El presidente Aramburu saluda desde un balcón de calle Alsina en Bahía Blanca.

Mario Minervino

mminervino@lanueva.com

Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.

Hace 69 años, en diciembre de 1955, el presidente de la Nación, Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, saludó al pueblo bahiense desde el balcón de La Central Faiazzo, tradicional confitería de calle Alsina, frente a la plaza Rivadavia.

Tres meses habían transcurrido del golpe cívico-militar que derrocó al presidente Juan Domingo Perón, cuando Aramburu visitó Bahía Blanca. Fue en esa ocasión que decidió tomar un copetín en la Central Faiazzo, a pocos metros del palacio Municipal.

Pedro E. Aramburu en una de las mesas de La Central Faiazzo

Disfrutando de su refrigerio en la planta alta, rápidamente se corrió la noticia de su presencia, con lo cual la gente comenzó a concentrarse frente al lugar.

Poco a poco el murmullo de los vecinos llegó al oído de Aramburu, incluido el que pedía que se asomara al balcón del establecimiento “al que democráticamente había llegado, sin más custodia que la del propio vecindario”, según publicó un diario de la época.

Así se dio esta particular circunstancia de Aramburu en un balcón –algo que caracterizó la presidencia de Perón—y ensayando un saludo similar al del derrocado mandatario.

La gente agolpada en calle Alsina

Más allá de los aplausos, un pedido se impuso de manera inmediata: “Universidad, Universidad”. Un par de meses antes había cerrado el Instituto Tecnológico del Sur y el pedido de creación de la Universidad Nacional del Sur se hacía imperioso.

“Me siento gratamente impresionado y advierto esta inquietud colectiva que pone de manifiesto el noble anhelo del vecindario de esta culta ciudad de contar con una universidad”. Y agregó: “Mi gobierno se halla abocado al estudio de este problema con amplio espíritu de razón y de justicia. Tengan la seguridad de que en este rincón del país habrá una Universidad”.

Dos meses después, en enero de 1956, firmó el decreto fundacional de la unidad académica.