Bahía Blanca | Domingo, 06 de julio

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La soledad no es cuestión de edad

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Hasta hace unos pocos años la soledad era una problemática que se circunscribía a la tercera y cuarta edad, a tal punto que muchos países destinan recursos y políticas públicas para tratar dicha situación. Países Bajos, por ejemplo, implementa cajas en los supermercados para que quienes se sientan solos puedan socializar y con el/la cajero/a sin tener en cuenta el factor tiempo.

Cabe preguntarse: ¿el aislamiento o el sentirse solo/a es un mal que acecha a franjas etarias que parecían inmunes al problema?

Un estudio reciente publicado por la Comisión sobre Conexión Social de la Organización Mundial de la Salud, revela que 1 de cada 6 personas a nivel mundial es afectada por la soledad y sin dudas dicho fenómeno tiene gran impacto en la salud mental.

Entendida como un mal contemporáneo, en el que el avance tecnológico no es garantía de generar vínculos, de acuerdo con el organismo mundial, la soledad está asociada a 871.000 muertes al año.

La alarmante cifra no involucra como antes a “los más viejos”, sino que abarca a todas las edades, pues si bien un tercio son personas mayores, los adolescentes se llevan la cuarta parte.

Tampoco es un problema que se relacione directamente con clases sociales, países desarrollados o economías emergentes, ya que, si bien el aislamiento y la soledad arrojan en el estudio que el 24% se dan en países con economías deficitarias, el 11% se da en países considerados del “primer mundo”.

Una vez más se comprueba que conexión no es sinónimo de comunicación, que participar en redes sociales no es sinónimo de establecer relaciones “nutritivas”, pues la sensación de sentirse solo/a aumentó considerablemente, y las consecuencias son diversas.

Según la OMS, entre los adolescentes que experimentan esta sensación/ estado las posibilidades de sufrir deterioro en el rendimiento escolar están en estrecha relación. A su vez, los adultos se evidencia grandes dificultades para mantener el empleo, por lo que se puede determinar que este flagelo ocasiona consecuencias académicas, laborales y sanitarios con los costos que implica.

Según el estudio llevado a cabo por la Comisión de las OMS, quienes sienten aislamiento y soledad tienen mayores riegos tienen de padecer diabetes, enfermedades cardiovasculares y deterioro cognitivo. Incide en el desarrollo de cuadros depresivos y hasta puede ocasionar muerte prematura. 

Para el organismo internacional el informe es una forma de desenmascarar este problema; de hecho, la creación de dicha Comisión en 2023 apuntaba a abordar la temática ya que el factor de mortalidad es muy elevado y similar al causado por el consumo de alcohol y tabaco, obesidad o la falta de actividad física.

Si bien la OMS establece una serie de recomendaciones para fomentar la “cohesión social” es indispensable reconocer la magnitud del problema. Así como en el último tiempo se popularizó la frase “nadie se salva solo” es evidente que tampoco se puede vivir en asilamiento. Por lo tanto, si bien fomentar vínculos y encuentros, es una cuestión personal, en necesaria la presencia de un Estado que garantice la existencia de dichos escenarios.