Bahía Blanca | Domingo, 09 de noviembre

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El desafío de contener a los niños ante la llegada de una nueva tormenta

"Es esperable que haya miedo o ansiedad", explicó la psicóloga Alba Picardi, al advertir que muchos chicos reviven la angustia cuando el cielo vuelve a oscurecerse.

Fotos: Emilia Maineri-La Nueva.

El agua que se adueñó de Bahía Blanca en marzo y el temporal que llegó dos años antes no solo dejaron daños materiales. También provocaron marcas invisibles: el miedo que muchos chicos aún sienten cuando el cielo comienza a oscurecerse.

La psicóloga bahiense Alba Picardi explicó que, detrás de cada tormenta, hay emociones que necesitan ser escuchadas y acompañadas.

"Es esperable que haya miedo, ansiedad, inquietud o dificultades para retomar las rutinas cotidianas", señaló. En algunos casos, también pueden aparecer "estados regresivos o problemas en el sueño".

Según la profesional, estas reacciones varían según la edad y los recursos emocionales de cada niño y advirtió que, sin un acompañamiento psicosocial adecuado, "los efectos de un evento catastrófico pueden rigidizarse y devenir en cuadros graves".

Picardi remarcó además una diferencia fundamental entre quienes atravesaron el hecho y quienes sólo lo conocieron por relatos. "La experiencia traumática es intransferible —dijo—. Quienes sufrieron el impacto directo lo sienten en su psiquismo de una manera distinta a los que lo conocieron a través de alguien cercano".

Uno de los mayores temores de los padres es no saber distinguir entre una reacción esperable y una señal de alerta. Entonces Picardi ofreció una orientación clara: "Mientras estamos transitando las consecuencias del evento, es normal que aparezcan manifestaciones como miedo o ansiedad. Si, pasado un tiempo, esas reacciones persisten con la misma intensidad o interfieren con la vida cotidiana, hay que consultar a un profesional".

La falta de control que los adultos también experimentan frente a los fenómenos naturales —algo "impredecible y que no puede controlarse"— puede transmitir a los chicos una sensación de vulnerabilidad difícil de procesar. 

"El evento deja de ser una posibilidad lejana y se vuelve parte de la realidad conocida", explicó Picardi en diálogo con La Nueva. Por eso, dijo, es clave construir recursos emocionales que ayuden a tomar distancia y sostener la vida cotidiana.

"La actitud del adulto tiene mucho más peso que el discurso", enfatizó. Si los grandes reaccionan con ansiedad o descontrol, "los chicos van a generar esas emociones como posibilidad de respuesta y probablemente las repliquen".

El consejo, aclaró, no es negar lo que pasa, sino ponerlo en palabras: "No se trata de ocultar las cosas como si nada pasara, sino de generar confianza para expresar lo que sentimos y así poder sostenernos y elaborar los momentos difíciles".

La psicóloga Alba Picardi

Picardi también recomendó limitar la exposición a imágenes o videos del desastre. "Volver permanentemente a mirar imágenes nos pone a todos, no solo a los niños, en situación de revivir el evento traumático", advirtió. Esa repetición puede derivar en una "desensibilización aparente", donde se disocia el afecto sin que el hecho haya sido realmente elaborado.

En casa, subrayó la especialista, es fundamental respetar los tiempos de cada chico. "No se pueden forzar las conversaciones. Hay que generar un espacio donde el niño sienta que puede ser escuchado si lo necesita", sostuvo. Validar sus emociones —incluso cuando no se comprendan del todo— contribuye a aliviar la angustia y reconstruir la sensación de seguridad.

También la escuela tiene un rol importante. "Generar espacios de escucha y brindar herramientas básicas de cuidado. La información tranquiliza y da herramientas para actuar en nuevos eventos", indicó.

Finalmente, Picardi recordó que, aunque los episodios meteorológicos dejan huella, también pueden convertirse en una oportunidad para fortalecer la resiliencia infantil. "Los niños pueden salir fortalecidos de una situación adversa, pero para eso lo fundamental es el acompañamiento que se les brinde. La resiliencia no es borrar lo sucedido, sino integrarlo de la manera más saludable posible".

Las tormentas pasarán, pero lo que quede dependerá, más que del clima, de cómo los adultos ayuden a los chicos a encontrar calma en medio del ruido.