Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía ya ocupa un lugar importante a nivel nacional a la hora de hablar de vinos

Cada vez más catas, eventos y degustaciones llenan la agenda social y gastronómica de una ciudad que, además de beber, puede animarse a soñar con producir.

Fotos: Emmanuel Briane y Archivo La Nueva.

Federico Moreno

fmoreno@lanueva.com

Algunas modas llegan para quedarse, sobradas pruebas hay de ello y bienvenidas son cuando valen la pena. Lejos de llamar “moda” al vino, la referencia es a la corriente que se observa en Bahía Blanca desde hace unos pocos años, que apunta a la sofisticación del paladar, a la avidez de conocimiento por parte del aficionado, el amateur y a su apreciación del arte de producir y de degustar un buen ejemplar.

Para saber más al respecto, conversamos con la sommelière bahiense Julieta Quindimil, quien a modo de presentación cuenta que lleva 11 años comunicando vino en Bahía y la región, y que mientras la tarea del enólogo es la elaboración del vino, la del sommelier es la comunicación, ser el nexo entre el consumidor de vinos, la vinoteca, el distribuidor y la bodega.

--¿Qué lugar ocupa Bahía en el plano nacional de la vitivinicultura?

--Es actualmente una de las ciudades que más movimiento tienen en lo que se refiere a degustaciones y eventos. De hecho, acá se hace el cuarto evento más importante del país, el Bahía Top Tasting.

--¿Qué formato de eventos predomina?

--Los formatos han ido cambiando. En un principio las degustaciones las organizaban las vinotecas, que contactaban a las bodegas que venían con su sommelier. Ahora no lo hacen solo las vinotecas, también organizan las distribuidoras, que por ejemplo hacen un tour por las vinotecas que comercializan los vinos de su portfolio en Bahía, estas convocan a sus clientes y se hace la comunicación allí.

--¿Hay muchos sommeliers en la ciudad?

--No abundan, te puedo mencionar a María Prátula, gran colega que trabaja exclusivamente para Rutini y a Analía Martínez que hace eventos propios. Después tenés los sommeliers de las bodegas que vienen a trabajar en Bahía.

El tema es que la función del sommelier no puede ser solo organizar catas y desgustaciones. En Mendoza, Córdoba, Rosario y Buenos Aires su función es más amplia, generalmente trabajan en restaurantes, eligen la carta de vinos, asesoran a la gente, son como la antigua figura del maître. En Bahía los restaurantes no quieren pagar el costo que esto involucra, porque el sommelier hace una carrera de tres años y se sigue capacitando toda la vida, ya que los vinos cambian todo el tiempo.

--¿Hoy el público joven ganó terreno en el consumo del buen vino?

--Cuando empecé en esto, hace 10 años, el público asociado a ferias y degustaciones estaba por arriba de los 40 años. Hoy sigue estando, pero convive y es “empujado”, motivado por el público de 25 a 40. En “Somme en casa”, un tipo de evento íntimo en casas particulares que también se está dando actualmente, tengo solicitudes desde un chico de 17 años al que le tuve que decir que no por ser menor de edad, hasta la participación de una señora de 82 años.

--¿Cuándo empezaron a acercarse los más jóvenes?

--El gran cambio se dio en los últimos tres años. Es el público millennial, y es el mismo que consume cerveza y busca y exige diversidad. Quiere probar productos gourmet, cata cervezas, pero no tanto de las cervecerías artesanales, que suelen ofrecer menúes similares, sino importadas, que justamente se consiguen en las vinotecas.

--¿El rubro comercial creció mucho gracias a esta “moda”?

--En Bahía actualmente hay entre 40 y 50 vinotecas, la gran mayoría abrieron en estos últimos tres años que te mencionaba, y la verdad es que trabajan todas muy bien. Para que te des una idea, en la ciudad todas las noches hay un evento relacionado al vino, y a veces se solapan dos o tres en la misma noche.

--¿La pasión por el buen vino es una afición costosa como parece?

--Este grupo de gente joven guarda un dinero para salir a comer eventualmente a lugares de Bahía donde se come muy bien, o bien le gusta asistir a catas domiciliarias que cuentan con un chef asociado y donde hay platos de alta cocina. No compra el gran vino todos los días o día por medio como sí puede permitirse un señor de 60 años, pero los fines de semana, dándose un gustito, este público joven un vino de 600 o 700 pesos se puede llegar a comprar.

--Ya que hablamos de precios, ¿cuál es el piso hoy para hablar de un buen vino, para hacer un regalo que nos asegure “cumplir”?

--Para regalar recomiendo los grandes vinos jóvenes, sin barrica, que están viniendo de entre 300 y 500 pesos. Ya si hablamos de vinos con crianza nos vamos de 500 a 1.000. Pero sí, se puede quedar perfectamente bien con un vino joven pero bien elaborado de entre 300 y 500 pesos.

--¿Cuál es la uva del momento, qué novedades hay en cuanto a la materia prima?

--En Argentina existen unas 40 variedades no tradicionales, unas 40 cepas. La gente más grande es menos permeable al cambio y siempre se va a sentir cómoda con el malbec, el que de hecho no sabemos si lo instalamos los comunicadores y la gente lo consume, o si porque la gente lo consume nosotros lo seguimos comunicando. Pero la gente más joven quiere probar todo lo nuevo que pueda.

--Y en cuánto a marcas y bodegas, ¿existe la fidelidad?

--Hoy es prácticamente imposible fidelizar al cliente, y está buenísimo que así sea, porque es un desafío constante. Antes el propietario de la vinoteca consideraba que se podía fidelizar a un cliente, hoy ese concepto no existe, el cliente va rotando. Persiste la fidelidad hacia una clase de uva, pero hasta ahí nomás, porque de a poco también se está rompiendo ese concepto.

Además, hay casi 900 bodegas nomencladas en el Instituto Nacional de Vitivinicultura, abarcando a las orgánicas, biodinámicas, de elaboración tradicional, de boutique, de garaje, industriales, etc. Si calculás que todas hacen por lo menos cuatro malbecs distintos, tenés en las góndolas argentinas 3.600 opciones y hablando solo de malbecs.

Entonces el público ya no elige en función de la bodega, hoy mira la altitud del viñedo, proximidad al mar, suelo, adaptabilidad de la variedad a la zona y estética, ya que hoy un 30% de un vino se elige por el diseño de la etiqueta.

--Hablando de la cuestión geográfica, ¿Bahía y la zona son aptas para la elaboración?

--Yo opino que se puede hacer vino en cualquier lado, el sudoeste bonaerense es perfectamente capaz de dar buenos vinos. Lógicamente no tenemos que caer en el error de comparar una zona de 10 o 15 años de trayectoria vitivinícola con otra que tiene 150. Hay una adaptabilidad de la planta al lugar, un conocimiento del mismo que acá todavía no se tiene. Pero hay que darle tiempo al vino del SOB porque tiene toda la potencialidad. Pensá que estamos en el paralelo 38°, el mismo en el que se ubica San Patricio del Chañar, que da vinos de 94 puntos Parker.

Clubes de vino

Matías, dueño de una vinoteca ubicada en Alvarado 50, cuenta que una de las novedades a la hora de atrapar y satisfacer a los clientes es a través de clubes de vino modernos.

“Hay clubes, incluso modernos, pero no en la ciudad. Nosotros tratamos de diferenciarnos a través de productos originales y de variar mes a mes. En lo que tratamos de esforzarnos lo más posible, y es lo que lógicamente le cierra al cliente, es en que pueda pagar menos al asociarse”.

“Consiste en que todos los meses reciben una caja de vino, que va variando y se adapta a las preferencias de cada uno. Y consigue los vinos que quieren un 30 o 40 por ciento más barato que en la góndola”.

“El cliente hoy busca sentirse asesorado, acompañado y pagar menos. Los clubes de vino son una buena forma de lograrlo”.