Retenciones: del alivio del verano a la incertidumbre del invierno
Más allá del costo de U$S 800 M para el Estado, la duda es si la actividad se dinamizará más allá del 30 de junio.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
“Esto es hasta el 30 de junio (de 2025). O sea, el primero de julio la soja pierde el hechizo, se convierte en calabaza y de golpe pasó a la situación inicial”.
El productor agropecuario, dirigente gremial por la Sociedad Rural Argentina (SRA) y ex titular del Gabinete de Agroindustria en el primer tramo del gobierno del presidente Mauricio Macri (2015-2019), Ing. Agr. Santiago del Solar, no podría definir de manera más explícita las debilidades y (eventuales) fortalezas tras la medida de reducción temporaria de los derechos de exportación por parte del Gobierno nacional.
Tras la publicación del decreto 38/2025 en el Boletín Oficial, este lunes 27, el esquema de alícuotas de los principales cultivos —hasta aquel lunes 30— quedó de la siguiente forma:
—Trigo: del 12 al 9,5 %.
—Cebada: del 12 al 9,5 %.
—Poroto de soja: del 33 al 26 %.
—Aceite de soja: del 31 al 24,5 %.
—Harina de soja: 31 al 24,5 %.
—Sorgo: del 12 al 9,5 %.
—Maíz: del 12 al 9,5 %.
—Girasol: del 7 al 5,5 %.
—Economías regionales: al 0 % (permanente).
Del Solar había admitido, de todos modos, que la medida no deja de ser positiva. “Pero la temporalidad interviene negativamente en la toma de decisiones del productor. Y genera incertidumbre en un sector que requiere planificación a largo plazo”, dijo en Rivadavia Agro.
Más allá de esas declaraciones, está claro de que “algo había que hacer” y, como siempre sucede en la toma de decisiones, las repercusiones posteriores se mueven de acuerdo con los intereses particulares de cada sector.
De acuerdo con los datos del ministerio de Economía de la Nación, a cargo de Luis Caputo, la reducción temporal de las retenciones implicará una caída de ingresos por 800 millones de dólares.
En este sentido, hay que considerar que las exportaciones del sector para el corriente año —en concepto de DEX— se preveía de poco más de U$S 8.000 millones, con la soja —y sus derivados— como principales actores con casi U$S 5.700 M.
La caída de los precios internacionales y la sequía de zonas productivos han hecho disminuir la estimación total granaria de la Argentina a pocos más de 31.000 millones de dólares.
En lo operativo, hay que considerar que los exportadores deberán adherirse a un régimen especial de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) y, además, tendrán que liquidar el 95 % de las divisas declaradas en un plazo no mayor a 15 días hábiles. En este sentido, ya aparecieron algunos reclamos por la inviabilidad de respetar tales plazos para un número importante de gestiones. Se verá.
Como una forma de ver el vaso medio lleno, desde la gerencia de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, se asegura que la baja de las alícuotas genera incentivos claros para que los productores comercialicen parte de los niveles de stocks acumulados (rondan las 10 millones de toneladas de soja de campañas previas), al tiempo que impulsa las ventas de la campaña en curso.
También que se podría traducir en una oferta adicional significativa, contribuyendo a la generación de divisas y una mejora en la recaudación fiscal, fortaleciendo variables clave para la estabilidad macroeconómica.
Incluso, desde la Bolsa de Cereales se calculó los negocios por venir desde este lunes 27: la diferencia entre la recaudación con las alícuotas actuales y las anteriores implica una mejora de aproximadamente 1.000 millones de dólares; y si además se comercializara parte del stock de soja de campañas anteriores, con la mitad por ejemplo, se podría esperar un adicional de U$S 500 millones.
Y aquí la línea optimista de la entidad termina chocando con la postura de Del Solar, cuando sostiene que al reducirse la carga tributaria, los productores dispondrán de mayores márgenes para reinvertir en tecnología y producción (siempre y cuando la medida se extendiera más allá del 30 de junio).
Es decir, hasta uno podría animarse, aún con un cierto margen de error, a afirmar que la medida tiene puntos de contacto con el dólar soja implementado oportunamente por el gobierno nacional previo. En tal caso, resulta interesante será saber qué sucederá en la mañana del martes 1 de julio de 2025. Falta mucho por transitar, más aún por los vaivenes de una actividad clave inmersa en una economía compleja, pero hacia allá vamos.
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