Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

No habrá derrame: las otras consecuencias de una sequía histórica

Las comunidades del interior pagarán los platos rotos de un fenómeno climático que excede al campo.

Maíces en el SOB. / Fotos: Pablo Presti y Rodrigo García-La Nueva.

Son poco más de 20.000 millones de dólares los que no ingresarán a las arcas del Estado nacional como consecuencia de la peor sequía de los últimos 48 años. 

Es el dato macroeconómico que expone la inversión a cielo abierto más rentable para los gobiernos que, esta vez, no se concretará.

Desde hace casi 6 años, y cada vez en forma más acentuada, el sector agropecuario (por citarlo de una manera abarcativa) genera 7 de cada U$S 10 que llegan al fisco.

Los datos y las referencias no son nuevos, y presumen pérdidas aún mayores, pero en la microeconomía las consecuencias ya comienzan a apreciarse en forma dramática.

Está cada vez más claro que este desastre productivo no afecta sólo a las empresas agropecuarias, sino que en forma directa, a diferencia de cuando la cosecha y los precios circulan con normalidad y el derrame se considera indirecto, las perjudicadas son las comunidades del interior que representan el alma de las producciones de la agricultura y de la ganadería.

“Comenzamos a advertir la crisis que se viene. Nos damos cuenta sencillamente porque, más allá de la caída en la utilización de los servicios relacionados con la actividad agropecuaria, el movimiento en la ciudad es casi nulo”, dijo Reynaldo J. Arostegui, licenciado en Economía Agropecuaria, desde Coronel Pringles, a 132 kilómetros de Bahía Blanca.

La afectación se aprecia en los talleres, en las ferreterías, en las estaciones de servicio, en las gomerías, en los comercios y mercados y hasta en las farmacias.

“Estamos como detenidos en el tiempo. No hay gente casi en ningún lado; a la tarde se ve todo vacío. Si bien existe una crisis económica extendida a nivel país, que ya la sabemos, lo cierto es que la falta del dinero que generalmente aporta el campo se advierte con crudeza”, amplió Arostegui.

“La cosecha no es buena, los precios de los commodities se caen y no hay dinero. Es sencillo. Y ahora estamos un poquito mejor con el clima, porque nunca habíamos vivido un verano como este, con temperaturas de 38 grados casi todos los días”, sostuvo.

En la región cercana a Bahía Blanca, que tampoco es ajena a este fenómeno, porque más de una vez se ha afirmado, no sin razón, que si al campo le va bien a nuestra ciudad le irá igual, todos los sectores auguran por un cambio (que no sólo sea por más agua) para modificar, al menos, un estado de ánimo que hoy está por el piso. Son concientes, de todas maneras, que todavía faltan varios meses para comenzar a visualizarlo.

Para extender el panorama, la última encuesta SEA-CREA consideró que la situación económica del país podría desmejorar dentro de un año de acuerdo con el 60 % de los entrevistados, mientras que el restante 40% estimó que, en el mismo lapso, los indicadores económicos y financieros de sus empresas experimentarán un importante deterioro.

En otro desglose, el 53 % de los consultados manifestó que no está considerando realizar inversiones en el presente año, mientras que otro 28 % planificó obras de mantenimiento y/o reposición de infraestructura que resultan críticas para el desarrollo de la actividad. Y, finalmente, apenas un 19 % dijo que proyecta para el corriente año la concreción de inversiones para mejorar la producción o la eficiencia de procesos.

Del trabajo, realizado mayormente en la zona denominada núcleo, surgió que un 95 % de los empresarios agrícolas ha experimentado —en los últimos cuatro meses— daños por sequía, mientras que, por otra vertiente, un 45 % señaló que registró pérdidas productivas por heladas. Un 7 %, asimismo, padeció las consecuencia del granizo.

En ganadería, la encuesta halló que el 91 % de las empresas resultó afectada por restricciones hídricas, mientras que otro 18 % reportó daños por heladas. Además, un 46 % de los consultados dijo que el rodeo había experimentado estrés calórico. Paradójico: todo sucedió en el segmento diciembre 2022-marzo 2023.

Si bien —a nivel general— la tendencia muestra que las compañías de cría ganaderas planean retener menos vientres en el corriente año respecto de 2022, existen situaciones contrastantes entre las diferentes regiones. Así entonces, el sur de Santa Fe y el norte de Buenos Aires muestran los mayores niveles de reducción previstos, mientras que las regiones semiárida, Córdoba norte, centro de Santa Fe y litoral norte proyectan incrementos cercanos, o superiores, al 5 %.

Definitivamente, las lluvias llegarán (en algún momento, de acuerdo con varios modelos predictivos) en un futuro no muy lejano, pero sólo significarán el comienzo de una (larga) recuperación en un contexto hostil, con (inevitables) deudas contraídas, de poco menos que tierras sin cosechas y con escasas siembras.

OTROS TEMAS DE ESTA MISMA COLUMNA:

—Cae la SD: si la sustentabilidad importa, alguien tendrá que resetear

El lado B del cambio climático: incide más en la temperatura que en la lluvia

Carne vacuna: el agregado de valor que hace la diferencia

Trigo: ¿la solución es eliminar las retenciones?

Que el árbol no tape el bosque: es necesario reinventar la sostenibilidad

Trigo HB4: el bálsamo que puede cambiar la historia productiva del SOB

Sequía: ¿Es utópico pensar que se trata de otra oportunidad?

Carne vacuna (indómita): ¿cuándo terminará la recomposición de precio?

Todos los huevos en la misma canasta: Argentina ya es el cuarto consumidor del mundo

Enero seco: la agroindustria (y el país) empiezan a sentir el impacto en las exportaciones

Sequía 2022: cuando el SOB tuvo su propia versión de zona núcleo

De carne somos: ¿No consumir más de dos hamburguesas por semana puede salvar al planeta?

Toda la carne en el asador (para seguir perdiendo frente a la inflación)

La suerte está echada: las pérdidas de la campaña 2022/2023 serán multimillonarias

Contámela de nuevo: la exportación cerealera superó los U$S 40.000 M en 2022

Lechería: la sequía y el dólar soja II licúan a un sector ya deteriorado

Carne: la cadena suma deterioro (y un asado cada vez más barato)

Maquinaria agrícola: ¿por qué la sequía afectará la actualización de la tecnología?

Sequía: la doble Nelson que condiciona a la ganadería

La camioneta pasa cada vez más lejos del productor agropecuario

El pan nuestro de cada día (llega cargado de impuestos)

Crónica de una sequía anunciada: ¿hasta cuándo impactará en el ingreso de divisas?

La tormenta perfecta: sólo hay que mirar al cielo, rezar y esperar

Cómo seguir promocionando la carne vacuna y no morir en el intento

La carne vacuna que viene: ¿con o sin cuarteo?

Brecha de rendimiento: que el árbol no tape el bosque

La Niña alimenta el refrán: No hay dos sin tres

Una tribuna para todos y todas

“Cuanto más vacas tengamos, menos incendios vamos a sufrir”

Troceo de la carne: ¿llegó la hora de ponerle el hombro a la modernización?

Gases de efecto invernadero: ¿El campo es el malo de la película?

Dólar soja: cuando creatividad mata galán

Exportaciones: más allá de las restricciones, la carne sigue aportando dólares

Trigo 2022/23: ¿Vendrá con el pan bajo el brazo?

Retenciones: ni se miran ni se tocan (hacia abajo)

Campaña 22/23: ¿Por qué las expectativas del campo están por el suelo?

¿Qué tienen en común la carne vacuna y el fútbol argentino?

Soja: hay que leer la letra chica para entender de qué se trata

Carne vacuna: cuando el debate no debe pasar sólo por el precio

Biocombustibles: ¿y si vamos pensando en extender el corte?

Agroexportación: ¿cómo romper récords y sobrevivir en el intento?

Trigo HB4: ¿No todos los caminos conducen a Roma?