Bahía Blanca | Miércoles, 08 de mayo

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Trigo 2022/23: ¿Vendrá con el pan bajo el brazo?

El área sembrada bajó de 6,7 millones de hectáreas a 6 M/H. Y habrá que ver la calidad. En medio de la multicausalidad, el clima encabeza la lista.

Producción de fina en lotes cercanos de Bahía Blanca. / Fotos: Rodrigo García y Emmanuel Briane-La Nueva.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

    A poco de terminar la última cosecha, los productores trigueros del país en general, y de nuestra región en particular, se frotaban las manos con los resultados y proyectaban la próxima campaña.

   Con el paso del tiempo, el desaliento (y la falta de lluvias, entre otras variantes recurrentes) fue derribando una espiga detrás de otra.

   Tras una siembra de 6,7 millones de hectáreas y una cosecha final de 21,8 millones de toneladas, ambas récords, la campaña 2021/22 fue la responsable de semejante ilusión.

   Los últimos informes de las principales Bolsas de Cereales, entre ellas la de Bahía Blanca, dan cuenta de la caída.

—La siembra a nivel nacional concluyó —este mes— con una proyección de 6 M/H. La caída es de casi el 10 % respecto de 2021/22.

—De acuerdo con esa superficie, se puede calcular que se espera una producción de alrededor de 19 M/T. En la campaña anterior, la cosecha fueron aquellas 21,8 M/T.

—En el ámbito regional, de acuerdo con la BCP, en los 45 departamentos o distritos —sea Buenos Aires o La Pampa— en los que actúa con referencia hacia el puerto de Ingeniero White, se aguarda una superficie de 1,58 millones de toneladas; esto es, un 4 % menos en comparación con la campaña previa.

—Del mismo modo, las exportaciones de trigo sentirán el impacto de la caída en la producción: se prevé una salida de 13 millones de toneladas (poco más de 21 % menos en relación de 2021/22) y, en el marco de los negocios en el mundo del trigo, la Argentina pasaría del 8,1 % del ciclo previo al 6,2 % para 2023.

   Todas las referencias vienen a cuento en el contexto de un crecimiento de la demanda mundial por alimentos clave, entre ellos el cultivo icónico para la elaboración del pan, un producto clave de la mesa de los argentinos y de las argentinas (sentado a la derecha de la carne vacuna).

   Y también en el marco de las consecuentes necesidades (históricas) de dólares por parte del fisco de nuestro país que, a esta altura, nadie desconoce acerca de su relevancia para los meses de diciembre, enero y febrero.

   Ahora bien. ¿Qué pasó?

   El campo está sometido a todos los riesgos de una inversión a cielo abierto.

   A falta de seguros integrales para una producción de este tipo, que se da en un número superior a lo que uno supone (pero es un tema a tratar en otra oportunidad), la aparición de La Niña (secuencia de fenómenos, en general, con precipitaciones por debajo de los promedios) conllevó no pocas dificultades en una de las zonas de mayor siembra del país, y no precisamente la cercana al puerto de Bahía Blanca.

   El fenómeno se apreció en las provincias de Santa Fe, donde hay que remontarse a 60 años para otro otoño-invierno semejante por la falta de 270 milímetros en una ventana clave; Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires, principalmente. En muchos de estos casos, el período sin lluvias fue (y es) de entre dos y tres meses.

   Mas. Esa ausencia de agua impidió la siembra, en algunos casos, y retrasó otras, sabiendo que, en trigo, una correcta humedad en el momento de la implantación representa el 50 % del éxito futuro en la producción y en el rinde, según sea el caso.

   De persistir La Niña, tal como algunos pronosticadores de clima han anunciado, sólo Dios sabrá cuántas espigas llegarán, y en qué condiciones, a los meses de noviembre, en el norte del país, y en diciembre y en enero desde el centro hacia nuestra región.

   Es decir, más que nunca están cuestionadas aquellas 19 millones de toneladas que se esperan cosechar, como proyección de hectáreas, en el verano 2022/23.

   Otro condicionante para la ecuación del productor triguero es el incremento del precio de los fertilizantes, a partir de un aspecto externo sobre el cual es atinente aclarar: Si alguien en algún momento pensó que la guerra entre Rusia y Ucrania podría beneficiarnos, ya lo debe haber desestimado. O tendría que hacerlo.

   La Federación Rusa no sólo es uno de los principales productores del petróleo y de gas del mundo, sino también lo es de fertilizantes. Del mismo modo, junto a Ucrania son los principales exportadores mundiales de trigo.

Cosecha de trigo en Rusia.

   Una (eventual) menor utilización de fertilizantes en trigo presume afectar los niveles de calidad, y de cantidad, así como futuras rotaciones agrícolas para mantener los mismos, o mejores, niveles de sustentabilidad del suelo.

   El mercado triguero sigue intervenido por el Gobierno nacional, que mantiene el nivel de retenciones (DEX) en el 12 %, al igual que el caso del maíz.

   ¿El precio? Los 290 dólares por tonelada, en promedio para esta semana, que podrían llegar a U$S 300 para enero venidero en el Mercado de Chicago, afectarán la ecuación de los productores. De todas maneras, de acuerdo con analistas consultados, por el momento persiste un margen de rentabilidad positivo.

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