Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Soja: hay que leer la letra chica para entender de qué se trata

Ni desdoblamiento ni dólar agro, ¿tampoco un instrumento de inversión? La explicación por las exportaciones que, según el Gobierno, el campo no realiza en tiempo y forma.

La soja y el dólar, una relación de complejo equilibrio. / Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   Causa. Efecto.

   De la denuncia del presidente de la Nación, Dr. Alberto Angel Fernández, a los productores de soja (“Guardan 20.000 millones de dólares cuando el país los necesita”) a la decisión del Banco Central de la República Argentina de crear un nuevo tipo de cambio (“Ni desdoblamiento ni dólar agro, sino instrumentos de inversión”, aclaró Claudio Pesce, el titular de la entidad) pasaron sólo cuatro días. En realidad, una eternidad en el país.

   Esta forma de admitir —en forma elíptica— una dificultad en el formato de comercialización de granos en la coyuntura económica argentina está directamente relacionada con un tipo de cambio que, sin siquiera entrar en mayores detalles más allá del (estigmatizado) sector agropecuario, hace compleja la concreción de cualquier negocio.

   Una forma de ver esta paradoja es convertirse en productor sojero en nuestro país (al menos mientras transcurra esta lectura), porque vale la pena para entender de qué se trata. Antes, necesariamente, veamos una (odiosa) comparación con el mundo en el que interactuamos.

No sería un problema relevante si la inversión para producir soja en la Argentina tuviera como base al dólar del Banco Nación, que hoy ronda los $ 130 por unidad.

   De acuerdo con el mercado de Chicago de la última semana, el productor de los Estados Unidos cobró 530 dólares por cada tonelada de soja exportada. De bolsillo.

   Para ir a una referencia regional, a los brasileños les pagaron U$S 510; a los paraguayos, U$S 498 y a los uruguayos, U$S 512. También de bolsillo. Y en dólares, o en la moneda soberana de cada país.

   En la República Argentina no sucedió lo mismo: 156 dólares por tonelada de soja.

   El desglose para llegar a ese diferencial de casi U$S 400 dólares cada 1.000 kilos respecto de lo que se les paga a los agricultores estadunidenses es muy interesante como ejercicio.

   De acuerdo con el precio FOB (la mercadería a bordo de la embarcación) de soja a granel que publica el ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, la cotización —en promedio, para esta semana— es de 605 dólares por tonelada.

   A esos U$S 605 se les extrae el 33 % en concepto de derechos de exportación (léase retenciones): quedan U$S 405. ¿Los U$S 200? Van directamente al fisco.

   A esos U$S 405 se les descontarán 15 dólares correspondientes a gastos fobbing. Esto es, los exportadores compran el cereal como FAS (al costado del buque) y lo venden en condición FOB.

   Así se llega a los 390 dólares que el productor argentino está en condiciones de recibir por su tonelada de soja. Pero la liquidación se realiza al equivalente comprador divisa del Banco de la Nación Argentina, que es de 130 pesos.

   El cálculo siguiente da $ 50.700 por tonelada. Es la cifra que el agricultor, que necesita capitalizarse para comprar insumos de la producción y los gastos corrientes indispensables, invierte en Dólar MEP, o Dólar Bolsa (compra de un bono en pesos para, luego, vender en moneda estadunidense).

   Si ese tipo de dólar está en $ 325 por unidad, como en la última semana, se arriba a la cifra inicial de pago por tonelada al productor argentino: 156 dólares. Una referencia: es respecto de los U$S 512 que cobran los uruguayos, apenas cruzando el Río de la Plata.

   Esta secuencia de datos puede ser corroborada en sitios oficiales.

   No sería un problema relevante si la inversión para producir soja en la Argentina (situación que, lógicamente, se extiende a otros sectores) tuviera como base al dólar del Banco Nación, que hoy ronda esos 130 pesos por unidad.

   Los insumos clave para una mayor y más eficiente producción de cereales en la Argentina están dolarizados o, en el mejor de los casos, siguen el ritmo de la inflación. Es decir, las cuentas no cierran a poco de empezar a pensar en la campaña venidera.

   En este sentido, un detalle no menor indica que el agricultor argentino ya adoptó tecnología de vanguardia para la producción de cereales (y, por ende, de alimentos) y que su calidad es reconocida en todo el mundo con un sello distintivo. En otras palabras, no puede sembrar y cosechar desalentando esa tecnología en desmedro de un producto de menor calidad.

   Esta es una de las razones por las cuales está trabada la exportación de soja en el país, más allá de que los valores históricos afirmen una tendencia semejante a períodos anteriores. Y que, en el total de los granos, en el primer semestre del corriente año se hayan batido los récords con U$S 19.144 millones de dólares (versus U$S 16.659 M de 2021).

   En este contexto, los productores descreen de la medida del BCRA para acelerar el proceso de liquidación de soja —que posee fecha de vencimiento al 31 de agosto— y, de este modo, el anunciado instrumento va camino a convertirse en una aspirina para el tratamiento de una persona con una enfermedad terminal.