Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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El barrio Almafuerte tiene quien le escriba

Un libro de memorias, anécdotas y personajes de parte de una gran barriada de la ciudad que espera ser llevado al papel.

“Pero, ¡qué hermoso nuestro Barrio! Con la nalga cortada por La Coca para las milanesas, con el querosene de los Luchetti, la ferretería de Víctor Diomedi, la boutique de la Turca, el kiosco de Chichina. ¡Salú!, Barrio querido, que engendraste el andar de nosotros: dos moléculas de la vida bahiense que el doctor Albanesi vio venir a este mundo”. 

“Almafuerte. Historias chiquitas de Bahía Blanca”. Es el título que eligió Mari Angélica Sangronis para este maravilloso libro –en etapa de impresión-- que rescata, con fuerza, sentimiento y amor, ciento de historias del barrio Almafuerte de Bahía Blanca, el lugar donde creció junto a su familia y el que, junto a su hermano Ariel, aprendió a conocer y disfrutar en todos y cada uno de sus personajes y lugares.

Mari Angélica Sangronis

El libro rescata historias ubicables en las décadas del 70 y 80 a través de la mirada de dos hermanos que, sin saberlo, estaban grabando a fuego en su memoria detalles, nombres y formas que el tiempo no se encargaría de borrar.

Ahora Mari los ha terminado de escribir un libro que los pone a resguardo, al alcance de los bahienses en general y de los habitantes del barrio en particular.

Las páginas incluyen a Coca, la mujer carnicera “alta y rubia Mireya”, a los Luchetti y su estación de servicio, a los distintos clubes, a la peluquería de Chinchulín, al vino-ducto de los Chierchie, la matiné del cine Unión y las gallinas ponedoras de Gaetano y Giacomina, entre otras.

La autora, la barriada

“La barriada se cuela por los poros. Como escenario y como concepto. Como una fuerza que acompaña. Con la 22 y Luján que lo resumen. Con los clubes que lo representan y hablan de él: 9 de Julio, Kilómetro 5, Ferroviario, Pacífico, La Armonía, Velocidad y Resistencia, Sixto Laspiur y Almafuerte”. “Almafuerte. Historias chiquitas de Bahía Blanca

Mari es bahiense, por tercera generación y desde hace un tiempo vive en La Plata. Nació el 27 de octubre de 1966 en el Hospital Ferroviario y vivió en calle Almafuerte, entre Charlone y Mendoza, donde funcionara la Escuela 22. A los dos años se mudó a Sixto Laspiur 918 (entre Bravard y Charlone), a una casa chorizo con entrada para autos cubierta por una parra. Adelante vivía su abuela Aurora y en la casita de atrás ella con su papá, su mamá y su hermano Ariel (fallecido a los 42 años, en 2010). Estudió en la Escuela 22, en San Vicente de Paul y en la Escuela Superior de Comercio de la UNS.

Mari y Ariel junto a su familia

Es licenciada en Filosofía, escritora, editora y directora de tesis de posgrado en áreas sociales, educativas y humanísticas. En esa ciudad comenzó a trabajar en este libro que, en este momento, está en etapa de corrección y a la espera de disponer de los recursos necesarios para su impresión.

Nostalgia y compromiso

“La necesidad de escribir “Almafuerte. Historias chiquitas de Bahía Blanca” se originó, ante todo, como un homenaje a mí hermano Ariel, un enamorado absoluto del barrio que siempre fantaseó con que la “barriada” fuera objeto de un libro. El era un pibito del básquet, con una marcada inclinación lectora, que con 10 años se molestaba genuinamente cuando yo le decía que de grande quería mudarme a la Avenida Alem: “¿¡Qué…!? ¡Tás loca! ¡El Barrio es este, Nena!: el Barrio Almafuerte. El mejor que existe.”, me decía”, señala la autora.

La barriada

Mari menciona que aunque su distancia física con Bahía Blanca creció con el tiempo, su conexión emocional nunca se debilitó y eso le permitió en gran medida construir esta narrativa.

“A medida que pasaban los años fui comprendiendo que los recuerdos barriales merecían ser contados, preservados y compartidos. Lo que en principio parecía nostalgia se fue transformando en un compromiso con la memoria, con la identidad y con quienes siguen habitando el lugar”.

Nombres y detalles

“El Fefo Facetti. Daniel Severini. El Bebi Laguzzi, siempre trajeado porque era gerente de Casa Muñoz. Carlitos Croceri. Julio Ércoli en el Renault 6 repartiendo ropa de la tintorería. El Tatita Laguzzi. Horacio y Guillermo Noya. Juan Carlos Mazzoni se acuerda de que el Club no abría si no estaba el Coty Spurio. El Club era un refugio”. “Almafuerte. Historias chiquitas de Bahía Blanca

Es realmente impactante la cantidad de nombres, anécdotas, detalles, lugares y rincones que aparecen en las páginas del libro. Algo que exige mucho más que una buena memoria.

El cine Unión, un clásico del barrio

“Durante los años que viví lejos de Bahía, el vínculo con mi hermano se sostuvo y fortaleció a través de largas conversaciones (por correo, por email, por teléfono, por mensajes de texto y, sobre todo, en sobremesas interminables cuando lográbamos visitarnos). En cada encuentro nos entregábamos con alegría a recordar anécdotas, a evocar vecinos y familiares. A veces los imitábamos con humor, otras los nombrábamos con nostalgia. De chicos fuimos observadores implacables, teníamos “ojos de lince”. Mucha de aquella gente no imaginó nunca que quedaría estampada en un libro”, explica.

A esos recuerdos familiares se fue luego sumando el aporte de vecinos y familiares con sus recuerdos y datos, quienes además le aportaron fotografías y le ayudaron a recordar apellidos e historias. “Este libro es, entonces, el resultado de una memoria compartida, que teje lo personal con lo colectivo”.

Adorar el barrio

“Te lo cuento para compartir tiempos chiquitos pero colectivos del barrio, porque la memoria es terriblemente caprichosa, se diluye y se pierde, vuelve y se vuelve a escapar. Y porque la materia viva de quienes somos también se forma en el ámbito de los recuerdos”. Almafuerte. Historias chiquitas de Bahía Blanca. Mari Angélica Sangronis.

Mari señala que mantiene intacta su adoración por su barrio, gracias a la herencia que sus abuelos (Aurora y Eloy) y de sus padres (Roberto y Angelita) nos dejaron. Hay además siempre un fuerte sentimiento hacia un espacio, un lugar, una identidad.

“Nuestra cartografía del Barrio no se limitaba a lo establecido por el mapa municipal, sino a las veredas por donde andábamos. Por eso mi hermano Ariel –ya psicólogo social–prefería usar el término “barriada”, porque decía que es menos conceptual y más territorial".

Memorias en ritmo barrial

Mari sigue vinculada a Bahía Blanca. Aquí vive gran parte de su familia y sus amigas de siempre  (la Vivi, la Moni y AnaMaría).  “Sigo cerca de todos mis seres queridos. Viajo cada vez que puedo a cumpleaños o fechas especiales”, indica.

Este no es su primer libro. Tiene una experiencia previa con la publicación de “Una espiada a Proust”, basado en la novela mayor de Marcel Proust (En busca del tiempo perdido). También es escritora fantasma (ghostwriter) de libros y papers de género académico.

Sin embargo, no es necesario que lo diga, Almafuerte es para ella mucho más que un libro. Es vida. Es sentimiento. «Esto no es un libro; quien toca esto toca a un hombre», supo escribir Walt Whitman. En este caso quien lo hace se toca a una mujer y, lo que resulta más profundo, camina por un barrio, o por la barriada, como le gustaba decir a Ariel.

Posdata

Mari busca desde hace tiempo recursos económicos para llevar su libro al papel. Ha contactado a empresas de nuestra ciudad, algunas radicadas en el barrio Almafuerte, a la municipalidad y a la comisión de cultura del Concejo Deliberante. Sin suerte. Una alternativa que se abre ahora, a partir de los recursos digitales, es recibir aportes de particulares que se interesen en colaborar en este emprendimiento. Los interesados en colaborar pueden hacerlo a: costa.bases.abril.mp

Un reconocimiento foráneo

Se presentó en la Cámara de Senadores de la provincia el proyecto para que el libro de Sangronis sea declarado de Interés Legislativo “por su valioso aporte a la preservación de la memoria colectiva, la identidad barrial y la historia del barrio Almafuerte”.

En los fundamentos se indica que el libro destaca historias de manera dinámica, reviviendo y reactualizando personas, acontecimientos y elementos del barrio.

"La identidad barrial se manifiesta en sonidos como el de los trenes cargueros, lugares como el viejo paredón del club Ferroviario, sabores como las cara sucia de la panadería “La Capital”, y la presencia cotidiana de las distintas líneas de colectivos que lo atraviesan. Ese recorrido presenta la "barriada" como una sociedad de lugares unidos entre sí por una red de itinerarios, un archivo social que captura momentos y detalles que podrían haber pasado desapercibidos, un acto de gratitud de la autora que, junto al recuerdo de su hermano Ariel, presenta además recuerdos heredados de abuelos y padres".