Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

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Carne vacuna: ¿no alcanza con ser campeones mundiales?

Más allá de las exigencias de los mercados europeo y estadunidense, el ganadero argentino sabe que debe ser más eficiente y competitivo para seguir en carrera.

Estand argentino en la SIAL China 2023. / Foto: Prensa IPCVA

Con exigencias —desde los mercados importadores— cada vez más acentuadas en procura de una actividad ganadera con manejo sustentable, los productores de carne vacuna argentina, la que es considerada como la mejor del mundo (en opinión de los propios compradores), son concientes del trabajo que tienen por delante para evitar que los sigan mirando por encima del hombro.

Generar proteína animal es, para nuestros ganaderos, un desafío que va más allá de dar respuesta a cuestiones medioambientales para salir del lugar en que se ha colocado al sector por ser —se asegura, con escaso rigor científico— uno de las principales propulsores de gases de efecto invernadero (GEI).

Para la (demandada) carne vacuna argentina, la exportación ofrece, hoy, dos mercados claramente diferenciados.

Por un lado están China, principalmente, y Asia, cuyas comunidades no detienen el ascenso social —iniciado hace una década— que repercute en cambios respecto de la alimentación a partir de contar con recursos económicos para incorporar proteínas en calidad y cantidad. La referencia no es menor: se trata de alrededor de 6.000 millones de personas; esto es, casi el 75 % de la población mundial.

En otras palabras, es un mercado en franco crecimiento ya que, al menos por el momento, no parece dar indicios de una eventual caída. Incluso, las exigencias aquí no son tan significativas, también por ahora, a partir del posicionamiento de una producción argentina que se realiza de manera extensiva y en respeto a las cuestiones de sustentabilidad.

No sucede lo mismo con los mercados europeo y de los Estados Unidos, los que demandan carnes de mayor calidad y exigen —ni piden ni solicitan— condiciones de trazabilidad, sostenibilidad, bienestar animal, cuestiones sanitarias y demás que impide, por el momento, una expansión de los volúmenes exportables.

No sólo eso. A diferencia de China y de Asia, este restante 25 % de la población del planeta sigue cambiando hábitos alimenticios, y hasta conductas del día a día en favor de una vida más saludable, dicen, donde la prioridad de la cadena alimenticia pasa por una fuerte incidencia de las verduras y de las frutas. Este proceso, definitivamente, ha atravesado la barrera del denominado 'vino para quedarse'.

La pregunta en estos casos es la de siempre: ¿Qué hacemos con esta información?

El Ing. Agr. Adrián Bifaretti, jefe de Promoción Interna del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), lo explica de esta manera: “No sirve ser los campeones mundiales (de fútbol) e identificarnos con la mejor carne. Es decir, no nos alcanza. Hoy, los mercados exigen mayores estándares en materia ambiental y es ahí donde debemos trabajar. Desde la ganadería, haciendo más eficiente la producción, hasta organizaciones de ciencia y técnica, desarrollando conocimientos y demostrando que nuestros sistemas productivos capturan más carbono que el que emiten. Contar con esta validación científica permitirá demostrar que la ganadería argentina es diferente respecto de otras industriales del resto de los países”.

En la misma línea, Adriana Andrés, titular de la Asociación Argentina de Producción Animal (AAPA), admitió las exigencias de los mercados importadores de la carne argentina: “El interés por este tema es creciente y, especialmente, en las nuevas generaciones que entienden la importancia de cuidar el medio ambiente, mientras se produzca de manera sostenible y teniendo en cuenta el bienestar animal”.

La cuestión, según Andrés, excede el marco ganadero: “Esta conciencia repercute, además, en la demanda del consumidor que elige qué comprar. El bienestar animal y lo que tiene que ver con los indicadores ambientales que hacen que la producción sea beneficiosa no sólo para la sociedad, sino que no produzca alteraciones a nivel ambiental, tiene cada vez más protagonismo en la voz de quien consume”.

Lo cierto es que a la ganadería se la continúa observando con una lupa (ampliada). Y, al margen de las políticas macroeconómicas de turno, sigue en manos de la cadena la responsabilidad de trabajar para que nadie dude en qué lugar se produce la carne del país campeón del mundo.

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