Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Los vínculos, en riesgo: el impacto del uso de pantallas en los niños

Especialistas advierten sobre los peligros de la sobreexposición digital, desde el retraso en el desarrollo del lenguaje hasta la dependencia de la validación externa en redes sociales.

Fotos: Andrea Castaño-La Nueva.

"Las formas de vincularse cambian con el tiempo, todos somos hijos de una época. El peligro es que las relaciones se vuelvan tan livianas y superficiales que no permitan generar vínculos profundos".

Con esta reflexión, la licenciada en Psicología y especialista en clínica de niños y adolescentes, Alba Picardi (MP 0490), abordó la influencia del uso constante del teléfono celular en el desarrollo emocional de los niños y sus probables consecuencias a futuro.

"Es diferente en niños y en adolescentes, pero la realidad es que el uso excesivo de pantallas puede generar dificultades", explicó Picardi en diálogo con La Nueva..

Para el desarrollo emocional y subjetivo, los niños necesitan la interacción con otras personas. Sin embargo, en muchos casos, los adultos recurren a las pantallas como sustituto de su presencia. 

"Se busca distraer al niño mientras el adulto hace otra actividad. A veces es un momento corto, pero en otras ocasiones se extiende por toda la tarde, lo que genera dificultades en el desarrollo emocional, ya que no hay un ida y vuelta", advirtió la especialista, quien es decana de la Facultad de Psicología de la Universidad Salesiana (UNISAL).

En los más pequeños, el consumo de contenido digital suele ser pasivo, limitándose a ver dibujos animados o videos, sin interacción real. A medida que crecen, la interacción puede aumentar levemente a través de juegos en línea —hay un "otro"—, aunque esto también conlleva riesgos.

Los especialistas recomiendan que los niños menores de dos años no tengan contacto con pantallas. Hasta los siete, su uso debe ser breve y siempre supervisado por un adulto, quien debe acompañar e interactuar con el contenido mostrado.

"En niños muy pequeños se observa un efecto anestesiante. Algunos incluso dejan de parpadear", señaló Picardi. 

Este fenómeno puede afectar negativamente el desarrollo cognitivo, ya que los niños necesitan interactuar y estimularse para desarrollar el lenguaje y otras habilidades.

El uso prolongado de pantallas también puede generar problemas para distinguir la realidad de la ficción. 

"Mientras más pequeño es el niño, mayor es el impacto negativo", advirtió la psicóloga.

Consecuencias del uso excesivo

Entre los efectos secundarios del uso excesivo de pantallas, Picardi enumeró el sedentarismo, trastornos en la alimentación y dificultades para conciliar el sueño. Además, se ha observado un retraso en el desarrollo del lenguaje y dificultades en el rendimiento escolar.

Desde el punto de vista psicológico y emocional, el abuso de dispositivos electrónicos puede afectar el autocontrol, la estabilidad y la capacidad de relación con otras personas.

"El celular anula la posibilidad de interactuar cara a cara, lo que puede incrementar los síntomas de ansiedad y disminuir la capacidad de regulación emocional", explicó la especialista.

Otro problema asociado es la falta de tolerancia a la frustración y la necesidad de inmediatez. "Los niños están cada vez más enganchados con el celular y los algoritmos alimentan esta dinámica. Mientras más buscan un tipo de contenido, más se les muestra, lo que genera un estímulo excesivo que ellos no tienen los recursos para manejar", advirtió Picardi.

La especialista también destacó los riesgos del acceso prematuro a redes sociales, donde los niños pueden quedar expuestos a peligros como el grooming y el cyberbullying.

El ideal de perfección en redes sociales

Otro aspecto preocupante es la construcción de una imagen idealizada en redes sociales.

"Muchas veces, las fotos espontáneas tardan horas en ser preparadas. Esto lleva a no poder aceptar que las cosas pueden ser imperfectas también", señaló la psicóloga.

Esta tendencia puede derivar en una dependencia de la validación externa y dificultades para aceptar la imperfección. 

"Es esto de buscar una perfección absoluta. En todo momento, uno tiene que estar bien y las fotos que más likes tienen son las que tienen que ver con eso: cuando me veo bien, cuando muestro felicidad, cuando está todo bien; y no siempre las cosas son así", agregó. "Entonces, las personas quedan atadas a que la vida tiene que ser eso, linda, perfecta y por supuesto mostrando lo mejor de cada uno", sostuvo.

Si los niños comienzan a ver esto desde una edad temprana, empiezan a construir una realidad en donde la opinión de los demás tiene un peso excesivo. Con el tiempo, esto puede hacer que les resulte muy difícil tolerar críticas negativas y que estén constantemente pendientes de lo que dicen los demás. Este problema se intensifica en la adolescencia y continúa en la adultez, explicó la profesional.

"A veces, esta situación está muy ligada a la autoestima y la seguridad personal. La validación externa, como los comentarios positivos o la cantidad de 'me gusta' que reciben, influye en su percepción de sí mismos. Se puede notar la desesperación de muchos jóvenes cuando suben una foto y apenas reciben interacciones", agregó.

El rol de los padres

Para mitigar estos riesgos, Picardi brindó una serie de recomendaciones clave.

La presencia del adulto es insustituible en el desarrollo infantil. El vínculo cercano con los niños les permite adquirir herramientas para relacionarse con otros. "Hay que sostener mucho", dijo Picardi.

Asimismo, es fundamental compartir tiempo de calidad y promover actividades sin pantallas. "Necesitan jugar, ir adquiriendo habilidades sociales y prácticas, y eso se lo da la interacción con otros", indicó.

Antes de dormir, se recomienda eliminar el uso de dispositivos electrónicos al menos una hora antes en adultos y varias horas antes en niños pequeños. En ese sentido, es importante evitar el uso de pantallas en los dormitorios infantiles y durante los momentos de interacción familiar, como las comidas.

Tampoco se debe utilizar el dispositivo móvil como un recurso para calmar a los niños, ya que esto dificulta el desarrollo de la autorregulación emocional.

"Muchas personas usan el celular para calmar al chico. A veces, está haciendo berrinche y el padre se lo da como un chupete. Bueno, es importante no usar esos medios para calmarlo porque el niño tiene que aprender a autorregularse. Tiene que poder manejar su enojo, angustia, susto, y lo tiene que poder hacer con la ayuda de un adulto", agregó.

Controlar los contenidos a los que acceden y educarlos en un uso responsable de la tecnología, también es fundamental.

"Los niños menores de dos años no deberían estar expuestos a pantallas. Hasta los siete años pueden acceder a ciertos contenidos, pero siempre bajo la supervisión de sus padres. A medida que avanzan de la primaria a la secundaria, la supervisión sigue siendo importante, pero también es fundamental brindarles herramientas para que aprendan a regular su tiempo de exposición y el tipo de contenido que consumen. En otras palabras, educarlos en un uso responsable de la tecnología", enfatizó.

Asegurar un equilibrio entre el tiempo en pantalla y otras actividades esenciales como el juego, la actividad física y el descanso adecuado, es sumamente necesario.

"Si establecemos normas claras en casa, los niños aprenderán a regular su uso también fuera de ella", concluyó la especialista.

El impacto del uso excesivo de pantallas en la infancia y la adolescencia trasciende el presente y moldea la forma en que las nuevas generaciones se vincularán en el futuro. 

Si el contacto humano se reemplaza por interacciones digitales, las relaciones pueden volverse cada vez más frágiles, dependientes de la validación externa y carentes de profundidad emocional.

Para evitarlo, es esencial que los niños crezcan con experiencias de vínculo reales, en las que la comunicación, la tolerancia a la frustración y el desarrollo de la empatía sean pilares fundamentales.