Triunfazo de La Armonía: Se lo pidió su esposa, Maxi cumplió y el gol se lo dedicó a su hija recién nacida
Vallejos, emblema velezano, no convertía desde el 3 de diciembre de 2022. Señaló el primero en el 2-0 frente a Pacífico, victoria que le permitió al albiazul alcanzar la punta del Clausura de la B liguista otra vez, igualando a Comercial con 21 puntos.
Egresado del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social. Cronista de la sección Deportes de La Nueva. desde el 9 de octubre de 1995, especializado en fútbol. Entre 2002 y 2018 cubrió a Olimpo en Primera división. Trabaja en televisión y radio. Además, integró el equipo periodístico de "El Diario del Mundial", que se emitió en La Nueva Play.
“Tenía ganas de gritar un gol, me había olvidado como se hacía; se me pasaron un montón de imágenes por la cabeza cuando recibí de cara al arco para definir”.
Dicen que la procesión va por dentro y Maximiliano Vallejos, el emblema de La Armonía, tenía ganas de llorar. Pero no lo iba a hacer en la puerta del vestuario local ni frente a todos los curiosos que pasaban por su lado felices por el triunfo velezano.
Maxi no convertía desde el 3 de diciembre de 2022, en la final por el ascenso frente a Libertad en cancha de Liniers, y ayer, casi tres años después, “mojó” en el clásico de barrio frente a Pacífico, para un triunfo (fue 2-0) que jamás corrió riesgos por la poca resistencia que opuso el Verde de calle Terrada.
“Fue mucho tiempo sin anotar un gol, aunque la rotura del ligamento cruzado me dejó varios meses fuera de las canchas. Después volví, pero la rodilla me dolía y nunca estuve en plenitud para jugar. Hasta hoy, que tengo minutos y continuidad”, respondió el delantero formado en “Larmo” y con pasos por Bella Vista, Sansinena y Libertad en la LDS.
“Trataba de no presionarme con la sequía de goles, pero era difícil pisar el área y estar siempre lejos de convertir. Lo que me dejaba tranquilo era que, en los minutos que tenía, cumplía con el equipo y con lo que me pedía el cuerpo técnico”, deslizó “el Massi”.
--¿Cómo fue esa sensación de ponerse cara a cara con un arquero otra vez?
--Se me heló la sangre, te juro que me había olvidado. Menos mal que tuve tiempo y espacio para acomodarme y elegir el palo para colocar el balón. Espero que se me abra el arco, porque no hay nada más lindo que gritar un gol. Fue un desahogo.
“Le tengo que agradecer a todos los que me miman día a día en el club, pero más que nada a mi señora (Estela), que no pudo venir a la cancha porque hacía frío para la bebé recién nacida. Ahhh, no te dije, ¿sabías que fuimos padres otra vez?
--No sabía, te felicito: ¿otra nena?
--Sí, Lucía, nacida hace 33 días. Mi señora, después de desistir de ir a la cancha, me alentó: “Andá, hace un gol y que gane La Armonía así venís contento de una vez por todas”. Le contesté “¡como si fuera tan fácil!”. Así y todo me fui pensando en el milagro…(risas).
--Y ocurrió.
--Sí, y volví a casa con cara de póker y facturas para la merienda.
--¿Por qué no entraste para el segundo tiempo (lo reemplazó Leandro Ruiz)?
--Porque me pagaron un manotazo en los ojos, el “Colo” Ema Rodríguez, fue sin querer, por supuesto. Llegué al vestuario y no veía nada, era todo borroso, hasta que se me desinflamaron los párpados y recuperé nitidez en la visión. Una lástima, porque estaba jugando bien, me sentía bárbaro y me habían salido todas.
--A los 41 años, ¿cuánto cuesta la recuperación después de cada partido?
--Mucho, al menos dos días caminando lento y con dolores en todas partes, sobre todo en las piernas. Estoy viejo, ja, ja, ja.
--Bueno, equipararon a Comercial en la cima de las posiciones del Clausura.
--Sumar de a tres es clave en las cuatro finales que quedan para que termine la fase regular. La idea es clasificar y quedarnos con el 1; veremos, porque todavía debemos recibir a Comercial en nuestra cancha.