Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Laura Cors y el método de Bahía Basket: “La bronca o el enojo no sirve”

La DT fue descubriendo de qué se trata el proyecto y hoy se identifica con el mismo. Se fue al descenso y actualmente dirige el equipo de la Liga Argentina. Entre las dos competencias sumaron 7 triunfos en 54 partidos. “La gente esto lo ve como un fracaso”, dice.  Y aclara: “Nosotros no hablamos de resultado, sino de progreso individual y colectivo”. Ella lo explica.

Laura Cors reconoció que cambió su forma de dirigir. Fotos: Archivo-La Nueva.

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

 

   Los números fríos que asustan (7 triunfos en 54 partidos), esos que impedirían sostener un proceso en un marco tradicional del deporte argentino, se desdramatizan en la intimidad de Bahía Basket.

   “Nosotros trabajamos sobre otras bases completamente distintas a lo tradicional. Después de perder con Atenas (resultado que determinó el descenso a la Liga Argentina) tuvimos un día libre y al siguiente empezamos la postemporada. Sabemos que esto es un lugar de desarrollo, se podría denominar una academia”, aclara Laura Cors, quien es parte del staff técnico y está al frente del equipo de Liga Argentina.

   A partir de esta lectura se interpreta que, más allá de compartir o no, los resultados inmediatos no mandan en este proyecto. Por eso, a pesar de la caída libre con altísimo porcentaje de derrotas, el mismo continúa siendo sustentable en el tiempo.

   —¿Qué les dejó la primera fase de la Liga Argentina?

   —Lo más importante es saber que estamos para poder darle a los chicos minutos de una buena competencia. A diferencia de otros clubes, somos un lugar donde desarrollamos jugadores jóvenes y la competencia es parte de ese desarrollo. Nosotros no hablamos de resultado, sino de progreso individual y colectivo.

   —De alguna manera, la competencia es un medio y no un fin.

   —Totalmente. La competencia es un medio y un elemento más. No hablamos ni de ganar ni de perder. Sí entendemos que es contra cultural y la mayoría de la gente no lo interpreta.

   —¿Cómo manejan el día a día, considerando que el desarrollo individual incluye la madurez en la competencia, y en el caso de Bahía Basket viene acumulando muchas derrotas?

   —Trabajamos todos los días intentando que esta constancia en el juego se pueda mantener. Para que no afecte todos los días hablamos, entrenamos, evaluamos los progresos y estudiamos el juego. Hoy (por ayer) estuvieron entrenando los chicos que no viajaron (Roca y Viedma) o jugaron pocos minutos.

   —¿Puede ser que la apuesta exclusivamente a jóvenes los exponga demasiado, considerando que son casi de tercera línea, por una cuestión de edad, respecto de los que presentaron años anteriores?

   —Fijate vos, yo no lo dije, casi de tercera línea y así y todo podemos competir. Ayer (domingo), si Germán Misetich metía un triple nos poníamos a 10 puntos faltando 3 minutos y compitiendo contra los mejores.

   —También, leyendo la estadística fría, contando la última Liga Nacional y lo que va de Liga Argentina, Bahía Basket acumula siete triunfos en 54 partidos.

   —Claro, pero a priori hay una desventaja y el gran desafío es mantenerlos competitivos. Y estos jugadores saben que en otros equipos no van a tener la cantidad de minutos como acá. Por eso nos preparamos todos los días, primero, intentando que ellos entiendan el proceso y para qué están. Nosotros somos los encargados de transmitírselos todo el tiempo y ellos lo aceptan y van para adelante.

   —En algún punto, esto de que el resultado no es prioridad, ¿no lleva al jugador, por momentos, a confundir libertad con, entre comillas, libertinaje en el juego? Ejemplo, tomar tiros irresponsables o no tener intensidad defensiva, algo que se está viendo con mayor frecuencia.

   —Nosotros no hacemos cambios castigo ni nada por el estilo, sino que ellos se buscan sus imágenes y ven oportunidades de mejora, de hecho así lo llamamos. No puntualizamos “acá defendiste bien o mal”, sino, cómo podés hacerlo mejor. Por eso digo que el método es completamente diferente.

   —Digamos, sin el látigo.

   —Para nada. Se lo intenciona, porque creemos que es por ese lado. Hay muchos jugadores, en general, que se frustran en esto de “lo hiciste bien o lo hiciste mal”.

   —En algunos casos se está notando.

   —Y... Bueno, hay un montón de jugadores con condiciones que hoy, a temprana edad, dejan de jugar o viven diferentes situaciones. La idea es que el jugador esté libre de estrés. Entonces, como vos decías, cuando se nota que defienden menos o que toman tiros apresurados, después lo ven en el video y analizan si lo hicieron mejor o peor. Ayer (por el domingo) tuvimos un gran momento de Ezequiel Paz, jugando en el último cuarto como nosotros le pedimos y así afloró ese juego que sabemos puede hacer. Ahora vamos a abrazarnos de eso que apareció en el último cuarto, cuando antes, si perdíamos por 20, casi que nos entregábamos. Para nosotros, que el equipo siga jugando a pesar del resultado, fue el partido. Es un trabajo a largo plazo, el mensaje y la intención está. Nosotros acompañamos ese proceso. Todo el tiempo estamos buscando estrategias en busca del camino.

   —¿Cómo corrigen los errores?

   —Primero detectar, “¿Qué te parece que estás viendo?”. Después, “¿Qué podrías haber hecho?”. Y todo eso se entrena en la cancha. Siempre desde lo individual y grupal. Tenemos que entender que es el camino más largo, pero no tenemos prisa.

   —¿El no tener urgencia y apostar exclusivamente al desarrollo les costó descender y ahora a sumar apenas tres triunfos en 14 partidos?

   —Estaremos en la categoría que nos corresponda. Lo que pasa que la gente esto lo ve como un fracaso. Hablamos mucho con Pepe (Sánchez) y él nos transmite su pensamiento. La pregunta de la gente, por lo general es “¿Vos te bancás un descenso o más?”. Ahí está el poder manejar el ego cada uno y si realmente crees en el proceso o no. Yo creo en el proceso, por eso estoy trabajando.

   —Es estar convencido de que el resultado acá no manda, de lo contrario ya te habrías frustrado como entrenadora.

   —Totalmente. En el común de mis colegas, esto es todo fracaso. En su momento, cuando le ganamos a Villa Mitre estábamos todos contentos y la charla posterior fue “chicos, esto es parte del proceso, no éramos los peores cuando perdíamos ni los mejores cuando ganamos. A seguir laburando". Uno tiene que ser equilibrado, lo que te permite estar y creer en ese proceso.

   —Por encima de los resultados colectivos, ¿Notás una evolución individual en esta camada que te toca dirigir?

   —Noto una evolución individual y grupal, lo que todavía nos falta es sostenerla por más tiempo. Y agregaría que en la burbuja de Junín nos faltó sostenerla en momentos clave, porque estuvimos muy bien en los tres primeros partidos y en momentos clave los rivales nos mostraron la chapa.

   —¿En algún momento te enojás, algo que generalmente no exteriorizás durante el juego?

   —Te mentiría si te dijera que no me enojo.

   —Es decir, no te da todo lo mismo.

   —No, a nadie. Trato de capitalizar mis enojos en nuevas propuestas, en buscar estrategias para poder llegar a ellos de la mejor manera, impactando en su vida, que es lo más importante y después en su juego. La bronca o el enojo no sirve. ¿Por qué tengo que enojarme, si ellos (los jugadores) hacen todo lo posible por ser mejores? Es muy filosófico. Y te digo, yo también le di una vuelta de rosca (sic) a mi forma de dirigir, porque era una entrenadora que me enojaba mucho, venía de la línea tradicional y exigente, con rebenque.

   —Es que el enojo es una reacción natural en determinadas situaciones adversas.

   —Ya aprendí a no sentirlo. Si yo quiero que suceda algo, me quemo las pestañas para lograr impactar en el jugador. Aunque reconozco que es más fácil el enojo o el cambio castigo, ¿Eh? De todos modos, nosotros estamos convencidísimos de que no es por ahí.

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