La inundación en General Cerri: la otra parte de la historia
Lo ocurrido en la vecina localidad tiene aristas diferentes a lo sucedido en Bahía, que exigen obras propias para evitar otro suceso semejante.

Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Audionota: Danilo Belloni
Cerca del 70% de los 1.500 evacuados en el distrito de Bahía Blanca debido a la inundación del 7 de marzo correspondió a vecinos de General Daniel Cerri, lo que deja en claro que esa localidad resultó una de las más afectadas por el fenómeno.
Con dos particularidades en cuanto a las razones de ese fenómeno. Por un lado, la crecida, ligada a la precipitación de 400 milímetros registrada en seis horas, se relaciona con una cuenca distinta a la que afectó a Bahía Blanca y fueron otros los arroyos que resultaron desbordados.
Por otro, el Plan de Reconstrucción Integral anunciado por el gobierno provincial no ha incluido obras específicas para atender la vulnerabilidad que presenta esa localidad, que no tendrá mejora alguna con las intervenciones que se plantean para el canal Maldonado y el arroyo Napostá.
Para entender lo ocurrido en Cerri, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Estación Experimental Agropecuaria Bordenave y el Departamento de Agronomía de la Universidad Nacional del Sur realizaron un estudio centrado en esa localidad.
El mismo conforma una herramienta clave para cualquier intervención remediadora que se pretenda realizar, por aportar datos concretos, medidos en campos de la zona, con un análisis de escorrentías del agua y la sugerencia de un paquete de obras que apuntan a modificar esa vulnerabilidad.
Los otros arroyos
La inundación verificada en la zona rural aledaña a la Ruta Nacional 35 y en General Daniel Cerri fue consecuencia de una lluvia extrema que superó la capacidad de infiltración de los suelos y derivó el agua hacia los arroyos Saladillo de García y Saladillo Chico.
La superficie de aporte de agua hacia esas desembocaduras alcanzó las 36.500 hectáreas (equivalente al 15% del la superficie del partido de Bahía Blanca), siendo la corriente más significativa producto de la confluencia de cuatro cauces menores entre las rutas 35 y 3 Sur, los cuales generaron una masa de agua de 1.700 metros de ancho que ingresó a Cerri.
El INTA estimó que se generó un caudal medio de 567 m³/s, mientras que el caudal de punta de crecida superó los 3.675 m³/s, un volumen que hizo colapsar toda capacidad de drenaje.
La respuesta para corregir esta situación apunta al manejo de la cuenca mediante medidas preventivas que apuntan a disminuir la velocidad del escurrimiento del agua, a incrementar la capacidad de absorción del suelo y planificar obras para modificar la vulnerabilidad de los puntos donde confluyeron esos enormes volúmenes de agua en poco tiempo.
El trabajo
Para peritar los daños de escorrentía, se realizó un relevamiento en establecimientos rurales dentro de la cuenca del Río Sauce Chico y el arroyo Saladillo de García, estableciendo la pluviometría, las pendientes, el movimiento superficial del agua y los niveles de inundación.
El área monitoreada abarcó las pendientes que vuelcan a esa cuenca y el periurbano de Cerri, donde toda la precipitación escurre hacia un punto común.
Para ello se trazaron las isohietas que conectan los establecimientos donde se registraron precipitaciones similares. La línea de 395 mm superó ampliamente la capacidad de infiltración de los suelos, provocando el desborde del Saladillo de García, del Sauce Chico y de otros cursos menores.
Contra la situación conspiró la baja capacidad de retención hídrica de los suelos, lo cual provoca el rápido escurrimiento superficial del agua. Además es una zona con suelos desnudos debido a las sequías recurrentes, lo cual hizo que la infiltración disminuya y aumente la escorrentía.
Un estudio sobre la ruta 35 identificó 6 corrientes que la cruzaron: Saladillo chico, manantial salitroso del Camino de la Hormiga, alcantarilla RN35, Saladillo de García, Saladillo y Sauce Chico.
Los 4 primeros convergieron en una gran corriente que ingresó entre la ruta 35 y la zona de quintas del Sauce Chico y cruzó la ruta 3 sur, entre TGS y el frigorífico Villa Olga, en dirección a Cerri, alcanzando un ancho de 1.700 metros.
A partir de una lámina de agua de 395 mm de espesor, en un suelo saturado, el 75% del líquido escurre. Eso generó un volumen de 98.276.250 m³ de agua que demoró 48 hs en transitar la cuenca. Estos datos permitieron estimar un caudal medio, en la desembocadura, de 567 m³/s y un caudal de punta de crecida de 3.675 m³/s.
Para dimensionar este valor, el estudio menciona que el caudal medio del río Negro es de 2.000 m³/s, mientras que el de las Cataratas del Iguazú es de 1.500 m³/s.
El agua que ingresó a Cerri se asemejó al de un gran río nacional en crecida equivalente al doble del flujo de las cataratas. Es decir que el fenómeno transformó una cuenca rural en un sistema fluvial de altísimo caudal, con un gran potencial destructivo.
Las sugerencias
Las obras que propone el estudio apuntan a evitar que un fenómeno similar vuelva a inundar Cerri. Para eso es clave impedir que el agua llegue a los arroyos, mejorando la capacidad de absorción del suelo, logrando que escurra a menos velocidad y aumentando el cauce de los arroyos en sus tramos finales.
La mayoría son obras simples, de movimiento de suelos, que exigen ser realizadas en los sitios adecuados. El estudio del INTA permite tener precisiones sobre cuáles son esos lugares.
Las estrategias incluyen las de realizar investigaciones sobre la dinámica de la cuenca del Sauce Chico, Saladillo de García, Saladillo Chico y sus afluentes para comprender sus escurrimientos.
Es importante que la mayor cantidad de agua de lluvia sea retenida y absorbida por el suelo. Eso permite además aprovechar un recurso valioso en una zona semiárida y favorece la recarga de los acuíferos, clave para sostener la productividad y mitigar los eventos climáticos extremos.
Para eso es esencial el mantenimiento de la cobertura vegetal, la reducción de la compactación del suelo y el uso de labranzas conservacionistas. También realizar obras como terrazas y trincheras de absorción, micro diques de contención y canales derivadores.
Las terrazas consisten en pequeños defensas de 50 a 70 cm de alto, transversales a la pendiente, cuyo objetivo es reducir la erosión. Las trincheras son zanjas, poco profundas, entre 0,50 a 1,50 m, perpendiculares a la pendiente del terreno que interceptan el agua y ralentizar su avance.
Los diques son en taludes que generan reservorios que acumulen el agua.
Es necesario también limitar los loteos en zonas inundables, pues además quitan la cobertura vegetal y la reemplazan por superficies impermeables que reducen drásticamente la infiltración.
Durante el último evento el Saladillo desbordó, por lo cual se propone la ejecución de un canal ancho en su tramo final con muros de contención laterales.
La promoción y coordinación de políticas públicas con los distintos actores del territorio y la participación de la comunidad en la planificación de medidas de mitigación es muy importante.
También es relevante instrumentar programas de capacitación en manejo del agua, impulsados por organismos estatales, instituciones educativas, organizaciones civiles y productores.
Nota: El estudio DIAGNÓSTICO PRELIMINAR DE DAÑOS DE ESCORRENTÍA SOBRE ZONA RURAL RUTA NACIONAL 35 Y GRAL D. CERRI es de la autoría de Ings. Agrs. (Dr.) Carlos Torres Carbonell, (Mg.) Andrea Lauric, Gerónimo De Leo, Ing. Juan Carlos Schefer, (Dr.) Matias Duval, Ing. Federico Labarthe