Que el árbol no tape el bosque: es necesario reinventar la sostenibilidad
Con el programa Paisaje Productivo Protegido, de la Fundación ProYungas, se pretende vincular —en forma proactiva— a las actividades productivas con el resguardo del ambiente.
Del Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Trabajó en la revista Encestando (1985-2000). Actualmente, desde 1987 es redactor de la sección La Ciudad del diario La Nueva Provincia. Es periodista especializado en el sector agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios (Abopa). Responsable página web de la Asociación de Ganaderos (AGA).
“La Argentina tiene el desafío de dar mayor visibilidad y confianza poniendo en evidencia la relevancia del sector en materia de protección ambiental. Debe mostrar que sólo con presencia territorial comprometida, generando empleos genuinos en el ámbito rural y midiendo en forma contrastable nuestro desempeño, puede asegurar la virtuosidad del vínculo entre producción y ambiente”.
Para Alejandro Brown, presidente de la Fundación ProYungas, de todos modos, nuestro país está en la definición por penales de un partido que aún no jugó. “Revertir esa sensación es responsabilidad conjunta de quienes encaramos las temáticas productivas y ambientales”, añadió.
Esta postura quedó reflejada en el plot que recrea el Paisaje Productivo Protegido (PPP), un concepto ambientalista generado desde la citada fundación, el cual UPL eligió mostrar en la reciente edición de Expoagro con la idea de alentar la convivencia entre la agricultura y los paisajes naturales.
Más allá de la (dramática) sequía que ocupa casi todos los espacios de debate y de búsqueda de información que brinde certidumbre sobre una luz al final del túnel (léase fin de La Niña, altísimas temperaturas incluidas), lo cierto es que una política a largo plazo (para siempre, mejor) sobre sostenibilidad y sustentabilidad está en la agenda de todos los actores.
Alejandro Brown, presidente de la Fundación ProYungas.
Desde la fundación se sostiene que la mirada del paisaje es esencial para comprender el vínculo directo entre las actividades productivas y la conservación de los bienes y servicios ambientales. Y que la relación entre producción y ambiente es tan profunda y esencial que, la mayoría de las veces, pasa desapercibida.
Una visión compartida, desde hace no poco tiempo, es la de Rodrigo Ramírez, gerente general de UPL Argentina, quien desafía con reinventar la sostenibilidad para lograr la mejor sustentabilidad de los sistemas de producción de alimentos.
“Por eso hemos incluido en nuestra estand, en lugar de mostrar la soja y el maíz perfectos, un Paisaje Productivo Protegido como concepto integral. La Fundación ProYungas es ambientalista y como que no debería (NdR: reunirse: coincidir; acordar) con una empresa de agroquímicos, pero creemos que para trabajar sobre la sustentabilidad debemos sacarnos la lógica de la polaridad, sobre si blanco o negro y demás, porque, en el fondo, la naturaleza no termina siendo así”, aseguró.
Ramírez dijo, a la hora de comprometer a todos (“y cuando digo a todos, son todos”, aclara) que acá no hay medias vueltas ni nada que se le parezca: “Existen dos caminos. Nos entregamos a lo que Dios quiera, o nos ponemos a trabajar en pequeñas soluciones locales que, conectadas, nos permitan solucionar los problemas globales”.
Rodrigo Ramírez sostuvo que hay que eliminar la lógica de la polaridad.
Planteada así, la producción de alimentos enfrenta cinco desafíos.
—Uno de ellos es hallar un lenguaje común que conecte a la agroindustria con todos los demás campos sociales. El idioma es el mismo, aquí hablamos español, pero no todos siempre entendemos lo mismo.
—Otro es aprender a interpretar lo que está sucediendo en el mundo para conectar soluciones locales. Es decir, la sustentabilidad no surge de lo que decimos o pensamos, sino de lo que hacemos. El nivel de comprensión aquí es determinante y se aclara: para eso hay que aprender.
—La tercera cuestión que se analiza es acerca de los costos de la sostenibilidad. O, en otras palabras, quién los pagará.
Laura Lukasik, líder de Bloom ai. y directora de Innovación Abierta y Transformación de UPL, lo explica así: “La red de innovación abierta tiene como principal objetivo trabajar en construir modelos de negocio para que la sostenibilidad sea realizable. Buscamos trabajar en armonía con el ambiente y las personas. Es urgente pasar a la acción: crear conciencia, capacitarnos, generar conocimientos, medir y gestionar diferente”.
—El cuarto propósito está ligado a los dos primeros: acá impera entender la naturaleza como un sistema completo, desde la diversidad y la integración de los distintos reservorios de carbono, hasta el aporte de otras fuentes como, por ejemplo, los océanos y la forestación.
—Los trabajos a futuro es el quinto desafío. Joaquín Piedra Buena, cofundador de Club Agtec, así lo entiende: “La sostenibilidad nuclea, hoy, con especial fuerza a los jóvenes. Hay que lograr un equilibrio que permita dar el salto de la productividad a la sostenibilidad y, en este camino. no hay héroes; hay que aunar posiciones y cocrear juntos”.
Más allá del camino y, eventualmente, del cómo, lo que acá importa es la actitud de asumir el cambio de paradigma hacia una producción sustentable. Y ahí sí, inexorablemente, estamos todos incluidos.
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