Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Tiempo de útiles, también de inútiles

   ¡Marzo! Tiempo de retomar “estas palabras”, de reencontrarme con vos a través de los “Temas Vitales...”.

   ¡Marzo! Tiempo caracterizado por el retorno a la rutina y por “la vuelta a clases”; también es un tiempo signado por las discusiones en torno a los salarios, a “los paros”, y a una serie de conflictos y reclamos ya naturalizados.

   ¡Marzo! Aunque ya desde febrero, nos invaden anuncios con las supuestas ofertas de “útiles”; una especie de “tsunami” de objetos, cada año más variados y pintorescos, que serán necesarios para un ciclo lectivo.

   La abundancia y redundancia de la palabra “útil” me hace pensar y habilita esta obligada y ya automática conexión con la Psicología.

   ¿Los seres humanos tenemos una necesidad de sentirnos útiles? ¿Corremos el riesgo de caer en las garras de aquellos/as que utilizan y descartan al otro?

   Un rápido recorrido por el diccionario nos recuerda que útil significa “que trae o produce provecho, servicio o beneficio”. Tal definición me hace pensar en muchísimos seres que han sido y son útiles para la sociedad, también en aquellos/as que solo son útiles para sí mismos aumentando sus arcas y egos, pues los beneficios siempre son propios.

   Viktor Frankl vivió en carne propia los horrores del Holocausto, fue prisionero en Auschwitz y Dachau; terrible experiencia que atravesó y superó de forma paciente y que sentaría las bases para una forma de terapia que hoy conocemos como Logoterapia.

   Este existencialista, que sobrevivió el espanto y la pérdida de toda su familia, siempre tuvo en claro que su objetivo personal no era otro que el de ayudar a los/as otros/as a que encuentren el sentido de la vida; el resultado se refleja en una obra traducida en varios idiomas y que continúa inspirando a millones de personas: El hombre en busca de sentido.

   ¡Ser y sentirse útil!

   Seguramente has dudado de tu capacidad, de poder contribuir a un proyecto, y en más de una ocasión nos perturba la idea de cuánto valemos y de cuánto podemos aportar; sensaciones propias de tiempos signados por la falta de empatía y del exacerbado egoísmo.

   Aportar algo al mundo, convertirlo en un espacio “más amigable” no necesariamente implica un descubrimiento digno de Premio Nobel, alcanza con ser y sentirse partícipe de un pequeñísimo cambio a través de la profesión que desempeñamos, de nuestras habilidades o hasta de un hobby; días pasados fui testigo de cómo alguien con su guitarra acompañaba a enfermos terminales en un hospital.

   ¿Y cuándo nos utilizan?

   Se supone que dar y recibir sienta las bases para que una relación no se convierta en disfuncional; la reciprocidad traducida en “hoy por ti mañana por mí”, es lo que alimenta y sostiene los vínculos. La ausencia de una “correspondencia equilibrada” genera sentimientos de tristeza, dolor, enojo, ira; aumenta la desconfianza y nos sentimos defraudados/as. 

   Ser y sentirse útil conecta con un estado de bienestar y plenitud, pero la línea entre el “uso y el abuso” a veces es muy delgada, pues seres dispuestos/as a dar, a dejar el mundo mejor de lo que lo encontraron son proclives a ceder ante necesidades ajenas desmesuradas. Será cuestión de no caer en la condescendencia de forma tal que terminen drenando nuestras energías y emociones.

   ¡Marzo! Aunque ya desde febrero, nos invaden anuncios con las supuestas ofertas de “útiles...”.

   ¡Marzo! ¡Año de elecciones! Nos invade una especie de “tsunami” de personas y personajes, con “pseudo propuestas” que supuestamente traerán o producirán “provecho, servicio o beneficio” para la sociedad. Tiempo de útiles, también de inútiles.