto no se mide por cuánto cobrás sino por cómo hacés tu trabajo. Y los que están arrancando, sin importar la categoría que dirigen, van en esa búsqueda. Después, como en todos los rubros hay entrenadores excelentes, muy buenos, buenos, regulares y malos. Pero existe predisposición y aceptación de comprender que ya no alcanza con saber únicamente mucho de básquet.

   —¿La experiencia de haber entrenado mucho individualmente, puede favorecer para modificar hábitos de trabajo y buscar resultados por otro camino, más a largo plazo, sin priorizar siempre el resultado inmediato?

   —Es que vos podés ganar el fin de semana y el campeonato de U13, pero es insostenible si no trabajás adaptándote al básquet que viene. El que no comulga con la idea de que el básquet va por otro lado y no es un simple set ofensivo, en poco tiempo quedará afuera.

   —El tema es que muchos dirigentes y padres, justamente se basan por los resultados del fin de semana.

   —Pero el dirigente también debe cambiar. Si nosotros enseñamos de la manera que aprendimos originalmente, nos quedamos sin jugadores.

   —También el entrenador tiene que estar convencido para desarrollarlo así.

   —Sí. El entrenador tiene que tener herramientas y esto lo venimos discutiendo. Antes pasaba por el fundamento o set ofensivo y ahora es por una forma de jugar. Si se juega a la evolución y ejecución de los años 90, los chicos no van a poder jugar el básquet actual.

   —Para eso también se necesitan fundamentos. Y, generalmente, este trabajo queda relegado ante las derrotas.

   —Totalmente. Los entrenadores, en general, tenemos discusiones permanentes con dirigentes respecto de esto, porque piden que hagamos algo para ganar.

   —Claro, el tema es, ¿ganar cuándo?

   —Que ganar sea el resultado del proceso; si no valoramos los procesos, no valoramos el trabajo. Y es lo que generalmente pasa. Los entrenadores también debemos entender que trabajamos para otro, porque quizá en cuatro años, cuando esos chicos crezcan, vos tal vez no estás ni siquiera en el mismo club. Igual creo que está mucho más claro que hace 10 o 15 años. Antes los entrenadores arreglaban para dirigir su categoría y la hacían jugar como les parecía.

   —Igual, por lo que veo, en general se prioriza el resultado inmediato a partir de los sistemas y no de la libertad para el chico y su desarrollo.

   —Comparto. Pero cuando la herramienta que tenés es un martillo y te ponen un tornillo estás en un problemón. También hay que convencer voluntades de que el camino es por ahí.

   —Creo que pasa porque los entrenadores, quienes deben pregonar, estén convencidos, ¿no?

   —Defendiendo los procesos es la manera de defender el trabajo.

   —Por eso, el proceso por encima del resultado inmediato.

   —Exacto. Entonces, si vamos a negociar todos los años con el campeonato, cuando no salís campeón te quedás sin trabajo. Es decir, tampoco sirve.

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