Bahía Blanca | Sabado, 20 de diciembre

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Bahía Blanca | Sabado, 20 de diciembre

El puerto de Bahía Blanca, frente a su desafío logístico más complejo

La estación marítima combina calado, superficie y nuevos proyectos, pero enfrenta restricciones estructurales para captar carga contenerizada.

El Puerto de Bahía Blanca ocupa desde hace décadas un lugar singular dentro del sistema portuario argentino. 

Su condición de puerto de aguas profundas, el acceso directo al Atlántico y la disponibilidad de amplias extensiones de tierra para expandir infraestructura lo colocan en una posición diferencial frente a otros complejos que hoy operan condicionados por límites físicos y urbanos. 

Sin embargo, esas ventajas naturales conviven con un desafío estructural que sigue abierto: transformar ese potencial en una inserción sostenida dentro del negocio de los contenedores.

Desde la conducción del Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca se reconoce que la aspiración existe, pero que el punto de partida es exigente. 

“A Bahía Blanca me gustaría verlo como un puerto posicionado en contenedores, pero estamos lejos hoy”, sintetiza Juan Francisco Linares, con una definición que combina ambición estratégica y realismo operativo. 

En una entrevista con el medio chileno Portal Portuario, el gerente general del puerto bahiense dijo que en todo esto entra a jugar la decisión de las concesionarias que ya concretaron inversiones en otros puertos y ahora no quieren cambiar.

“Es muy difícil traccionar un cambio ahí, más aún cuando no tenés desarrollado un ramal ferroviario eficiente; es decir, tenés que salir a hacer una gran inversión ferroviaria, una gran inversión portuaria y después tenés que convencer a las líneas de que hagan un día o un día y medio más para llegar a Bahía Blanca. 

“Eso lo hemos visto, lo hemos analizado y hablado con algunas navieras que, en algunos casos, nos han dicho que con una buena logística lo tomarían como una buena opción, porque podrían entrar con buques de 14 metros de calado y podrías manejar otros volúmenes que hoy no se pueden atender en el Río de la Plata”, agregó.

La principal limitación local no está en los muelles ni en el canal de acceso. La infraestructura portuaria, por sí sola, no alcanza si no está respaldada por un sistema logístico terrestre competitivo, capaz de garantizar volumen, frecuencia y previsibilidad. 

En ese marco, Bahía Blanca se consolidó en los últimos años como un nodo clave para la exportación de granos, subproductos y, cada vez con mayor peso, para el complejo energético, pero sin lograr aún trasladar ese dinamismo al negocio de la carga contenerizada.

En la operatoria cerealera, el puerto cumple un rol complementario de alto valor estratégico. Muchos buques completan allí cargas iniciadas en terminales del norte del país, lo que permite optimizar escalas y aprovechar al máximo el calado disponible. 

Esa lógica funciona para graneles, pero no se traslada automáticamente al mundo de los contenedores, que exige planificación de largo plazo, regularidad semanal y una logística integrada desde el origen de la carga hasta el destino final.

Uno de los principales cuellos de botella es la conectividad ferroviaria. Aunque una porción significativa de los granos ya llega al puerto por tren, el sistema se encuentra en un escenario de capacidad ajustada, sin margen para absorber un crecimiento relevante asociado a cargas generales y contenedores. 

Mejorar el ferrocarril

“Las vías son la sangre del puerto”, advierte Linares, al subrayar que sin una red ferroviaria más robusta resulta muy difícil atraer servicios regulares de líneas navieras.

El transporte por camión, si bien cumple un rol central, no ofrece por sí solo la competitividad necesaria para disputar flujos de contenedores frente a puertos con mayor densidad de mercado. 

En ese contexto, Bahía Blanca enfrenta una estructura de costos que limita su capacidad de captar cargas de importación y exportación de manera sostenida, más allá de operaciones puntuales.

Aun con esas restricciones, el complejo portuario mantiene ventajas comparativas difíciles de replicar. 

El calado del canal de acceso, que permite operar buques de gran porte sin restricciones severas, y la disponibilidad de más de 2.000 hectáreas para futuros desarrollos constituyen activos estratégicos en un escenario donde muchos puertos enfrentan severos límites de expansión y conflictos de convivencia urbana. 

2026 será clave

En ese sentido, Bahía se prepara para un 2026 clave en materia de inversiones, especialmente vinculadas al sector energético. 

Se proyecta un fuerte crecimiento de las exportaciones de crudo, con un salto significativo en los volúmenes despachados desde el área de Puerto Rosales, impulsado por la producción de Vaca Muerta y su inserción en mercados internacionales. 

A eso se suman iniciativas industriales asociadas al gas, como nuevas plantas de separación, proyectos petroquímicos y desarrollos vinculados a fertilizantes, que podrían aportar millones de toneladas adicionales al movimiento portuario.

"El gran desafío es la logística, el poder mejorar la conectividad del puerto. Un desafío importante -y que estamos evaluando- es la profundización del canal principal para poder descargar buques de mayor tamaño tipo Suezmax con crudo, eso es algo que se va a definir en el transcurso de 2026 y otro desafío para 26/27 es mejorar la capacidad del puerto para recibir más carga general", dijo Linares.

"Suponiendo que todos estos proyectos se confirmen como la nueva planta de fertilizantes o la separación de gases y demás. Hoy tenemos dos muelles de carga general, pero si se incrementa vamos a tener que salir a buscar un nuevo muelle para los próximos tres o cuatro años".

El ingreso al circuito de contenedores aparece así como una oportunidad estratégica de mediano plazo, condicionada a mejoras sustanciales en infraestructura ferroviaria, integración multimodal y generación de volúmenes críticos que justifiquen servicios regulares.

Bahía Blanca cuenta con condiciones naturales excepcionales y un rol consolidado en el comercio exterior argentino. 

El desafío logístico más complejo no pasa hoy por el agua ni por la tierra disponible, sino por lograr que la carga llegue de manera competitiva. 

Resolver esa ecuación será determinante para definir si el puerto puede dar el salto hacia una nueva etapa o si continuará concentrado en los segmentos donde ya es protagonista indiscutido.