Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La tormenta perfecta: sólo hay que mirar al cielo, rezar y esperar

A la peor seca de los últimos 12 años se suman las heladas en la etapa final de la fina. ¿Humedad para la siembra gruesa? Casi nada.

Una imagen de esta semana, en el cordón serrano, a 80 kilómetros de Bahía Blanca. / Fotos: Rodrigo García-La Nueva.

Guillermo D. Rueda /grueda@lanueva.com

   La producción de trigo nacional en la campaña 2021/2022 fue de 22,4 millones de toneladas. El dato no es menor: se trata de un récord histórico.

  Con una reducción de superficie (por múltiples razones), la proyección para 2022/2023 fue de 21 M/T. A esta semana, varias fuentes consultadas prevén que apenas se superen las 12 M/T.

   Al impacto de la sequía en la denominada zona núcleo, que se preveía pero jamás en semejante magnitud ni extensión (porque continúa), se sumaron las heladas tardías (ídem consideración anterior).

   La pérdida de un plumazo de 9 millones de toneladas de la materia prima del otro producto icónico de la mesa de los argentinos (el pan), expuso las consecuencias del clima sobre la inversión a cielo abierto más importante del país.

   La falta de estimación respecto de la producción final es entendible.

   Las heladas tardías, nunca más real la acepción, conviven en un escenario alternativo de hasta 32 grados de temperatura, tal como se ha producido la última semana en el centro y en el sur de las provincias de Buenos Aires y La Pampa en un momento clave para el trigo: entre espigazón e inicio de llenado de grano.

   Es decir, como no se esperan lluvias significativas en los días venideros; aún quedan pronósticos de heladas y las temperaturas estarán altas por este período del año (cada vez más adelantadas por el cambio climático), es poco menos que imposible saber hasta dónde se recortará la producción (léase relevamiento de daños, algo que se está haciendo día a día). Y ni hablar de la calidad, de la proteína y demás. Otro dato: En algunas algunas zonas, gran parte del cultivo se encuentra en un avanzado ciclo fenológico y, por ende, no se aguardan mejoras sustanciales en los rendimientos.

   Si la planta no reúne condiciones por tamaño y posee escaso número de espigas, que ya vienen dañadas por el frío nocturno, no estarán dadas las condiciones mínimas para que ingresen las cosechadoras. En algunos sitios del norte del país esto ya se ha decidido: esos campos serán destinados como alimento para la ganadería.

   En cebada el panorama es semejante. A diferencia del trigo, el área implantada para 2022/2023 se había incrementado hasta 1,45 millones de hectáreas (+ 12,1 %).

   De este modo, iba camino al récord de 5,3 millones de toneladas. No podrá ser: con mucha fortuna, y aún con la imposibilidad de precisar los perjuicios hasta no ingresar a los lotes, llegará a las 4 millones de toneladas.

   Un punto a favor es que, mayormente, la cebada se siembra en torno a la región cercana al puerto de Bahía Blanca, en el sudeste y en el sudoeste bonaerenses, donde los registros de precipitaciones han sido sólo un poco más frecuentes, aunque menos intensos. Justamente, la verdadera magnitud de lo que sucede se podrá conocer a través del Agrotour de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca, con especialistas que recorrerán la zona entre los venideros miércoles 23 y jueves 24.

   La duda carcome y la pregunta es inevitable: ¿Faltará trigo en el país? Veamos.

   La oferta total se presume de 13,1 millones de toneladas, producto de la eventual cosecha de 12 M/T y un stock inicial (carry over) de 1,1 M/T.

   La demanda se ubicaría en niveles de 12,8 millones de toneladas. Este es el desglose: 6,5 M/T de la molinería; 5,3 M/T de la exportación (suponiendo que sólo se embarca la mercadería que ya está comprada) y un millón de toneladas en concepto de semillas y otros usos.

   La posición de equilibrio es evidente, pero no existen certezas. Y ni hablar si, como se empieza a calcular, la cosecha 2022/2023 cae a menos de 12 M/T. En tal caso, será el prólogo del inicio de negociaciones con los exportadores en función de contar con parte de esas 5,3 M/T.

   ¿Subirá el precio del pan para los consumidores? Probablemente; como todos los productos a consecuencia de la inflación, de los impuestos y demás, pero no por esta coyuntura del trigo. De acuerdo con la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), el porcentaje de incidencia del cultivo en el precio final del pan es del 13 %.

   El daño está hecho y los productores, que siempre ponen su capital bajo tierra y esperan que llueve, lo están sintiendo. Planteado así, la otra duda es qué pasará a futuro, considerando que la mayoría de los modelos predictivos respecto del clima han anunciado una continuidad del fenómeno La Niña hasta enero de 2023 (cuanto menos).

El pronóstico hasta enero de 2023 no sólo prevé lluvias por debajo de lo normal, sino también altas temperaturas. / Fuente: SMN

   Hasta ese momento no se podrá retrasar la —ya demorada— siembra de cultivos de gruesa. El deterioro asoma incalculable y es inevitable decirlo: la soja y el maíz, principalmente, integran la nave insigna del Gobierno nacional a la hora de sumar dólares para el fisco.

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