El impacto de los reality shows en la vida cotidiana
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Días pasados finalizó “Gran Hermano 2025”. Millones de personas en todo el mundo siguen y hasta se fanatizan con estos formatos, lo cierto es que estos programas, exponen la vida de personas en situaciones controladas o de competencia y muestran una ventana a dinámicas humanas complejas.
Su nombre indicaría que presentan escenarios reales, aunque distan de ello. Sí, en cambio pueden ser reales algunas emociones, algunas vivencias y no caben dudas que son tema de conversación en diversos grupos y son hasta disparadores de una revisión de nuestros propios pensamientos.
Las preguntas en torno a los reality show son variadas, hoy nos centramos en cómo afectan nuestra vida cotidiana.
En muchas países, y Argentina no queda exenta, la falta de presupuesto para la producción de series, películas, entre otras, ocasiona que estos formatos pasen a reemplazar la “novela” que supimos consumir. Ahora los “actores” son personas “comunes” con grandes deseos de ganar un premio y popularidad.
Si bien el “reality” comenzó como un experimento en la actualidad hay de diversas temáticas. Con y sin encierro, ya son parte de la programación convencional, y está comprobado que son rentables; hasta el momento no hay indicios de extinción.
Además, los seguidores, se sienten atraídos por las situaciones dramáticas y por escenarios en los que hay que tomar decisiones y hasta jugar al límite. A su vez permiten este “como si” propio de las situaciones lúdicas en las que uno se plantea, de acuerdo con sus propios valores y creencias, que haría en tal o cual situación; siendo un buen ejercicio de descentración.
Los productos que ofrecen los medios de comunicación “moldean la forma de pensar, de percibir la realidad. Si bien el cerebro está preparado para recibir información, procesarla y darle un sentido, este proceso también está atravesado por los productos culturales y por las interacciones sociales, impactando en la forma en que vivimos.
En definitiva, ejercen una influencia considerable en la audiencia y desde la Psicología se advierte que opera como entretenimiento y escape ya que permiten desconectar del estrés diario y evadirse de los propios problemas, sin requerir un razonamiento profundo o aprendizaje.
La curiosidad y el voyerismo están presentes, pues los reality satisfacen esta necesidad al permitir observar las experiencias privadas de personas desconocidas, generando un "morbo" y un interés excesivo por conocer más detalles.
En ocasiones se normaliza y hasta se promueve agresividad, rivalidad, el chisme y modelos estéticos hegemónicos, lo que genera en la audiencia más joven la imitación de comportamientos y distorsionar su percepción de las relaciones interpersonales y los valores sociales.
También hay grieta; los conflictos y discusiones del reality se trasladan a la vida cotidiana exacerbando las divisiones y polarización de opiniones en la sociedad.
Si bien no hay un impacto directo en la vida cotidiana vale prestar atención a los mensajes que subyacen ya que son como un laboratorio en pequeña escala, donde los participantes al cabo de un tiempo quedan “al desnudo”, mostrando lo mejor y lo peor de la conducta.