Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Contámela de nuevo: la exportación cerealera superó los U$S 40.000 M en 2022

El récord, que es histórico, se pondera por el contexto de sequía. El sector representa más del 40 % del total de la comercialización argentina.

Operatoria de exportación de cereales en Ingeniero White, uno de los principales puertos argentinos. / Rodrigo García-La Nueva.

   Con los 40.438.170.941 dólares exportados durante el recientemente concluido 2022, la agroindustria argentina rompió todos los récords previos registrados y ha podido sortear, a los fines de las arcas del Estado, la situación compleja de una sequía (de tres años) que parece no terminar nunca.

   Se concluye que la exportación, que contempla mayormente a cereales, harinas y aceites (incluido el biodiesel) del complejo agroindustrial registrada oficialmente en la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), es el 22 % más respecto del año 2021 (U$S 32.807 M).

   Si bien aún no existen cifras oficiales sobre las exportaciones totales de la Nación del año 2022, se prevé que ronden los 100.000 millones de dólares. Referencia: a este septiembre, inclusive, era de U$S 82.293 millones, casi un 37 % más respecto de 2019.

   En ese total se incluye a otros sectores como la minería; la economía del conocimiento (que se incrementa en forma notable); la energía y las industrias, entre ellas la automotriz. En otras palabras, el sector cerealero explica así más del 40 % de todas las exportaciones argentinas que, en el caso de incluirse a la agroindustria en general, se extiende a casi el 70 %.

   Aquellos más de U$S 40.000 millones se lograron con el repunte de las exportaciones de este diciembre, que llegaron a 3.706.639.602 dólares. Esto es, un 34 % superior a igual mes de 2021 y un 112 % más respecto de noviembre de 2022.

   En este sentido, las razones se entienden por el decreto 787/2022 del Gobierno nacional del denominado dólar soja II, con condiciones especiales de tipo de cambio —con una moneda de 230 pesos— que impulsó la comercialización frenada por la brecha cambiaria. Por lejos, esta herramienta, por decirlo de alguna manera, fue la más aplicada en el mes de cierre de año.

   El objetivo —de mínima— del ministerio de Economía, Producción y Agricultura, a cargo del Dr. Sergio T. Massa, era de 3.000 millones de dólares. Al final, se cosecharon U$S 3.395 M.

   Con el dólar soja I, que se concretó hasta el último 30 de agosto y tenía un tope anclado de 200 pesos por dólar ingresado, había expectativas para recaudar U$S 5.000 millones. El registro oficial llegó a los U$S 8.120 M.

   Otra de las explicaciones de una mayor recaudación, siempre en un contexto de sequía extrema que se extenderá a la campaña venidera, es el sostenido incremento de los precios internacionales de los commodities agrícolas.

   La revalorización en soja y en maíz, especialmente, y en girasol y en trigo repercute en los valores exportables.

   En el inicio de la pandemia, en marzo-abril del año 2020, las exportaciones argentinas sintieron el impacto inicial casi al mismo nivel que el comercio internacional, pero desde entonces no han parado de subir en volumen, al tiempo que los precios se han ido hacia arriba.

Producción agrícola en el SOB, en una imagen de esta semana.

   Pero no todo es color de rosa en la balanza. La misma suba de precios que ponderamos a los efectos de la exportación se revierte respecto de los commodities que la Argentina debe importar. Una muestra, más que un botón: en el tercer trimestre de año que concluyó, los valores de la exportación aumentaron hasta el 25 %, cuando los de la importación rondaron el 40 %.

   ¿El futuro? Como en todas las cadenas relacionadas con el sector agropecuario, la bisagra es la lluvia. O saber cuándo empezará para revertir la historia.

   Lo único cierto, para mirar el vaso medio lleno, es que la demanda por alimentos está instalada y que, en la medida de que estén disponibles, habrá mercado en el mundo para colocarlos y, de paso, incrementar los (indispensables) ingresos de dólares. ¿Rezamos juntos?

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