Bahía Blanca | Sabado, 26 de julio

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Trigo: el paso de gigante que prometen los bioestimulantes

La incorporación de productos biológicos muestran, entre otras bondades, una mejor adaptación frente a condiciones de estrés por sequía.

El trigo, icónico cultivo de la región. / Fotos: Rodrigo García-La Nueva.

La búsqueda de un mayor rendimiento para los cultivos, en calidad y en cantidad a partir del manejo adecuado del lote, es uno de los desafíos para incrementar la producción.

Para el caso de nuestra región del sudoeste bonaerense, así como la zona lindera de la provincia de La Pampa, la incorporación de productos biológicos han mostrado, de acuerdo con variados ensayos, una mejor adaptación frente a condiciones de estrés por sequía, una característica habitual de esta zona, así como para el caso de temperaturas extremas, sea en casos de calor como de frío intenso, que se extiende a las heladas.

El Dr. Martín Díaz Zorita, quien egresó de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam), desarrolló su maestría en la Universidad Nacional del Sur (UNS) y se doctoró en la Universidad de Kentucky, en los Estados Unidos, lo explicó de esta manera para el caso del trigo, el cultivo icónico del SOB: “Para que desarrollen mejor su performance, los bioestimulantes siempre deben aplicarse antes de que las plantas presenten síntomas propios del estrés, ya que esto potencia la resistencia. En tal sentido, es crucial identificar el tipo de estrés; es decir, si puede prevenirse mediante monitoreo o si sólo pueden tratarse después de su ocurrencia, como en el caso de heladas o de granizo. Esto se debe a que, muchas veces, los compuestos que ayudan a mitigar dicho estrés ingresan por los estomas, que están cerrados en plantas ya estresadas”.

Díaz Zorita fue más allá cuando ponderó la rapidez con que las plantas responden al estrés, ya que las señales hormonales enviadas desde la raíz llegan a las hojas en sólo 47 minutos.

También que, para lograr una mayor respuesta en el rendimiento, la clave es entender los ciclos de crecimiento de los cultivos y las fases en las que se acumula biomasa. “¿Por qué? Porque en los ensayos realizados en los últimos 20 años se observó que la mayor respuesta al uso de bioestimulantes se da cuando los cultivos reúnen más biomasa durante el período de crecimiento. Por caso, en cultivos de trigo la aplicación de los productos en la fase de macollaje ayuda a las plantas a enfrentar restricciones de agua en el llenado de la espiga”, explica.

Pero acá no existe la magia: “Si la lluvia no acompaña, la respuesta disminuye considerablemente. En ambientes con rendimientos bajos, con menos de 2.000 kilos por hectárea por ejemplo, los efectos de los bioestimulantes son limitados, independientemente de los tratamientos que se realicen”, indicó Díaz Zorita, durante un encuentro de la Regional Carhué-Guaminí de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) realizado en el establecimiento Santo Domingo, en cercanías de Bonifacio, distrito de Guaminí.

Más profundidad en el tema aportó el profesor e investigador adjunto de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER y gerente de desarrollo de productos biológicos en InsuAgro, Edgardo Arévalo, quien dijo que condiciones como exceso de radiación, exposición a temperaturas extremas, déficit hídrico e, incluso, la persistencia de herbicidas en el suelo activan mecanismos fisiológicos en las plantas tales como oxidación de compuestos para la obtención de energía, o el cierre de estomas para reducir pérdidas de agua.

“Si bien estos mecanismos permiten asegurar su subsistencia, reduciendo la actividad fotosintética, afectan la producción de biomasa y los rendimientos. Ahí es cuando los bioestimulantes aparecen en escena como compuestos capaces de intervenir en estos procesos y cuyo uso adecuado podría ser de gran importancia para ayudar a los cultivos a sobrellevar situaciones de estrés e, incluso, reducir pérdidas”, detalló.

De acuerdo con la Red de Nutrición Biológica de Aapresid (RNB), el uso combinado de productos biológicos (aplicados en semilla) con fertilizantes tradicionales aumentó significativamente el rendimiento del trigo en relación al uso de fuentes tradicionales como única estrategia de nutrición, con respuestas en torno a los 202 y 368 kilos por hectárea.

Asimismo, el rendimiento alcanzado en trigos tratados únicamente con tecnologías biológicas (sin fertilización) fue similar al logrado a través de la fertilización tradicional, tal como ha quedado comprobado en ensayos realizados en campos ubicados en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.

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