Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Bahía Blanca, la droga y... ¿los nombres de siempre?

El paradigmático caso Larriaga y una nueva condena, ahora en General Roca, por un hecho que se originó en nuestra ciudad. Por qué se repiten los proveedores. Vínculos, lujos y negocios, a costa de la salud y la vida de otros.

   Mauricio Gastón Larriaga pasó su cumpleaños número 45 en la cárcel federal de Viedma y 10 días después -el lunes pasado- escuchó de parte del Tribunal Oral en lo Criminal de General Roca la tercera condena en su contra por transporte de estupefacientes.

   Larriaga está considerado uno de los máximos proveedores de drogas de nuestra ciudad. No de ahora, sino de hace 20 años. 

   Dicen que el 70% de la cocaína que se consume en Bahía viene de Mar del Plata y que gran parte la trae/ traía él, porque tiene domicilio en esa ciudad, pese a ser bahiense de nacimiento.

   Ostentación, vehículos importados, noche y...cada tanto un tiempo en prisión. Un perfil que se repite. Al igual que los nombres.

   ¿Por qué casi siempre son los mismos “proveedores”? ¿Por qué no se los puede sacar definitivamente de circulación?

   La principal respuesta está en la amplísima rentabilidad: por cada viaje traen 7 u 8 kilos de cocaína, que tiene un costo de 500 mil pesos, con el mismo margen de ganancias. Es decir que de cada kilo sacan dos.

   De hecho, algunos le han cuestionado a Larriaga la “mala calidad del producto” y durante una investigación se estableció que lo estiraban con levamisol, un antiparasitario para bovinos que es altamente tóxico en humanos.

   Los proveedores -está a la vista- siguen porque también encuentran flexibilidad en la ley, que les otorga beneficios excarcelatorios en medio de los procesos o, ya condenados, antes de cumplir una sentencia.

   Y muchas veces cuentan con la protección de algunos infieles policías, como también se estableció en más de un expediente.

   Como Larriaga figura Walter Ledesma, quien hasta hace poco días disfrutaba con amigos de las playas del Caribe, mientras espera confirmación de la sentencia en su contra -dictada a mediados de 2017- a 7 años de prisión, por comercio de estupefacientes.

   O Juan Ignacio Suris, quien debe volver a ser juzgado por el mismo delito junto a un grupo de diez personas que, para los investigadores, formaban parte de su organización.

   O Emiliano Hernando Gaztañaga -sería el amigo de Suris que lo fue a buscar cuando salió de la cárcel de Saavedra- a quien se detuvo hace poco, junto a su novia colombiana, por posible contrabando de narcóticos.

   Otro común denominador es que ninguno de los llamados “proveedores” es consumidor, al menos, de manera regular.

   Existen otros personajes, de menor “rango jerárquico”, en la línea de lo que se llama punteros, que llegaron a trabajar para más de un distribuidor, como el fallecido Carlos “Chino” Alberti, Fernando “El Ruso” Bond Stork, Damián Eguren o Juan Ramón Romero Miranda.

   Romero Miranda, conocido como “El Mendo”, siempre estuvo bajo sospecha de ser ejecutor del asesinato de Pedro Cajaravilla -ejecutado de 7 tiros en las puertas de su cabaret, en las afueras de White-, hecho que habría servido para “allanarle el camino” a Suris.

“El hombre de las dos mujeres”

   Larriaga, con último domicilio en Laprida al 5000 de Mar del Plata, era conocido en la jerga delictiva como “el hombre de las dos mujeres”: tenía a su pareja formal en Mar del Plata, Mariana Loustaunau, y a su presunta amante en Bahía, Patricia Weinzettel. Aseguran que las dos formaban parte de su “negocio”.

   Se estima que al menos desde fines de los '90 trafica regularmente cocaína desde “La Feliz”. Siempre acompañado por un expolicía, como es frecuente en estos casos.

   En diciembre de 1999 lo condenaron a 6 años por el tráfico de drogas. 

   Y en marzo de 2017 recibió 12 años, por el resultado del operativo registrado en un departamento de Soler al 100, cuando la policía de Río Negro -que lo venía investigando al mismo tiempo que efectivos locales de la Prefectura- lo sorprendió con unos 7 kilos de cocaína, divididos entre el inmueble y su auto importado.

   Esta semana, ya preso, lo volvieron a condenar (a 5 años) por otro hecho registrado en Bahía durante 2014, pero que se juzgó ante el tribunal de General Roca, a cargo la jurisdicción de Viedma.

   ¿Qué le imputaron? haberle vendido 120,03 gramos de cocaína a Valeria Rancitelli, a quien había mandado hasta Bahía Sergio Víctor Bartolo, sindicado como dealer de Larriaga en la capital rionegrina. De esa cantidad se pueden obtener hasta 1.536 dosis intranasales.

   Los investigadores no solo lo relacionan con Bahía y Viedma, sino con todo el corredor desde Mar del Plata. 

   Tiene “paradas” comprobadas en Patagones, Dorrego, Tres Arroyos y Necochea, donde en 2010 se le secuestraron más de 6,3 kilos de la pasta blanca que después “desapareció” del Juzgado Federal, siendo cesanteado por el hecho el secretario penal César Lisa, de anterior paso por la justicia provincial de Bahía Blanca.

Figuritas que  se repiten 

   Dicen que Larriaga conoció a Damián Eguren en prisión. El vínculo quedó acreditado en 2012, cuando la policía detuvo un auto en el que viajaban este joven y Patricia Weinzettel, la “amante”. Traían droga desde Mar del Plata.

   Eguren, que suma más de una condena por este tipo de delitos, tiene acreditadas comunicaciones telefónicas con al menos uno de las integrantes de la supuesta banda de Suris: Yolanda Jiménez, en el ambiente “Johana”. 

   También habría vínculos entre Larriaga y Suris y entre laderos de ambos, como Bond Stork y Alberti.De hecho, la causa contra el exnovio de Mónica Farro se originó a partir de una escucha de una investigación contra Larriaga, ante la sospecha de que podía haber un enfrentamiento armado entre referentes de las bandas para ganar “territorio”, luego de que el auto de Larriaga fuera baleado en Salta y Zapiola.

   En la causa que se tramitó en General Roca, por la cual se condenó a Larriaga el lunes pasado, también surgen los nombres de Gastón Sáenz -podría ser uno de los detenidos por la causa Drogas Sintéticas II, aunque no está confirmado- y Ballesteros, en supuesta alusión al “Gordo Gastón”, a quien detuvieron en abril en Capitán Martínez y Piedrabuena, donde funcionaría una especie de “cocina”, y ya habían arrestado un año antes por dedicarse también al "alquiler" de armas para robos.

   El comisario Oscar Carlos Bruno, de Río Negro, se encargó de aclararle al tribunal roquense que no surgió de la investigación un vínculo delictivo con Sáenz y Ballesteros, aunque sí se los investigó.

   En las escuchas no hablaban de drogas, lógicamente, pero sí de “repuestos”.

   “A estos famosos 'repuestos' los pedía de a 4 o 5, siempre en Mar del Plata para traer a Bahía Blanca, lo que llamaba la atención porque los horarios no eran los adecuados para ir a comprar un repuesto de auto”, explicó el comisario en el fallo al cual accedió La Nueva. 

   “Hablaba mucho con su esposa en Mar del Plata y con su novia 'Pato' y les refería su preocupación debido a que no conseguía los repuestos para llevar a Bahía Blanca”, agregó.

   Otro policía, el subcomisario Matías Fabricio Abadía, aludía en una causa más vieja cómo Larriaga, ya entre 2011 y 2012 y a través de las llamadas, hacía gala de sus ganancias. 

   “Lo escuchamos sobre cómo hacía los movimientos, las cantidades que traía, los costos, las ganancias, el gasto de combustible y las rutas alternativas, porque también entraba por Tandil o Sierra de la Ventana”, advertía.

En Río Negro es “viejo conocido”

   Para el fiscal federal de Viedma, Marcos Escandell, Larriaga es un proveedor habitual de drogas de Bahía Blanca y la capital de Río Negro. “Es un viejo conocido”, dijo.

   “Este tipo de personas, en general, no salen del circuito, aún estando dentro de la cárcel”, explicó.

   Los nombres también son recurrentes en Viedma. A Bartolo, a quien se condenó el lunes junto con Larriaga en Roca -declarado reincidente-, se lo está juzgando de vuelta por una causa de estupefacientes.

   El fiscal -encargado de todas las investigaciones complejas por drogas en Viedma- destacó que Larriaga habitualmente se movilizaba “en vehículos de alta gama” y que, como pasa en estos casos, “no se le conocía actividad legal”.

   Otro que en algún momento alcanzó un nivel relevante, aunque en particular con la marihuana, es Martín Alejandro Garcés. Su nombre es conocido porque en 2014 fue descubierto, y dos años después condenado, por manejar una organización desde la cárcel. Y hoy se mantiene preso.

   En las terceras y cuartas capas -para la atención directa del menudeo- se abre el abanico. Son más los nombres y van mutando con mayor intensidad. Y suelen ser, incluso, los que caen con mayor frecuencia.

En dos años, 16 viajes al exterior

   El de Walter Oscar Ledesma es un caso paradigmático. Se trata de aquel que mostró lanueva.com hace algunos días, disfrutando de las playas del Caribe, mientras espera que Casación decida si confirma una condena en su contra, a 7 años de prisión, por comercio de drogas, dictada el año pasado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal bahiense.

   Con 41 años, según los informes de la AFIP no tiene cuentas bancarias ni ocupación oficial, aunque los movimientos migratorios ya marcan 16 viajes al exterior desde 2016. Y otros dos algunos años antes. Brasil, Venezuela, Perú y Ecuador figuran entre sus destinos.

   Ledesma, el mismo que antes de viajar al Caribe estrelló su camioneta Chevrolet Amarok contra una columna en Yrigoyen al 700, tendría propiedades en Bahía y en Monte Hermoso (Monte Hermoso del Este).

   Además de la Amarok, los informes dicen que detenta más de un auto, un camión, un cuatri y hasta una embarcación.

   Como otros, Ledesma aparece vinculado al negocio de la compra y venta de vehículos, aunque para quienes lo investigan se trata de una pantalla que sirve para blanquear la plata sucia. 

   De la misma manera invierten en fideicomisos inmobiliarios, en nuestra ciudad y en la costa. Esa es la sospecha que procuran acreditar.

   En el caso de Suris, no es necesario abundar sobre la ostentación. Su altísimo nivel de exposición y sus vínculos -Mónica Farro y Leonardo Fariña, por citar algunos- lo dejaban en evidencia, especialmente antes de sus procesos penales que, de por sí, fueron muy mediatizados. 

  Hoy el radar sigue captando los mismos nombres, aunque un investigador aseguró que, a partir de  cambios en el mercado, la irrupción de drogas sintéticas y otras cuestiones, se sumaron actores, algunos con el mismo perfil.

La paradoja en el alegato del fiscal

   Durante el último juicio a Larriaga en nuestra ciudad, el año pasado, el fiscal de juicio aludió a los graves daños que genera la droga, no solo en la salud de quien la consume sino en todo el tejido social.

   Al marcar agravantes contra el acusado, dijo: "esta clase de comportamientos genera adictos y agrava la situación de los ya existentes; provoca serias afecciones en la salud psicofísica de los consumidores, muchas veces de carácter irreversible y favorece la aparición de un entorno violento al que se asocian, de manera inescindible, gran parte de los delitos que más preocupan a la población como homicidios, robos, lesiones, hurtos".

   También remarcó una estadística: el abuso de drogas pasó a estar en el segundo lugar entre los factores de riesgo de muerte entre los adolescentes argentinos de entre 15 y 19 años y que las guerras entre narcos "son la causa de 4 de cada 10 homicidios en Argentina".

   Los datos son reales, pero lo llamativo es que el argumento lo defendió el doctor Alejandro Cantaro, quien hoy está de licencia y bajo sospecha de haber encubierto a una posible banda dedicada a la venta de drogas sintéticas, entre cuyos imputados está su sobrino, Sebastián Gauna San Millán, quien sigue prófugo.