Bahía Blanca | Domingo, 06 de julio

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Claudio Queti: de aquél equipo de Infantiles de Liniers, al último de Primera con San Lorenzo, ¿Y ahora?

Viene de ser -sorpresivamente- subcampeón. El DT habla de los cambios, el volver a empezar y los objetivos.

Claudio Queti. Fotos: Emmanuel Briane y archivo-La Nueva.

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

Si alguno vio el equipo de San Lorenzo antes de empezar el torneo anterior de Primera, se durmió y despertó cuando concluyó, seguramente se sorprendió -como todos- al enterarse que había sido finalista. Eso ya pasó.

Mantuvo a Claudio Queti como entrenador y algunos de los jugadores más importantes. Claro que les faltan otros muy valiosos, por lo tanto, la realidad asoma diferente, más allá de que el desafío es el mismo.

Y así lo hace saber su DT.

—¿Puede ser diferente este año por lo que pasó el torneo anterior?

—Y... Sí, es distinto. Lo que pasó el torneo pasado generó mucho movimiento y expectativas a futuro. Pero desde el momento que no pudimos mantener el mismo equipo, esas expectativas de fin de torneo se murieron. Entonces, arrancamos como cualquier otro torneo, intentaremos hacer el mejor campeonato.

—¿Cómo lo trabajás para vos y con los jugadores, considerando que mantuvieron una base, pero sin el mismo potencial?

—La realidad que es otro equipo. Estamos planteando lo mismo que el año pasado: tratar de ganar más partidos de los que perdamos, con la filosofía del club y con los jugadores que contamos. Después, el torneo nos pondrá en función de nuestro rendimiento. Si cada cinco partidos ganamos cuatro, terminamos entre los cuatro de arriba; si cada cinco ganamos tres, vamos a estar en mitad de tabla; si cada cinco ganamos dos, estaremos entre los últimos cuatro y si cada cinco ganamos uno, caeremos entre los dos últimos. Entonces, la media es ganar dos o tres partidos cada cinco para estar en mitad de tabla, porque, entiendo que en la teoría hay seis equipos que pueden estar más fuertes.

—¿Qué equipos?

—Los que me parecen mejor estructurados y armados son Estudiantes, Bahiense, Liniers, 9 de Julio, Villa Mitre, con los de la Liga Argentina, y Alem que hizo un muy buen torneo y pudo mejorar el equipo. Después, el otro lote estará para pelearla.

—¿Cuesta no confundirse a partir de lo que consiguieron el torneo anterior y entender que necesitan renovar la energía para ser competitivos?

—Es claro y era una duda que tenía cuando empezamos los entrenamientos. Y la verdad que en algunas prácticas y partidos amistosos he notado mucha intensidad. Varias veces cuando nos vamos de entrenar, y lo he hablado con Tribi (Gilberto) Soldini que está de asistente, nos pasa que nos quedan muy buenas sensaciones en cuanto a la intensidad, la voluntad y las ganas de querer hacer las cosas. Y eso entusiasma.

—¿Las salidas de Franco Ferrari y Alejo Agulló las tomaste como un crecimiento? ¿Sabías que podía pasar y así lo asumiste?

—Sabía que podía pasar. En un primer momento me sentí decepcionado, porque en mi idea como antiguo del básquet y comparando, seguramente el Flaco Lliteras o el Pollo Morán si salían subcampeones hubieran peleado con el dirigente para sumar un refuerzo y ganar un peso más, algo que el dirigente iba a aceptar. En nuestro caso, estaban dadas las condiciones para mantener el equipo y mejorarlo. Ellos eligieron otra opción y el equipo empezó a desmembrarse. Nahuel Diez tenía problemas laborales, Seba Branciforte (ambos recalaron en Barrio Hospital) había elegido no jugar y bueno, después nos fuimos acomodando. Igual, uno no puede estar sufriendo por lo que no tiene, sino debe disfrutar y tratar de hacer mejor a lo que tiene.

—También admitirás que los tiempos cambiaron.

—Exacto. Igual, no tengo nada que reprocharle a Ferrari y Agulló, porque estuvieron dos años y no faltaron a entrenamiento, no discuten, son buenos compañeros; lo que sí el sistema de pases actual no permite que el jugador se identifique con un club, salvo que quiera permanecer y hacer una carrera ahí. Inclusive ni los menores.

—Este sistema de pases le ha dado libertad al jugador al extremo que no tiene la necesidad de pasar por la secretaría a dar la cara y decir “me voy”.

—Es así. Y a veces duelen esas cosas, sobre todo a los dirigentes.

—Se ha despersonalizado, lo cual no ayuda a la pertenencia, aunque considero que en forma piramidal, el problema radica más en la base, con los menores, que arriba.

—Tal cual. Al menos hasta Sub 23, cada uno debiera ser de su club y que no se vayan porque sí.

—¿La chance que se le presentó a Lucho Fortelli de sumarse a Villa Mitre te alegró o te asustó?

—La verdad me enojó, ja, ja, ja...

—¿Por qué? ¡Te enojaste con todos los que podían irse, je!

—No, no, con Alejo y Franco no me enojé. Inclusive los llamé, los felicité y les agradecí. Cuando surgió lo de Lucho (que no se concretó por un tema económico) se complicó, porque ya nos costó encontrar un reemplazo de (Sebastián) Branciforte en la base, no teníamos otro y, encima, era el estandarte del equipo con Esteban (Benedetti). Una vez que no arregló, ahí le dije lo que había sentido. Igual, me alegra que puedan ir a otro nivel, más él, a su edad, como premio a su carrera. Hubiera sido un gran mimo, más allá del hueco que nos dejaba.

—¿A vos te llamó algún equipo de Bahía o de afuera?

—No, nadie.

—El entrenador, en general, tiene la pertenencia que pocos jugadores logran. Creo que en todos los equipos no faltó alguno al que lo llamaran de otro club.

—Hay dirigentes que después de un par de año hablan con el jugador y lo escuchan. Y en definitiva, los técnicos somos los que más defendemos la institución, más allá de bregar por nuestro interés. El jugador, en cambio, se puede ir al descenso y si lo llama el que salió segundo se va sin ningún inconveniente, mientras que uno carga con el descenso y queriendo quedarse para volver a ascender.

—Conseguiste cinco ascensos y venís de ser subcampeón de Primera con un equipo que sorprendió. ¿Dónde ubicarías hoy este último logro?

—Lo pondría junto al primer campeonato de Infantiles que gané siendo jugador de Liniers, jugando la final con Comercial. Por la forma, por cómo fue y que no estaba en los planes de nadie. Fueron los torneos que más satisfacciones me dieron.

—Si bien perder ayuda más que ganar para crecer, ¿en qué te sirvió ganar más de lo que perdiste la última temporada?

—En sentirme contento, je. Significa un gran premio a la institución, que empieza a acompañar más gente, los chicos se involucran más, van a ver a la Primera, y la verdad que eso es maravilloso. La derrota te lleva a trabajar más que el triunfo. En los últimos años fui menos exigente que antes.

—Este último torneo estuviste más tranquilo que otros.

—Sí, tuve problema en un partido que después lo hablé con Mauro Reyes (árbitro), porque le habían gritado desde la tribuna y él pensó que yo le había dicho idiota. Pero bueno, ya estaba el informe.

—Al margen de esta situación, dirigiste más tranquilo. Por lo que alguna vez me contaste que te pidió tu viejo mediante una carta antes de un partido cuando eras jugador ("lo que más recuerdo es la frase ‘te pido por favor que no te pelees'), él también en algún lugar se pondrá contento con tu mejor comportamiento.

—Je, sí, seguramente. Los últimos partidos, cuando me iba de casa le daba un beso a la foto de mi viejo y le pedía: “Iluminame para estar lo más tranquilo posible”. Sé que con ese estado puedo tomar las mejores decisiones posibles.

—¡Bueno, te iluminó!

—¡Sí! ¿Cómo no? Firme el viejo.

—¿Y este San Lorenzo tendrá que estar iluminado para volver a sorprender o el título de sorpresa se lo comió la temporada pasada?

—Se lo comió la temporada pasada porque es otro equipo. Lo que sí intuyo que a muchos les parece fácil lo que logró San Lorenzo. Todos proyectan como que van a llegar arriba. Y no es tan fácil. Intentamos armar el mejor equipo, sabiendo que eso pasó y fue hermoso, pero forma parte del torneo anterior, de haber entrado en la historia del club.

—El subcampeonato logrado los expone más y lleva a asegurar que “de una u otra manera San Lorenzo va a estar bien”. ¿Hablan puertas adentro que este torneo se trata de un volver a empezar?

—Los jugadores y quienes estamos alrededor, cuerpo técnico y dirigentes, lo tenemos claro. Está el objetivo de tratar de ganar tres de cinco intentando meternos en la mitad de tabla y si nos da para más, bienvenido. Pero nadie carga con lo que hicimos. Sabemos que el equipo es distinto, con algunos chicos con poca experiencia en Primera, entonces, trataremos de hacer lo mejor que podamos con el equipo que tenemos que, la verdad, me está dando muy buenas sensaciones en las prácticas.

—¿Te ayuda para reinventarte vos también?

—Nosotros somos los primeros que tenemos que poner el objetivo y la claridad en lo que queremos.

—Y el jugador percibe cómo está el entrenador.

—Sí, por eso estamos con la guardia alta para dar bastante y buena batalla a lo que nos toque enfrentar.

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