Diario de viaje, día 7: Rakiura, mbejú y más medallas para la colección
Sensaciones, experiencias, comentarios y mucho más de lo que implica cubrir los Juegos Panamericanos Junior en Paraguay.
Periodista. En La Nueva desde 2013. Especializado en el movimiento olímpico. Asistió a los Juegos Olímpicos de Río 2016, a los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, a los Juegos Suramericanos de la Juventud Rosario 2022, a los Juegos Suramericanos Asunción 2022, a los Juegos Panamericanos Santiago 2023 y a los Juegos Olímpicos París 2024, entre otros eventos internacionales.
Antes de que me empiecen a preguntar (u a odiar...), aclaro que hoy la temperatura aquí en Asunción llegó a los 30 °C y que este domingo se espera una jornada similar, a pleno sol.
Acto seguido, les cuento que la cobertura de los II Juegos Panamericanos Junior tuvo una salida especial, ya que pasamos todo el día en el Rakiura Resort, un centro de recreación, eventos y deportes que se inauguró hace exactamente 20 años, que es enorme por donde se lo mire y que cuenta con una vegetación alucinante.
Allí se desarrolló hasta esta tarde la competencia de tenis de Asunción 2025 y la elección de la sede fue perfecta porque el lugar es de ensueño y las once canchas con iluminación artificial tienen un nivel semejante, acorde a tal evento.
Argentina tuvo una muy buena actuación en la disciplina, cosechando cinco medallas para la delegación ya que solamente el dobles mixto se quedó sin presea: fueron oro los dobles femenino y masculino (Sol Larraya-Candela Vázquez y Dante Pagani-Ian Vertberger), plata dos singles (Larraya e Pagani) y bronce otro single femenino (Vázquez).
Al llegar uno empieza a saborear el aroma de la naturaleza, rodeado de cuantiosos árboles y un césped al ras que invitaba a caminar descalzo. La paz era indescriptible y cuesta pensar que se encuentra a apenas 10 minutos del aeropuerto Silvio Pettirossi, donde reina el ruido.
Las piletas no estaban habilitadas, aunque el calor invitaba a una zambullida. El parque acuático tiene tres sectores especiales para niños, con toboganes y juegos, una piscina con olas artificiales y otra más, pero exclusiva para los miembros del Resort.
Esta última está pegada a un agradable restaurante en el que pedimos dos comidas típicas del lugar: chipá y mbejú. El primero es más conocido y tenía un toque se anís que lo hizo particular. El segundo no lo conocía, me dijeron que tiene almidón de mandioca y queso y a mí me vino perfecto como entrada a la cobertura deportiva.
Hasta mañana.