Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Los inicios del gran Luis Saslavsky

"Soy un escritor que escribe cosas inventadas. Nunca escribo en base a gente que conozco ni a experiencias personales", expresó Luis Saslavsky cuando corría abril de 1941. "Tampoco puedo afirmar que invento a mis personajes totalmente. Creo en aquello que respondió Flaubert cuando le preguntaron acerca de Madame Bovary y dijo: `Madame Bovary soy yo'. Pero en mí, eso debe darse de una manera poco consciente", añadió en ocasión del estreno de su filme Historia de una noche.




 "Soy un escritor que escribe cosas inventadas. Nunca escribo en base a gente que conozco ni a experiencias personales", expresó Luis Saslavsky cuando corría abril de 1941.


 "Tampoco puedo afirmar que invento a mis personajes totalmente. Creo en aquello que respondió Flaubert cuando le preguntaron acerca de Madame Bovary y dijo: `Madame Bovary soy yo'. Pero en mí, eso debe darse de una manera poco consciente", añadió en ocasión del estreno de su filme Historia de una noche.


 La película se basó en la pieza teatral Mañana es feriado, de Leo Perutz, adaptada por el propio Saslavsky, en colaboración con Carlos Adén.


 Para entonces, además de escritor, Saslavsky ya era uno de los mejores directores de cine de nuestro país.


 Había nacido en Rosario, en 1903 (falleció en Buenos Aires 92 años más tarde). Tenía 6 años cuando sus padres, inmigrantes ucranianos, lo llevaron a Buenos Aires.


 En su juventud se fue a París, donde estudió dibujo y pintura, y de regreso, inició la carrera de Abogacía que luego abandonó por el Periodismo.


 Como crítico de cine se entrenó en "La Nación". Ingresó en reemplazo de Arturo Mom, y más tarde fundó "La Revista de América", junto con Eduardo Mallea y María Rosa Oliver.


 En 1933 el diario capitalino lo envió como corresponsal a Hollywood, para entrevistar a directores, astros y estrellas de cine, una variante periodística muy de moda en aquellos años.


 El viaje lo puso en contacto con figuras como Greta Garbo, Joan Crawford, Gloria Swanson, Marlene Dietrich y el director Josef von Sternberg.


 Por mediación de su amigo Saint-Exupery --a quien había conocido en Buenos Aires--, fue convocado por la Metro Goldwin Mayer como asesor técnico de Vuelo nocturno (1933). Fue el impulso para presentar la renuncia a la corresponsalía de "La Nación".


Un giro de timón







 La ciudad de cartón y Volando a Río, ambas de 1933, significaron los siguientes pasos en el camino elegido. Durante el rodaje del último filme conoció a Dolores del Río, una de sus más entrañables amigas.


 Al año siguiente, Saslavsky regresó a Buenos Aires y volvió a su antiguo amor, el periodismo, en el diario "Crítica". Pero no abandonó el rumbo elegido en Hollywood y junto con Alberto de Zavalía fundó la productora SIFAL, un emprendimiento para el cual convocaron al guionista Carlos Adén y a los futuros directores Carlos Schlieper, Ernesto Arancibia y Enrique Cahen Salaberry.


 SIFAL produjo sólo dos filmes: Crimen a las tres (1934) y Escala en la ciudad (1934), las operas primas de Saslavsky y Zavalía. El fracaso de ambos no los amilanó y continuaron elaborando proyectos que en cada caso fueron calificados de "intelectuales".


 Torre Nilsson diría que "en aquellos tiempos ser joven e intelectual era mala palabra, inaceptable en los estudios y las distribuidoras. Era condenarse a ser un director maldito".

Filmes más comerciales






 Finalmente, tanto Salavsky como Zavalía acotaron realizar filmes más "comerciales". Pampa Film, el sello de Olegario Ferrando, le propuso a Saslavsky filmar La fuga, un policial con Santiago Arrieta, Tita Merello y Francisco Petrone, que fue un éxito de público, que le permitió tomarse revancha de su primer fracaso e introducirse en la incipiente industria del cine argentino.


 Pero volvamos a Crimen a las tres, su película inicial, de cuyo estreno se cumplirán 70 años el próximo 22 de agosto. El guión --que posee un filón policial-- fue escrito por Saslavsky y Carlos Adén. La historia se inicia con un romance en alta mar. Luego el protagonista se queda sin trabajo y vagabundea en el puerto, donde es descubierto por el dueño de un "dancing", que lo convierte en figura de renombre. Pero el azar vuelve a ponerlo en contacto con la mujer del barco y a enfrentarlo con un crimen y un juicio, que finalmente revelará al verdadero asesino.


 Saslavsky reconoció que Crimen... era una película hecha ignorando al público. "Una vez que se estrena y veo que no gusta y que sus diálogos hacen reir, reacciono y me preparo para enfrentar con mi segunda al público". Esa segunda película fue La fuga.

En busca de libertad.






 Desde entonces y a pesar de su ligazón con distintas productoras (Argentino Sono Film, Pampa Film, Estudios San Miguel), buscó las variables técnicas y narrativas, y la necesaria libertad de expresión para realizar un cine que se aproximara a sus inquietudes creativas.


 En años posteriores dirigió, entre otras, Puerta cerrada (1938), La casa del recuerdo (1939), Historia de una noche (1941), La dama duende (1944), Camino del infierno (1945), Historia de una mala mujer (1947) y Vidalita (1948), una comedia musical con Mirtha Legrand, que por su historia y su ambiente fue calificada de "opereta folklórica".


 Según el director, Vidalita surgió en un momento muy particular. "El peronismo, por razones que ignoro, está en contra de la película. Encuentran que un gaucho representado por una muchacha disfrazada es una falta de machismo, de criollismo".


 Y ese supuesto tratamiento "anticriollo" impuesto al filme habría disgunstado a Raúl Alejandro Apold, quien desde 1948 estaba a cargo de la subsecretaría de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación. Poco después, Saslavsky fue incluido por Apold en su "lista negra" y se fue a trabajar durante quince años a Francia y España.


 Saslavsky refiere en su libro La fábrica lloraba de noche, que "fui prohibido por el peronismo a pesar que Evita repetía que yo era el único director argentino bien educado. Me aseguraron que fue porque estando en Estados Unidos, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, yo me alisté al servicio de la política de buena vecindad". (1)


 En el mismo libro narra dos circunstanciales encuentros con Perón, en Madrid. Primero en una estación de servicio y luego en una cena a la que ambos fueron invitados. En esta segunda oportunidad, Perón le dijo: "Usted nunca fue prohibido por haber estado al servicio de los norteamericanos. El francés Tinayre gestionaba el levantamiento de la prohibición que Apold había ordenado y usted se fue a Europa".


 "No quise decirle que pese a la amistad que unía a Tinayre con Apold, éste nunca nos recibió (...) Entonces pensé: Ni Evita ni Perón han decretado esta prohibición (...) Preferí irme a Europa y esperar que el tiempo solucionara el conflicto. En París intenté recomenzar mi carrera y lo logré".




  Agustín Neifert

(1) Luis Saslavsky, La fábrica lloraba de noche, Ed. Celtia, Buenos Aires, 1983.