Maternar: no es instinto, es elección
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El tercer domingo de octubre es una fecha en la que se entremezclan sentimientos. Hay homenaje, saludos, algún regalo si el bolsillo lo permite, y también recuerdos atravesados por la nostalgia de las ausencias.
Pero el tercer domingo de octubre también obliga a la reflexión; si hay algo que no quiero a estas alturas es mantener “el orden social”. Así lo expresa Bourdieu cuando plantea que todas las personas tienen cierto interés en no comprender o en desconocer los significados de la cultura en que viven. Esa forma de “analfabetismo” involuntario hace que cuestiones de la vida cotidiana no se entiendan, siendo una forma de mantener y reproducir el orden establecido.
Por ende, ya no se puede romantizar la maternidad, no se puede edulcorar la función materna; menos aun sostener la concepción de “madre por instinto”, “la biología te dio un cuerpo para gestar y unos pechos para nutrir”, una madre abnegada, alejada de decisiones, de elecciones y de la posibilidad de disfrutar.
Generaciones “jugando a las muñecas”, entrenadas desde la infancia para lo doméstico, lo obligatorio, lo sacrificado a cambio del honor de dar vida, de dar a luz un ser. Columna aparte merece la mujer infértil que incluso en la actualidad, y de acuerdo con algunos paradigmas es víctima y devaluada. Por eso recomiendo, cada tanto, releer El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, y su concepto sobre maternidad.
Es evidente que a lo largo de la historia el concepto de maternidad cambia de acuerdo con ciertos intereses y respondiendo en consecuencia a ciertos ideales. Del instinto maternal y el amor incondicional como pasaje a un destino obligatorio, el concepto muta, cobra fuerza, gana espacios y emerge un paradigma que permite explicar la función: el concepto de maternar.
¿Qué es maternar? ¿Quién materna?
El siglo XXI (por suerte y gracias al trabajo de muchas) trae consigo el desplazamiento del eje centrado en el rol biológico y social y se expande hacia un verbo que trasciende estas categorías de instinto, de obligación, de mandato ligada al género.
Maternar amplía “el horizonte”, describe una acción signada por el afecto y el cuidado. Implica la noción de proceso físico, mental y emocional que involucra quienes ejercen funciones de crianza y de sostén. De esta manera se puede brindar cuidados, protección, de una manera amorosa a cualquier ser.
Maternar es un verbo, en infinito, implica acción constante.
Maternar es escuchar, amar, contener también soltar; no es pasivo, se resignifica en cada acto. Es aprendizaje y también error, es alegría y también frustración. Es un proceso difícil, donde las emociones entran en tensión y no todo es “color de rosa”, hay lugar para el enojo y también culpa. Maternar implica que también hay tiempo y espacio para el deseo personal.
La época actual demanda la presencia de abuelos/as, tíos/as, cuidadores/as, amigos/as que acompañan y en ocasiones también sostienen. “Nadie materna sola”, la época actual demanda cuidados colectivos, redes de vínculos para sobrellevar la complejidad de criar y dar sentido en este tiempo. Feliz día y gracias a quienes maternan.