Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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La plaza Rivadavia: el paseo público que nació con el Fuerte y es un símbolo de la ciudad

Parte del trazado fundacional del fuerte, la plaza Rivadavia es hito y referencia de la ciudad.

Quien camina por la plaza Rivadavia, en el centro de Bahía Blanca, está pisando terreno fundacional. Es el lugar que en 1828 el agrimensor Narciso Parchappe delineó como área complementaria del fuerte, el lugar para la caballada y las carretas, para que pasteen las ovejas y las vacas y para las prácticas de tiro de los soldados. Fue primero Plaza de armas, se la mencionó luego como plaza Argentina, en algún plano figuró como plaza Estomba y desde fines del siglo XIX lleva el nombre de Bernardino Rivadavia.

Cuando empezó el siglo XX todavía conservaba una calle que la cruzaba. Hasta 1903 estuvo alambrada y recién ese año el intendente, Rufino Rojas, contrató a un paisajista francés, August Flamant, para que la diseñara como un espacio público de encuentro y recreación. En 1934 hubo una nueva intervención, tomando el trazado que mantiene hasta el presente.

La plaza alambrada, 1903

Es una plaza singular, distinta, que no tiene el uso que uno puede imaginar al ser la plaza principal de la ciudad. Para muchos es apenas un lugar de cruce y seguramente precise una adecuación y modernización que potencie su uso. Mientras tanto, lo que sigue es algo de todo lo que puede verse caminando el lugar, con el simple deseo de mirar.

Los ingleses, los israelitas

En 1928 Bahía Blanca celebró sus cien años y las colectividades locales quisieron manifestar su adhesión a tan significativa fecha. En particular los ingleses –concesionarios del ferrocarril y el puerto—y los israelitas pidieron autorización para ubicar sendos monumentos en la plaza. Así lo hicieron, uno sobre Estomba, otro sobre Zelarrayan.

Fuente de los Ingleses, inauguración 1928

Dos obras revestidas en mármol de Carrara, la Fuente de los ingleses con un receptáculo de agua y una suerte de pirámide y el otro un gran bloque que es en realidad un homenaje al barón Moritz von Hirsch auf Gereuth (1831-1896) empresario, banquero y filántropo judeo-alemán, impulsor de las colonias judías en Argentina.

Monumento al Barón Hirsch

La fuente ha perdido al niño que se ubicaba sobre un pedestal –dañado por vandalismo—y el monumento israelita ha tomado protagonismo en las últimas décadas por ser el lugar donde se realizan los actos en conmemoración de los atentados sufridos por la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y la Embajada de Israel, en 1994 y 1992 respectivamente.

Caronti, en el fórum

Sobre Alsina, de cara a la municipalidad, se ubica el monumento que rinde homenaje a Luis Caronti, destacado vecino, segundo intendente de Bahía Blanca y uno de los fundadores de la biblioteca Rivadavia.

Luis Caronti, reconocimiento de la Biblioteca Rivadavia, 1928

Precisamente esa institución, a la que Caronti legó en 1917 gran parte de sus bienes, llevó adelante esta obra que se inauguró en septiembre de 1928. El autor fue Giussepe Vasco Vian (1895-1979) y lo particular del trabajo es que muestra a Caronti, que era militar con grado de teniente coronel, con una toga propia de los romanos, con el hombro descubierto y un libro en sus manos. Casi preparado para concurrir al Foro para hablar de política.

Rivadavia, el centro de todo

El monumento a Bernardino Rivadavia fue inaugurado en julio de 1946, luego de casi 40 años de idas y venidas. Hubo un primer concurso de proyectos en 1908, declarado desierto, y un segundo en 1926, con igual suerte. En esta última ocasión se invitó a los tres mejores trabajos a mejorar su propuesta y así se llegó a un ganador, obra de Luis Rovatti.

Llega el bronce de Rivadavia, 1945

Con fondos aportados por el Estado Nacional, durante 20 años el escultor tuvo a las partes en su taller de Palermo, algunas terminadas, otras a medio hacer, siempre esperando pagos atrasados. Para la inauguración llegó el gobernador Domingo Mercante, estuvo el comisionado municipal, Julio César Avanza, y cerca de 20 legisladores, entre ellos el diputado Héctor Cámpora, elegido presidente de la Nación en 1973.

El monumento tiene un gran pedestal revestido en piedra travertina. En bronce una mujer y un niño en referencia a las obras de beneficencia desarrolladas por Rivadavia, en el remate una mujer con una ofrenda en su mano, y mirando hacia calle Alsina la figura del primer presidente de la Nación. En los laterales, un grupo de cariátides y otro de atlantes. En la parte superior La Ofrenda, una mujer en marcha que lleva en su mano la clásica lámpara de la antigüedad simbolizando, según detalló el autor de la obra, "la inteligencia que hizo de Rivadavia uno de los argentinos más preciados de su tiempo".,

La Ofrenda en lo alto.
Cariátides laterales, detalle.

La orientación dada al monumento no tiene una lógica conocida. Se menciona que Rivadavia aparece de espaldas a la Catedral, en relación con las diferencias que tuvo con la Iglesia. Lo más llamativo es que no esté orientado el monumento hacia la avenida Colón, atento a que siempre se pensó la obra como un remate de esa calle.

Fuera de aquella concurrida ceremonia inaugural, nunca hay homenajes a este actor de nuestra historia, que no tiene fecha alguna que lo conmemore y que se ha convertido en una figura muy cuestionada por sus conductas y acciones.

Una tipa emblemática

En febrero de 1939 la delegación de básquet de Tucumán que llegó a la ciudad a disputar el XI torneo Argentino de ese deporte plantó en la Plaza un frágil ejemplar de tipa colorada, árbol con el cual esa provincia rindió “honor y pleitesía” al pueblo bahiense.

La tipa, 1939

Representantes de 13 provincias y tres territorios nacionales se reunieron en el lugar para ser parte de esa plantación. “Ojalá las futuras generaciones pasen frente al árbol y piensen en el notable simbolismo y significado que representa: un recuerdo de este campeonato que unió al deporte con el espíritu que tiene que hacer una patria grande, vigorosa y fuerte”, expresó este diario.

Cada delegación dejó en el hoyo tierra de su provincia. Los santafesinos, tierra del árbol de San Lorenzo; los sanjuaninos, de la casa de Sarmiento; los mendocinos, del Cerro de la Gloria; los salteños, del cerro donde se eleva el monumento a Güemes y los entrerrianos, del Parque Urquiza.

Han transcurrido desde entonces 85 años. Aquel delicado arbolito ha crecido, ha resistido vientos, heladas y temporales para ser un monumento vivo al deporte que más representa a la ciudad.

Monumento vivo al básquet

Peronistas y colonizadores

Dos árboles más tienen una singularidad. Uno de ellos es el ombú plantado en 1946 como parte de las celebraciones por la jura de Juan Domingo Perón como presidente, un ombú peronista. El segundo era el Roble del sesquicentenario, plantado en 1978, que resultó afectado por el temporal del pasado 16 de diciembre, quedando solo parte del tronco.

Ombú peronista, 1946

En el paseo hay además varios ejemplares añosos, el caso de las palmeras y los aguariguay que, de acuerdo a algunas crónicas, fueron plantados por el vecino Ángel Marcos a fines del siglo XIX para demostrar que se podía transformar el paseo en un lugar acogedor.

Centenario Aguareguay
Al ritmo de las palmeras

Como toda plaza que se precie, también tiene su monumento a la madre. Está allí desde 1969, como resultado de un concurso convocado por la Asociación Amigos de la Calle Donado.

La propuesta ganadora pertenece a María del Carmen García, por entonces estudiante de la escuela de Artes Visuales, que trabajó un bloque de piedra terminado con cemento patinado. En el tiempo ha sido pintado de varios colores. Hoy luce bastante descolorido y descascarado.

Una fuente

Sobre calle Alsina se ubica una suerte de fuente, a nivel de piso, con un murete perimetral y unas cuantas rejillas, en algunas de las cuales aparecen chorros de agua. Fue inaugurada en 2011, luego de demoler la estructura que formó parte de la inaugurada en 1967, que funcionó poco tiempo y que luego fue reconvertida en un gran macetón.

Fuente inaugurada por Luis Esandi, 1967, demolida

Considerando el lugar que ocupa es realmente de un diseño muy pobre, en mal estado general y con un funcionamiento inadecuado.

Los baños

Inaugurados en 1943, los baños públicos subterráneos funcionaron hasta 2004, siendo clausurados luego de registrarse varios usos indebidos. En 2019 la municipalidad licitó un local para reemplazarlos, un sanitario neutro que podía ser utilizado de manera indistinta por hombres y mujeres. El proyecto nunca se concretó.

Baños subterráneos clausurados
Los baños antes de la clausura

Cosas sueltas

La plaza ofrece varios componentes atractivos. Por caso las farolas de hierro colocadas a fines de la década del 20 fabricadas por la mítica firma Pedro Vasena de la Capital Federal, un trébol de cuatros hojas que funciona como cantero y una rosa de los vientos, ambos construidos en 1967.

Trébol de cuatro hojas

Alrededor del monumento a Rivadavia está pintada una sucesión de pañuelos blancos, en tributo a las Madres de la Plaza de Mayo.

Frente a la municipalidad se ubica el mástil que mandó a construir en 1952 el intendente Norberto Arecco y muy cerca un Cenotafio dedicado a los héroes de Malvinas.

Final

En 2009 la plaza fue declarada Lugar Histórico Nacional, lo cual le da una jerarquía que excede a nuestra ciudad. A principios del siglo XX era el lugar de paseo por excelencia, a la noche había retretas y la gente se agolpaba a tomar un poco de aire y escuchar música.

Las bandas en el atardecer

Con el tiempo fue resignando ese protagonismo a favor de otros paseos, aunque nadie puede quitarla su carácter fundacional, tener a su alrededor gran parte del movimiento político y social y ser el lugar referencial más emblemático de Bahía Blanca.