Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La cápsula del tiempo que permaneció oculta más de 80 años en Alem y Casanova

Una caja con objetos guardados en 1928 por los residentes españoles fue descubierta por casualidad en marzo de 2010. El hallazgo reveló que a la ciudad le falta un monumento, que iba a formar parte de los homenajes por su primer centenario.

Archivo La Nueva.

Con los vallados de seguridad instalados en medio del cruce de Alem y Casanova, los operarios de la cuadrilla comenzaron a romper el asfalto con el martillo mecánico.

La tarea en aquella tarde del 10 de marzo de 2010 parecía tan simple como rutinaria: abrir un pozo lo suficientemente grande como para realizar un rápido empalme de las cañerías distribuidoras de agua potable.

La alarmante sequía que afectaba al dique Paso de Las Piedras desde el año anterior había provocado una verdadera crisis hídrica en diferentes sectores de la ciudad, como en los barrios Universitario y Napostá, que casi no contaban con presión suficiente para abastecer los tanques de casas y edificios, en medio de temperaturas que no bajaban de los 30ºC.

La intención de la comuna era tranquilizar, al menos en parte, el fastidio de los vecinos, que ya habían realizado varias marchas de protesta frente al palacio municipal.

Por eso la orden que tenían los obreros era ejecutar los trabajos pautados con rapidez, reparar el pavimento y retirar discretamente las vallas con los carteles de “Disculpe las molestias”.

En medio de esas urgencias, nadie podía prever que la jornada laboral iba a deparar una sorpresa histórica.

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Cuando la excavación llevaba poco más de un metro de profundidad, algo llamó la atención de uno de los obreros, quien gritó a sus compañeros para detener el avance de la máquina perforadora y averiguar de qué se trataba.

Es fácil imaginarse la sorpresa generalizada cuando comprobaron que se trataba de una tapa de granito con una inscripción grabada en bajorrelieve: "Homenaje Popular Español a Bahía Blanca en su Primer Centenario. 11 Abril 1928".

El asombro fue todavía mayor cuando levantaron la pesada cubierta y descubrieron que debajo se encontraba un encofrado de cemento, con la forma de una caja, que contenía en su interior un tubo de plomo.

Alentados por la curiosidad, los operarios lograron extraer el tubo cuidadosamente con la intención de ver si guardaba algún contenido.

Lo que hallaron fue una especie de “cápsula del tiempo”, esos cofres sellados que dejan algunas sociedades como legado material y cultural para las generaciones posteriores.

Se trataba de un ejemplar del desaparecido diario local "El Hispano", fechado el 15 de abril de 1928, y de un pergamino con un texto alusivo a la grandeza de la ciudad, firmado por decenas de integrantes de la colectividad española de aquella época. Ambos lamentablemente en mal estado por la acumulación de 82 años de humedad.

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En los siguientes minutos, la cadena de llamados telefónicos fue tan veloz como inevitable: el jefe de la cuadrilla consultando a la empresa constructora. Desde las oficinas de la firma, un reporte a la secretaría de Obras Públicas del municipio. Finalmente, el aviso al Instituto Cultural para decidir el destino del material encontrado.

"No nos constaba la existencia de esta caja. Sí teníamos algunas versiones de que los españoles iban a realizar un monumento en ese sector de avenida Alem, pero que nunca se había llevado a cabo", señalaron las autoridades comunales de entonces.

La obra en cuestión, explicaban, tendría supuestamente la figura alegórica de la Libertad: una mujer de pie con la cabeza erguida y los brazos extendidos, exhibiendo los restos de cadenas recién cortadas. Todo un emblema de una época en la que el arte y la arquitectura desbordaban de símbolos universales.

"Tenemos entendido que lo que hallaron es la piedra basal de ese monumento", agregaron, antes de confirmar que los objetos de la caja serían enviados al Archivo y Museo Histórico para su preservación.

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Aún quedaban varios interrogantes, pero los archivos de La Nueva Provincia posibilitaron la resolución del misterio.

"El Sr. Gobernador y su comitiva se trasladaron a la Avenida Alem, próximo a la esquina de Eliseo Casanova donde debía tener lugar el acto de la colocación de la piedra fundamental del monumento que la colectividad española levantará como homenaje a nuestra ciudad".

Así comenzaba el artículo titulado "El monumento de los españoles", que se publicó en la edición del 16 de abril de 1928, en pleno fervor cívico por los festejos del centenario bahiense.

Según la crónica, participaron de aquella ceremonia el gobernador Valentín Vergara, el intendente Ramón Ayala Torales, el cónsul de España "Sr. Triviño" (sic) y el presbítero José Barreiro, entre otros invitados.

El texto confirmaba los rumores que venían circulando desde fines del año anterior, cuando empezaron las reuniones entre los residentes de la comunidad ibérica, con el propósito de conformar una comisión que definiera los alcances del homenaje.

Desde el principio algo estuvo en claro: sería un regalo importante, artístico y simbólico, capaz de evidenciar los fuertes lazos afectivos que habían desarrollado en la ciudad.

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Así comenzó el operativo para consumar la escultura que reivindicaría "Al Idioma de la Confraternidad Hispano-Americana y al Día de la Raza", tal el nombre oficial de la futura construcción.

El proyecto contemplaba un plazo total de seis meses para su realización. Luego del acto del 15 de abril, los trabajos se prolongarían hasta el 12 octubre de 1928, fecha en que el monumento sería inaugurado con un gran acto oficial.

"Asistimos ahora a la colocación de la piedra fundamental del monumento. Ved ya sobre ella, no la piedra y el bronce esculpidos por la manos artista. Ved, sí, el testimonio de nuestra gratitud", anunciaba el vecino Vicente de Fuenmayor, uno de los impulsores del homenaje.

"Nuestro propósito es perpetuar así las afinidades hispano-americanas, que digan a las futuras generaciones, en la evocación del pasado, de nuestra convivencia presente", agregaba, solemne.

Pero, al igual que en otras tantas historias de manufactura nacional, todo ese ímpetu inicial quedó desmantelado al poco tiempo.

Llegaron las elecciones del '28, la Crisis del '29, el Golpe del '30 y la Década Infame. Y acaso alguno de esos factores -o la suma de todos- determinó que el proyecto quedara en el olvido.

Tuvieron que pasar más de ocho décadas para que una caja herrumbrada, descubierta por pura casualidad en medio de una reparación de cañerías, quedara como único testimonio de aquel monumento. El monumento bahiense que no fue.