Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Brecha de rendimiento: ¿el concepto que obliga a reinventar la agronomía?

Cada vez hay más precisiones respecto de la distancia entre la producción real y la posible. Las eventuales correcciones van más allá de la (indispensable) nutrición.

La ancha avenida del medio. Esa podría ser la representación del margen de crecimiento en producción y en rendimiento que aún está latente (y sin concretarse) en nuestro país.

Se trata de la brecha de rendimiento, un porcentaje varias veces apreciable entre los rendimientos actuales (reales) y los factibles (alcanzables) de los principales cultivos que se siembran en el campo argentino (y en muchos lugares del mundo).

Si bien puede presumirse —con muy poco margen de error— que los rendimientos actuales (más allá de la coyuntura por una sequía histórica) presentan limitaciones en relación a la cantidad de dosis de fertilizantes aplicadas, como primera lectura, no puede dejar de admitirse que el manejo, el control de enfermedades y de malezas y los ajustes en las fechas de siembra resultan determinantes a la hora de ponerle número a la casa al fenómeno.

Es decir, en la medida de que los paquetes tecnológicos se eleven respecto de los actuales las brechas de rendimiento podrán comenzar a disminuirse como parte de un proceso virtuoso.

El Ing. Agr. Gustavo Angel Maddonni, investigador del Conicet y docente de la cátedra de Cerealicultura de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, lo puso en estos términos: “El proyecto brechas propone producir más cantidad de grano en la misma superficie pero, del mismo modo, ser eficiente en el uso de los recursos. ¿Por qué? Porque en realidad la menor producción es por una ineficiencia de uso del sistema. Está claro de que estamos desaprovechando radiación, agua y nutrientes, que el propio sistema nos ofrece, por decisiones inadecuadas en la combinación de las prácticas de manejo”.

Ing. Agr. Gustavo Angel Maddonni.

Es decir, algunos lotes de una misma región podrían alcanzar rendimientos superiores a los máximos de secano para un rango estrecho de fechas de siembra. Así, las brechas entre los alcanzados en secano y los potenciales limitados por agua podrían variar según la densidad de siembra, el genotipo, el manejo del agua y de los nutrientes y las medidas de protección frente a malezas, plagas y enfermedades.

El Ing. Maddonni lo resumió de este modo: “El manejo nutricional puede reducir brechas y la magnitud dependerá del grado de limitación del elemento en el lote. La optimización del manejo de la estructura del cultivo es una herramienta exitosa en el cierre de brechas”.

En el mismo sentido, el Ing. Agr. Nicolás Rouillet, coordinador técnico de Fertilizar Asociación Civil, entiende que el rendimiento potencial se determina por la influencia de la radiación, la temperatura, y las precipitaciones que ocurran en el ciclo y que los factores que causan esa diferencia se vinculan a un manejo nutricional deficitario, la competencia con malezas o la incidencia de insectos o enfermedades.

Son rodeos, en el reciente congreso Maizar 2023, que se desarrolló en el Complejo Goldcenter de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dio precisiones del fenómeno tras concluir la red de ensayos con 18 casos (en 6 campañas) que midieron los resultados en estrategias contrastantes de nutrición: “Los rendimientos promedio logrados en el cultivo de maíz representan cerca de 53 % del potencial en secano”.

Rendimiento potencial, alcanzable y actual. / Tn/Ha.

El Ing. Rouillet aclaró que, si bien el uso actual de fertilizantes incrementa los rendimientos en un 15 %, aún existe un margen de mejora de similar magnitud si se optimiza la oferta de nutrientes en procura de mejores rindes. También que le llamó la atención la deficiencia de fósforo en suelos de la pampa húmeda, ya que, sostuvo, las aplicaciones actuales de nutrientes no permiten cerrar la brecha de rendimiento y, en muchos casos, los balances indican exportación de nutrientes sin reposición.

Si ante un problema se requiere una solución, en este caso algunas de ellas pueden empezar a materializarse a partir del diagnóstico, la interpretación de resultados y el diseño de estrategias de nutrición como la base de decisión de manejo para maximizar los resultados productivos, mejorar la calidad de los alimentos y preservar el recurso suelo.

En la misma línea, el propio Ing. Maddonni no podría ser más explícito: “A partir de las nuevas tecnologías, durante mucho tiempo se nos simplificó la agronomía. Hoy, el ingeniero que se recibe no tiene la formación sobre cuál es la densidad a la fecha, cómo funciona y cómo puedo, con la densidad, combatir malezas sin recurrir a un herbicida. Por fortuna, entiendo que estas cuestiones se deberán revisar. En otras palabras, es como que tenemos que aprender otra vez la agronomía”.

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