Bahía Blanca | Lunes, 18 de marzo

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De carne somos: ¿No consumir más de dos hamburguesas por semana puede salvar al planeta?

El lado B del pedido de la WEF para enfrentar el cambio climático. El debate está abierto. 

Davos, sitio de referencia de la economía mundial. / Fotos: WEF y Archivo La Nueva.

“Si 1.000 millones de personas dejaran de comer carne, el impacto se apreciará no sólo en la alimentación actual, sino que inspirará la innovación de los sistemas alimentarios".

Lo dijo el presidente de Siemens AG, Jim Hagemann, en una de las conferencias del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), que concluyó esta semana en la ciudad suiza de Davos bajo el lema Cooperación en un mundo fragmentado.

Por principio —o por defecto— el mitin aborda los riesgos sistémicos para evitar la incertidumbre y la fragilidad de la actualidad, así como impulsar soluciones con visión de futuro frente a los retos mundiales por medio de la cooperación público-privada.

Alejado de cualquier rigor científico, el CEO agregó que el mundo podrá acceder a otras proteínas en el futuro que sabrán mejor que la carne vacuna actual. Dio precisiones (o presunciones): “Serán cero carbono y mucho más saludables que el tipo de alimentación que consumimos hoy“, dijo. 

En línea con el espíritu del encuentro —en diferentes tramos, otros conferencistas recomendaron no consumir más de dos hamburguesas por semana para así salvar al planeta del cambio climático— Hagemann invirtió en cálculos matemáticos.

“Si una persona deja de comer carne durante 11 años sólo compensaría un vuelo de 8 horas a Tailandia, pero si miles de millones hicieran lo mismo se generaría un cambio masivo“, argumentó dejando en evidencia, eso sí está comprobado científicamente, el impacto medioambiental del tráfico aéreo.

Para participar del WEF, todos los líderes mundiales, desde jefes de Estado, secretarios gubernamentales y demás funcionarios afines, arribaron en jets privados.

Las declaraciones citadas no podrían más perturbadoras para un país como la Argentina, uno de los principales productores de carne vacuna del mundo. La respuesta, que llegó desde el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, se basa en argumentos que, aunque remanidos, urge repasarlos (como una clase de Biología 1 de la escuela secundaria).

“Las vacas se alimentan a través del consumo de pasturas y de pastos naturales que, previamente, han tomado del aire el carbono como parte del ecosistema natural a través de la fotosíntesis. Los animales luego digieren el carbono y el pasto, y eliminan metano a la atmósfera”, explicó el Lic. Adrián Bifaretti, jefe del departamento de Promoción Interna del IPCVA.

“El metano que emiten los animales está ‘hecho’ en base al carbono del pasto que las vacas consumieron y tiene una duración de entre 10 a 12 años en la atmósfera. Luego de ese tiempo, el metano se transforma en agua y dióxido de carbono, que es absorbido en forma natural por las pasturas a través de la fotosíntesis. Y así el ciclo se repite una y otra vez; es naturaleza.”, agregó.

“Lo más importante es que las vacas no están generando más carbono a la atmósfera sino que, a través de la fotosíntesis y su alimentación, contribuyen al ciclo natural del carbono, transformando proteína vegetal no apta para el consumo humano en proteína animal de alto valor biológico y apta para el consumo humano”, añadió la Lic. María Eugenia Brusca, del mismo departamento del organismo.

“Claramente, nuestra ganadería es parte de un proceso de secuestro de dióxido de carbono hacia la tierra. Y por eso no se la puede seguir responsabilizando como una de las causantes del calentamiento global. Para la Argentina, esta recomendación del Foro de Davos (no comer más de dos hamburguesas por semana) es una fake news”, sostuvo.

Aclaración (necesaria): la mayoría de las emisiones de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) provienen de la actividad industrial, como la electricidad, la manufactura, la construcción y el transporte, que se basa en la quema de combustibles fósiles. ¿Qué se debe hacer para revertir este proceso? Existen varias y variadas alternativas en el plano del desarrollo sostenible y, entre ellas, aparece —justamente— sustituir los combustibles fósiles por energías renovables; construir un mercado de emisiones; incrementar la reforestación y aplicar medidas de eficiencia energética.

Volviendo al tema puntual de las noticias falsas (por carecer de eventuales evidencias científicas), Kathleen H. Jamieson, directora del Annenberg Public Policy Center de la Universidad de Pensilvania, quien estudia la temática de la desinformación, dijo que el público se ha vuelto más susceptible a las falsedades, ya que las teorías de la conspiración emergen como una herramienta para atravesar el caos.

“Los investigadores que monitorean el extremismo dicen que estas creencias se están volviendo más populares y más preocupantes”, aseguró Jamieson en fortune.com, a propósito de los debates del Foro de Davos.

Es una mirada acerca de la forma en que hoy se comunica y sobre las repercusiones que se generan. ¿Y la verdad? Paradójicamente, es algo que aún está por verse.

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