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Riego por pivote en el SOB: ¿cuáles son las claves a tener en cuenta?

Establecer la calidad y la cantidad de agua disponibles es el primer paso para quienes invierten en esta herramienta decisoria en el negocio agropecuario.

El riego es una herramienta esencial para la producción de cultivos extensivos. / Fotos: Andrea Castaño-La Nueva.

Para regiones productivas como el sudoeste bonaerense, y aun en zonas cercanas de las provincias de La Pampa y de Río Negro (en el mejor de los casos poseen promedios de precipitaciones anuales que apenas superan los 500 milímetros), el riego por pivote se ha convertido en una herramienta poderosa que no solo incrementa y estabiliza los rendimientos agrícolas, sino que es una salida que asegura la rentabilidad del negocio agropecuario.

De todos modos, cada vez más se impone una condición ineludible si se pretende tener éxito en una inversión relevante que demanda reducir los márgenes de error a la hora de aplicarse.

El Ing. Agr. Juan Pablo Giubergia, quien desde el INTA Manfredi —provincia de Córdoba— trabaja en estas herramientas, sostiene que es fundamental analizar la calidad del agua, así como del suelo, antes de iniciar un proyecto de estas características.

“El agua de riego, especialmente el de perforación, a menudo contiene sales sódicas que pueden acumularse y degradar el suelo y así se termina afectando la fertilidad y la dinámica del agua. Por eso es crucial generar directrices de calidad para que los productores puedan anticipar problemas y decidir si el proyecto es viable, que debe ser una práctica común para los inversores en riego”, explica.

“Además, el monitoreo continuo del suelo después de instalar el sistema es vital para garantizar la sostenibilidad y evitar la salinización. Quiero decir, el riego es una herramienta poderosa que incrementa y estabiliza los rendimientos agrícolas, pero solo si se realiza un manejo sostenible basado en análisis de agua y de suelo”, asegura.

¿Por qué se tiene que estudiar sí o sí? La respuesta es sencilla, en la opinión del especialista.

“El productor lo debe hacer porque está invirtiendo dinero y si no lo realiza puede tener un efecto negativo sobre el recurso suelo; es decir, sobre su propiedad. De allí la vital importancia”, dice Giubergia, en diálogo con La Nueva., en el marco del IV Congreso Internacional de Riego por Pivote Central realizado recientemente en el campus de la Universidad Nacional del Sur (UNS), en Altos del Palihue.

Una vez que el sistema de riego ya está instalado, el monitoreo del suelo es igualmente indispensable, como se comprenderá, si lo que se pretende es garantizar un manejo sostenible. Esto es muy importante para entender cómo evoluciona el sistema, no solo en términos de nutrientes, sino también respecto de la salinización o de la sodificación.

Cumpliendo con los parámetros adecuados, las fortalezas no son pocas. En tal sentido, Giubergia definió el riego como una herramienta esencial para la producción de cultivos extensivos. Y el beneficio principal no es solo el aumento de la productividad.

Ing. Agr. Juan Pablo Giubergia, de la EEA del INTA Manfredi.

“Es una herramienta que, bien utilizada y teniendo en cuenta todas sus variables, nos permite incrementar la producción y, especialmente, dar estabilidad a los rendimientos de los cultivos en el transcurso del tiempo”, explica.

“La estabilidad es clave para el negocio agrícola, ya que permite al productor depender menos de la variabilidad climática y de las precipitaciones, que son los principales factores limitantes en la producción en secano (léase sudoeste bonaerense). La previsibilidad resultante reduce el margen de error, eso está claro, ya que uno puede precisar cuánto cosechará”, añade.

Otro punto vital: para que estos beneficios se sostengan, el manejo del productor debe ser no solo sustentable, sino sostenible. De concretarse este aspecto, también se estará en frecuencia con las exigencias internacionales respecto de cuestiones ambientales hacia los productores que proveen de alimentos a todo el mundo (también la Argentina, claro).

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