Natalia Martirena y una política cultural que construye comunidad
La directora del Instituto Cultural reflexiona sobre el valor social de la cultura, repasa su trayectoria y detalla una gestión atravesada por la participación y la reconstrucción colectiva.
Hablar de cultura es hablar de identidad, de lazos sociales y de los sentidos que una comunidad construye y transmite en el tiempo. En Bahía Blanca, la cultura no se reduce a una agenda de eventos ni a una programación institucional: es una práctica cotidiana, profundamente arraigada, que atraviesa barrios, generaciones y espacios de encuentro. Desde esa convicción piensa y gestiona el Instituto Cultural del Municipio, hoy conducido por Natalia Martirena.
Su recorrido personal explica en gran parte esa mirada. Martirena forma parte del movimiento cultural bahiense desde la infancia. A los ocho años ingresó a la Escuela de Danza Clásica, institución de la que egresó, y más tarde integró el grupo de Teatro Caos, que ensayaba en el garaje del Museo de Arte Contemporáneo, el primero de su tipo en el país. Dirigió experiencias de teatro documental junto a trabajadores ferroviarios y portuarios en Ferrowhite, fue directora de la Escuela de Danzas y coordinadora de los Organismos Artísticos del Sur (OAS). “Conozco este mundo por dentro, crecí ahí y agradezco todo lo que me dio”, resume.
—Se dice con frecuencia que Bahía Blanca tiene un gran movimiento cultural. ¿Cuál es tu punto de vista?
—Te diría que es así. Es algo que dice siempre Federico Susbielles y estoy de acuerdo: Bahía Blanca es uno de los centros culturales más importantes de la provincia y del país. Y eso no es casualidad.
Martirena enumera una infraestructura cultural construida a lo largo de décadas: cinco escuelas provinciales de arte, cuatro de nivel superior (Escuela de Danzas, Escuela de Teatro, Conservatorio de Música y Escuela de Artes Visuales), además de la Escuela de Educación Artística para infancias y juventudes.
A eso se suman una orquesta, un coro polifónico y un ballet profesionales, todos nucleados en los OAS; el Teatro Municipal, considerado uno de los mejores teatros líricos del país; y siete museos municipales, algunos de referencia nacional e internacional. También las universidades nacionales y provincial forman parte de ese entramado.
“Es una enorme inversión pública sostenida en el tiempo, que impacta en la formación de docentes, artistas, técnicos y trabajadores de la cultura en general, y que nutre el movimiento cultural de la ciudad”, explica. Pero aclara que el fenómeno no se agota en lo institucional: la organización comunitaria es una de sus grandes fortalezas. Espacios culturales independientes, bibliotecas populares en todos los barrios, museos privados, ferias, editoriales, colectivos artísticos, peñas folklóricas, organizaciones de carnaval con fuerte arraigo barrial y un calendario de fiestas, festivales y ciclos que se extiende de febrero a diciembre dan cuenta de una vitalidad singular, sostenida además por una legislación municipal de avanzada.
Según cuenta, el último año puso a prueba esa red cultural. El temporal y la inundación posterior obligaron a redefinir prioridades y modos de trabajo.
“La cultura no es una esfera separada del resto, no es una isla. Tuvimos que implementar un plan de emergencia transversal, interagencial, como parte de un abordaje integral del municipio.
"La emergencia fue material, pero también emocional. Hubo que reparar techos y pisos para volver a usar espacios, al mismo tiempo que se organizaban actividades y encuentros en los lugares no dañados. En ese contexto surgió Cultura de Pie, dentro de los programas de reconstrucción impulsado por el intendente, destinado a asistir a trabajadores y trabajadoras de la cultura que perdieron herramientas, materiales o sufrieron daños en sus espacios. El relevamiento fue posible gracias al trabajo previo del programa de Catálogos Sectoriales desarrollado en 2024, al compromiso del personal del Instituto Cultural y de otras áreas municipales, y a la colaboración de organizaciones del sector”.
“En Bahía vimos solidaridad colectiva y ayuda mutua. Eso también es la cultura de la ciudad”, subraya.
—¿Qué es la cultura?
—La concepción de cultura que guía a la gestión parte de una definición amplia: Me gusta una frase de Gilberto Gil, cuando fue ministro de Cultura de Brasil: ‘la cultura es algo ordinario’. Está en el día a día, en los hábitos, en las formas de hablar y relacionarnos. Todos somos protagonistas de la cultura de una comunidad.
Desde esa perspectiva, la política cultural se concibe como formadora de ciudadanía y garante de derechos, con participación social diversa y activa.
De cara a 2026, el Instituto Cultural proyecta continuidad y profundización de programas. Seguirá el Programa de Fortalecimiento de Bibliotecas Populares “Mirta Colángelo”, el programa “Pla Pla” para infancias —que por primera vez articula arte y educación con un programa propio— y los encuentros de formación docente.
Continuarán los eventos identitarios como el Pre Cosquín, los Carnavales, la Fiesta del Cubanito, la Feria de Artesanos y La Noche de los Museos. Mientras avanzan las tareas de reparación del Teatro Municipal, la actividad seguirá en el Auditorio Caronti de la Biblioteca Rivadavia, con una programación amplia y accesible. A eso se suman más de 230 talleres en distintos barrios, propuestas para adultos mayores y un diálogo permanente con los sectores culturales a través de consejos y convocatorias.
“El desafío no es solo sostener lo existente, sino profundizar una mirada que entienda a la cultura como política pública estratégica. “Cuando hablamos de cultura hablamos también de trabajo, de educación, de salud emocional, de convivencia”, señala. La experiencia del último año reforzó esa convicción: los espacios culturales funcionaron como refugio, como lugar de encuentro y como motor para recomponer vínculos dañados por la emergencia”.
“Desde el Instituto Cultural y con el impulso del intendente Federico Susbielles, la apuesta es seguir fortaleciendo una red diversa y federal dentro de la ciudad, acompañando tanto a las instituciones históricas como a las expresiones independientes y barriales. La gestión local elige poner en valor lo construido colectivamente: “La cultura no es un lujo ni algo accesorio —concluye—: es una de las herramientas más potentes que tenemos para pensar el presente y proyectar el futuro en común”.
Gestión con identidad cultural
La política que impulsa el Instituto del Municipio de Bahía Blanca se apoya en una definición amplia y profundamente democrática de la cultura. Lejos de reducirla a una grilla de espectáculos, la gestión la concibe como una práctica cotidiana que atraviesa hábitos, vínculos, memorias e identidades compartidas. Desde esa perspectiva, el objetivo central es garantizar el acceso, promover la participación y fortalecer el entramado comunitario.
Las bibliotecas populares ocupan un lugar estratégico como espacios de lectura, formación y encuentro en los barrios, al igual que los museos municipales, que desarrollan un trabajo sostenido en torno a la historia local, el patrimonio cultural y natural, la investigación y la creación contemporánea.
A eso se suman programas específicos para infancias, juventudes y adultos mayores, más de doscientos treinta talleres distribuidos en distintos puntos de la ciudad, y una agenda de fiestas, festivales y encuentros que forman parte de la identidad bahiense.
"Las convocatorias al Fondo Municipal de las Artes, a Eventos Permanentes, a Solidaridad Cultural y a Espacios Culturales Independientes consolidan un marco de acompañamiento al sector, respaldado por ordenanzas municipales que hoy son referencia para otras ciudades. El diálogo permanente con los actores culturales, a través del Consejo Cultural Consultivo y de instancias sectoriales, completa una política que prioriza la construcción colectiva, el reconocimiento del trabajo cultural y el fortalecimiento de la comunidad como protagonista central", continúa Martirena.
"Queremos también darle el valor que se merecen a la Orquesta Escuela, los Coros Municipales, la Orquesta de Guitarras Les Escoberes, y las Serenatas de la Muni", concluye.