El circo Sarrasani, en avenida Alem y Salta
Considerado uno de los mejores espectáculos de la historia, su llegada a Bahía Blanca causó sensación
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 90 años, en diciembre de 1935, llegó a la ciudad el famoso circo Sarrasani, uno de los más importantes de la historia circense mundial.
Fundado en 1901 en Alemania por Hans Stosch-Sarrasani, este circo fue una de las grandes atracciones de Europa con un espectáculo que impactaba por sus formas y variedad de propuestas. El propio Sarrasani abría cada función, ingresando a la pista vestido de Maharajá y acompañado por 14 elefantes.
Llegó por primera vez a la Argentina en 1924, como embajada cultural del Segundo Reich. Sus giras por Sudamérica fueron un éxito. Para el traslado de sus instalaciones utilizaban un tren de más de 15 vagones. Recién en 1928 se modificó esa forma de viajar al adquirir 150 vehículos a las firmas Mercedes Benz y Opel.
Su visita a nuestra ciudad en 1935 fue consecuencia de la larga estadía de la compañía en el país, enemistado Sarrasani con el régimen Nazi. A la ciudad llegó Hans Stosch-Sarrasani Junior, ya que su padre había fallecido un año antes. Para entonces había reducido el tamaño del circo itinerante, convirtiéndolo en una empresa más ágil y fácil de transportar.
La enorme carpa para 5 mil personas fue montada en avenida Alem y Salta, punto en donde, la noche del estreno, “como por encanto” surgió “una verdadera población animada y bulliciosa”, que llenó por completo el lugar, presenciado un espectáculo “maravilloso”, por su brillantez,
“Lo mejor que se presenta en las pistas del mundo”. Tonys, payasos, equilibristas, bailarinas, domadores, jinetes y una colección de fieras amaestradas sorprendente, incluso osos polares y hasta una jirafa, impactaron al público
Sarrasani volvió a la ciudad en 1948, cuando se presentó en el Salón de los Deportes de Soler 444. “La leyenda hecha realidad”, se dijo entonces promocionado esa actuación.