Cómo fomentar la lectura infantil durante las vacaciones de invierno
Con el receso escolar como oportunidad, expertos proponen estrategias para incentivar el hábito lector en los más chicos, sin peleas ni pantallas de por medio.
Con la llegada de las vacaciones de invierno, aparece un viejo dilema para madres, padres y cuidadores: ¿cómo sacar a los chicos de las pantallas sin que la casa se convierta en un campo de batalla? La buena noticia es que fomentar la lectura no tiene por qué ser una guerra de voluntades. De hecho, puede ser una aventura tan divertida como gratuita.
"Leer no solo amplía el vocabulario y mejora la comprensión, es un gimnasio para la mente que fortalece la concentración, la atención, la memoria y el pensamiento crítico. Pero lo más importante: es una puerta de entrada a mundos infinitos, una herramienta infalible para la relajación, el disfrute y el entretenimiento puro", resume con entusiasmo Luciana Rossi, vicedirectora de nivel primario en NEA 2000.
En tiempos en los que la sobreexposición digital compite con todo —desde las historietas hasta las novelas gráficas—, reconectar a los chicos con el placer de la lectura se vuelve no solo deseable, sino necesario. "Sumergirse en historias permite a los chicos imaginar, crear y darle vida a personajes, desarrollando su habilidad narrativa y viviendo miles de aventuras sin pedir permiso. Al conocer las experiencias y emociones de otros, aprenden a ser compasivos y a sentir que no están solos, compartiendo miedos, alegrías, incertidumbres y enojos. Pueden ser héroes o villanos, viajar a su mundo interior y encontrar espacios de paz y tranquilidad", explica Rossi.
El arte de leer sin que parezca una obligación
Los especialistas coinciden en que obligar a leer es la receta más rápida para que un chico odie los libros. La clave está en transformar la lectura en un juego, una experiencia compartida, una travesía.
A continuación, algunos consejos prácticos para que estas vacaciones tengan más cuentos que controles remotos:
• Crear un rincón lector: un almohadón mullido, una manta suave, una lámpara cálida. No hace falta un castillo, basta con un rincón acogedor que invite a perderse entre páginas.
• Que elijan ellos: nada de imponer "clásicos". Si les gusta el fútbol, los dinosaurios o los misterios, hay libros para cada universo. El gusto personal es el mejor anzuelo.
• Establecer horarios fijos: antes de dormir o después del almuerzo, dedicar un rato diario a la lectura ayuda a formar el hábito sin que se note.
• Usar la tecnología a favor: sí, los e-books también cuentan. Algunas apps pueden ser aliadas para ampliar la oferta de textos y hasta sumar audiocuentos o lecturas interactivas.
• Dar el ejemplo: si los chicos ven a los adultos leer por placer, es más probable que imiten el comportamiento. Nada enseña mejor que el contagio de la pasión.
• Leer en voz alta y dramatizar: cambiar la voz según los personajes, inventar sonidos, hacer pausas teatrales. La narración oral es un arte y una fiesta para compartir.
• Jugar con la historia: ¿y si después de leer, se adivinan escenas con mímica? ¿O se crea una "Galería de Personajes" con dibujos? Incluso, se puede montar un "Museo de objetos" del cuento.
• Búsqueda del tesoro literaria: diseñar pistas relacionadas con libros leídos para que resuelvan en equipo. Ideal para estimular la imaginación y el trabajo colaborativo.
• "Merendar con Libros a la Carta": un menú de cuentos, una mesa bien puesta y mucho diálogo. Perfecto para despertar el pensamiento crítico y compartir recomendaciones.
• Visitar la biblioteca del barrio: más que una salida, una expedición. Los chicos pueden hacer listas de títulos, copiar tapas que les llamen la atención o dejarse llevar por la intuición.
Las vacaciones de invierno son un respiro en la rutina, y también una oportunidad dorada para sembrar el gusto por la lectura. (NA)