Agricultura defensiva: un concepto que vuelve a abrir el debate
En un escenario cada vez más desafiante, la orientación hacia otras prácticas obliga a un (necesario) replanteo.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
El resurgimiento de la labranza tradicional en lotes de zonas productivas de nuestro país, una circunstancia que pasó de la cobertura del 95 al 78 % en unos pocos años, tiene una explicación (en la palabra del Ing. Agr. Marcelo Torres, presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa: “Es cierto, la labranza está avanzando. Pero también lo es que no tiene ningún beneficio”, admite.
“Su regreso es consecuencia de una elección defensiva de los productores ante la incertidumbre y, además, en la búsqueda de lo ya conocido en una misión de corto plazo. ¿A qué se debe? Esta agricultura defensiva, por decirlo de algún modo, es por los constantes cambios de reglas de juego, por la importante presión fiscal y demás”, añade.
Es decir, o podría interpretarse, a los efectos de mantener una concepción darwiniana de la cuestión los agricultores pasan a un modo supervivencia para que el futuro aún los tenga trabajando tranqueras adentro.
“El productor se encuentra en una pelea de un round. Y dice: ‘La prioridad es resolver el tema de la manera más conocida que tengo’. Y esta es la situación que ha llevado a que se aferren a lo que ya han experimentado en el pasado”, sostiene.
Torres afirma que el sector afronta un escenario de cambios desafiantes provocado por numerosos factores, desde eventos climáticos extremos, pérdida de rentabilidad, exigencias crecientes de los consumidores, desinterés de los jóvenes por la actividad y la aparición de nuevas tecnologías. Y que estas circunstancias, presentadas como debilidades en ese exigente mundo, deben ser disparadores para pensar y construir nuevas alianzas.
Una de las manifestaciones, de la que Torres —en diálogo con Pool de Periodistas— denominó agricultura defensiva, se expresa desde la aplicación de dosis de fertilización insuficientes. En tal sentido, dice: “Los productores están utilizando una cantidad de fertilizantes que no alcanzan para reponer lo que hacemos. Esto ratifica, insisto, la priorización de costos a corto plazo sobre la salud del suelo a largo plazo. Este escenario no es el más deseado y por eso debemos ir, entre todos, hacia una mirada sistématica para avanzar respecto de las soluciones”.
Lejos de asegurar que la siembra directa es la única solución a todas estas problemáticas (nuevas y viejas), en especial para brindar otras alternativas a la aparición de malezas cada vez más resistentes y a la compactación del suelo, el presidente de Aapresid entiende que el modelo productivo no está agotado, sino que se encuentra en evolución.
“Si volvemos a prácticas que ya demostraron ser destructivas, vamos a retroceder décadas. La siembra directa debe ser un pilar, pero encima se deben construir sistemas cada vez más resilientes”, explica.
En este sentido, la pigüense Carolina Meiller, directora adjunta del Programa Prospectiva de Aapresid, en un reciente diálogo con La Nueva. también aportó en este debate, no sin admitir que algunos productores se han apartado de la siembra directa por la necesidad de prácticas temporales para manejar situaciones complejas, tales como malezas u otras relacionadas con la rentabilidad: “Hemos estudiado, y confirmado a través de trabajos científicos y colaboraciones con productores, la importancia de mantener la biología y la estructura del suelo. Es decir, cualquier implementación mecánica genera un disturbio que siempre tratamos de evitar. Por eso desde Aapresid dedicamos, de manera constante, a construir y compartir conocimiento para demostrar que existen otras formas de trabajar”.
El debate sobre el cuidado del suelo y la sustentabilidad en la producción de alimentos recién se inicia. Y se consolida.
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