Bahía Blanca | Viernes, 28 de noviembre

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El precio de la carne: volvió el debate a la mesa de los argentinos

La demanda está cada vez más instalada desde el exterior. Pero lo cierto es que el número de cabezas no sube y el mercado se tensiona.

El valor de la carne (o el asado), siempre en la discusión. / Fotos: IPCVA y Rodrigo García-La Nueva.

Aunque desestimado (pero no eliminado), el debate respecto del precio de la carne vacuna en las carnicerías y en las góndolas de los supermercados volvió a instalarse en la mesa de los argentinos.

Partiendo del hecho (comprobable) que existía un retraso de actualización, por decirlo de alguna manera, y que la discusión de fondo es respecto del poder adquisitivo de los consumidores (un tema para tratar en otros espacios), hoy la certeza es que:

—El precio del asado en el mostrador aumentó un 64,7 % en los últimos doce meses (con la inflación al 31,3 % en igual período). Sólo en este octubre, el mismo tradicional corte subió el 8,2 % (cuando venía de un período moderado).

—En el mismo octubre, el cerdo subió 2,3 % y el pollo bajó 0,9 % (por tercer mes consecutivo).

En todos los casos, las razones son multicausales y en más de una ocasión ha obedecido a cuestiones estaciones; inundaciones que impedían la salida de los animales de los corrales hacia los mercados y frigoríficos; sequías que interrumpían los ciclos ganaderos; ausencia de incentivos y políticas gubernamentales negativas (que impedían una mayor producción). Pero ahora es diferente, ya que existe una demanda internacional instalada —con un mercado liberado y sin retenciones— y a precios cada vez más firmes.

En este contexto, es inevitable referenciar las estadísticas del stock bovino en la Argentina, ya que es una de las formas de entender lo que está sucediendo en la actualidad y que, incluso, acaso se profundice (en los años venideros cuanto menos).

De acuerdo con fuentes de la secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (SAGyP); del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la cantidad de animales actuales en todo el país es de alrededor de 51,6 millones. Como el dato suelto no suma, lo interesante es la comparación:

—En el año 1969: 48,3 millones de cabezas.
—En 1977: 61,1 M/C.
—En 1989: 50,7 M/C.
—En 1997: 59,9 M/C.
—En 2005: 60,8 M/C.
—En 2011: 48,2 M/C.

Es decir, mientras la población nacional se ha incrementado a un ritmo sostenido (Ej: 20 millones de habitantes en 1960; 27 M/H en los ochenta; 36 M/H en los 2000 y 46 M/H en 2022), el número de animales no ha seguido la misma secuencia. Más: hoy tenemos 10 millones de cabezas menos en relación a 1977, hace casi 5 décadas.

En paralelo, la distribución de los 115 kilos de proteína animal que consumimos por habitante por año (competimos de igual a igual por el primer puesto con los Estados Unidos, que ronda los 120 k/h/a) se ha ido modificando en los últimos años, ya que en carne vacuna pasamos de casi 100 kilos a los actuales 53 k/h/a, en favor de la recuperación de la aviar y de la porcina. Pero aquí la razón está más relacionada con cambios en los hábitos de consumo y de prácticas —denominadas por algunas sectores— como más saludables que a una cuestión de precio (que también existe, claro).

Se entiende, entonces, que la cantidad de producto disponible es menor a la demanda y, cuando eso ocurre, se genera una tensión en el precio. Cualquier parecido con la realidad de la carne argentina no es mera coincidencia. En tal caso, otra discusión se abre acá a partir de la siguiente pregunta: ¿por qué se produce la misma cantidad (o menos) de vacunos que hace 48 años? El comentario solo pretende, desde otra perspectiva, sumar otra voz en la discusión.

¿Lo que viene? Una de las explicaciones la ofrece Sergio Pedace, vicepresidente de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMyA): “Desde octubre (NdR: hasta esta semana) la carne subió un 15% y la realidad es que tendríamos que ir de a poco hacia los precios internacionales. Es decir, los valores al consumidor no solo no van a bajar, sino que se afianzarán y van a seguir subiendo”.

Pero agrega un dato más interesante (a propósito de ‘la carne es cara’): “Una pizza hoy vale 35.000 pesos. Por eso la gente todavía ve que la carne es barata porque la picada cuesta 9.000 pesos el kilo y se defiende un poco más”.

Tomando el bolsillo como un bien preciado y personal de cada uno, y que existe una gran variabilidad de precios, desde aquí se añade que un kilo de helado ronda los $ 25.000 y que una docena de empanadas supera los $ 20.000, respecto de un kilo de asado que, en esta última semana de noviembre, se puede conseguir entre 13 y 16.000 pesos.

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