Bahía Blanca | Lunes, 06 de mayo

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Dardo Labastié: “Los chicos tienen que divertirse, es la forma de aprender”

Lleva 3 años como formador de bochas en la escuelita del club La Armonía. También es profesor de folklore y sabe cómo llegarle a los niños.

Es tan lindo el juego de las bochas que hasta el error se disfruta… Los niños practican por diversión, pero a la vez van perfeccionando una técnica de la mano del maestro. En las repeticiones está el secreto, pero también en la sonrisa que aflora en todo momento.

“Cuando los veo reír me siento completo. No hace falta inculcar el instinto de ganar porque eso viene incorporado, pero cuando observo que los chicos se divierten y la pasan bien es lo que me llega y digo que voy por el camino correcto. No importa el resultado, aun perdiendo se van contentos si jugaron bien; eso es lo que les inculco, que se vayan superando respecto de lo que ya hicieron anteriormente”, dijo Dardo Labastié, quien lleva 3 años al frente de la escuelita del club La Armonía.

-¿Por qué los chicos juegan a las bochas y cuál es el secreto de hacer que le tomen el gusto a este deporte?

-En cualquier disciplina es difícil que a la totalidad de los que conocen el deporte les guste. Es cuestión de probar. En bochas se usa mucho la inteligencia, no es un juego de azar, sino de precisión, técnica y táctica, y se necesita cierta preparación física porque hay que tirar una bocha que pesa casi un kilo a una distancia de 18 o 20 metros.

“Si le sumamos la caballerosidad deportiva y las buenas costumbres, y que al rival no se lo ve como enemigo porque prima el respeto, todo se reduce a un juego muy interesante. Los chicos son permeables y con tanta hiperactividad con la que se vive hoy en día, tener algo que los haga pensar es bueno. Al que le gusta lo va a adoptar”, señaló.

-¿Tu rol como docente te ayuda a ser más preciso con la enseñanza?

-Tengo años de experiencia dando clases de folklore, me ayuda para el manejo grupal. Aprenden divirtiéndose, les hago hacer juegos como postas y hasta un ta-te-ti con las bochas. Va más allá de un arrime, bochazo o raffa; deben aprender en qué momento es necesario aplicar cada concepto.

“En cada clase voy sumando algo del reglamento, lo que se puede hacer y lo que no. Por último la parte competitiva, donde ya empiezan a interpretar el juego. Por eso en el segundo año participamos de un encuentro en Coronel Suárez y en torneos internos con un mayor y un menor; este año cursé invitaciones a chicos de otros clubes para que participen de nuestras clases y adquieran más conocimientos”, sostuvo.

-¿Se llega a ser mejor jugador si se inicia de muy chico a las bochas?

-No. Si pongo a una criatura de 7 u 8 años a jugar con los grandes, le toca tirar una bocha cada 10 o 15 minutos o tiene que esperar 20 o 30 segundos a que la bocha pare tras un arrime, y no tiene más cabida y participación que eso, ese nene no vuelve a entrar a una cancha.

“Por eso los chicos deben comprender el juego de a poco, aprender mediante la diversión. Para querer ser grande y saber de reglamento hay mucho tiempo por delante”, subrayó.

-¿Cómo debe jugar el rol de un padre?

-Algunos se quedan y se entrometen en las clases de los profesores para dar su opinión; otros se olvidan y vuelen a buscarlos cuando termina la clase.

-Los dos extremos son malos. Cuando el papá se transforma en público o técnico el niño se siente invadido, y cuando lo dejan y se siente un paquete también es malo. En La Armonía eso no pasa, la escuelita cuenta con un grupo de padres que trabaja mucho; el año pasado se hicieron 23 equipos nuevos para todas las categorías con motivo del cincuentenario de la cancha. “Comparten, disfrutan y actúan las clases, porque a veces me falta un chico y completo con un papá. Están pendientes de lo que falta”, remarcó.

-¿Cómo profe te interesa más que los alumnos a tu cargo sigan jugando a las bochas o que si llegan sólo tres por condiciones el resto siga hablando bien de vos?

-Las dos son importantes. Una es el proyecto de lo que se ve a futuro, el motivo de la escuelita; y la otra es la satisfacción personal. Eso me pasa en folklore, porque a mi familia le agradecen haber sido parte de la educación de sus hijos. Acá me pasa lo mismo. Se apunta a que el club, el día de mañana, pueda decir que tiene jugadores nacidos y formados en la institución.

-¿Te gusta que el niño/a te vaya a ver jugar y comparen tus acciones con lo inculcado en las clases?

-Es un tema, jajaja. A veces uno explica en clase que es lo que conviene hacer cuando se está por sobre bocha u otro tipo de jugadas y después hacés lo contrario. Hay terminología bochófila: salir a achicar o perdí el acuse. En partidos se dan jugadas donde les explico lo que haría yo en ese momento y después, en la realidad, me ven hacer otra cosa y surge la pregunta: profe, ¿usted nos dijo tal cosa?

“Verlos a ellos con la atención que siguen el juego es hermoso. Claro que siempre pretendo que comparen y pregunten. También me gustaría, el día de mañana, poder compartir cancha con ellos o poder compartir equipo, sería maravilloso”, apuntó.

“La escuela está abierta a todo el mundo. Hoy, de los 10 integrantes, la mitad son varones y la otra mitad nenas. El ambiente de las bochas es muy lindo, no es un lugar abierto, no hay griterío y sólo se permite el aplauso. El respeto y el silencio prevalecen. Cuando los nenes juegan en clase es una cosa, en los partidos ya están en función de jugadores y tienen incorporados todos los valores”, finalizó.