Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Quién es Mauro, el cura del que hoy todos hablan en Bahía Blanca

Origen, familia, estudios, gustos y la actividad misional de Mauro María Henrique Cantanhede Ferreira. Por qué se pensaba en su traslado desde hace años.

 

Una de sus últimas actividades públicas: la bendición de mascotas.

Juan Pablo Gorbal / jgorbal@lanueva.com  

   A los 15. Esa fue la primera vez que Mauro pensó en ser el Padre Mauro. Vivía en Belem, la populosa ciudad del norte brasileño, que muchos consideran de entrada a la Amazonia y debe su nombre a Belén, donde nació Jesucristo según el cristianismo.

   Mauro es Mauro María Henrique Cantanhede Ferreira, el cura barnabita que hasta el lunes pasado solo era conocido por sus formas descontracturadas y gestos ampulosos.

   También por su boina negra y lentes oscuros, su bicicleta, su moto con “calcos raras”, su inusual manera de dar misa -podía llegar a cantarle el Feliz Cumpleaños a uno de los presentes y hasta parar un sermón para festejar un gol de Boca- y su compromiso parroquial, en especial con los más jóvenes.

   La denuncia de abuso que presentó una mujer en su contra sacudió a todos, propios y ajenos. Y dividió las aguas, como suele pasar en algunos de estos casos. 

   Están quienes quieren verlo “crucificado” y los que lo defienden a capa y espada. Ambos lados de la grieta deberán esperar el avance de la investigación de la fiscal Marina Lara para saber quién tiene razón.

Infancia difícil

   Mauro creció sin su padre. Lo abandonó cuando era chico. Y su madre, carente de recursos económicos, debió hacer notables esfuerzos para su crianza, hecho que más adelante vio recompensado porque su hijo pudo comprarle una casa, luego de trabajar varios años como empleado administrativo en una empresa. 

   En Brasil también estudió filosofía e hizo el noviciado para conocer la vida de la Congregación Barnabita, algo que mucho no convencía a sus amigos, pese a que ya había sido monaguillo. 

   Cursó teología en Chile y el 29 de diciembre de 2012, ya en nuestra ciudad, se ordenó en la parroquia San Roque, la misma que hoy vive una conmoción.

   Como brasileño de ley, ama el carnaval y el fútbol. Se reconoce hincha del Palmeiras, Botafogo y Clube de Remo de su país y acá simpatiza con el Xeneize y Olimpo.

En 2013, descontracturado, durante una de las primeras misas en la ciudad.  

   El color y la pasión de esas disciplinas los traslada a cada liturgia. Él decía que lo aprendió de las misas desacartonadas de su país.
“A veces te miran como diciendo 'a este le patina' o 'le faltan jugadores', pero no hay que dar bolilla”, advertía algunos meses después de su arribo a Bahía.

   Pero al mismo tiempo aconsejaba alejarse de los “fariseos” que “viven de apariencias y critican a los que tienen ganas de hacer”.

   Por sus formas, Mauro aprendió a interactuar rápido con los estudiantes de San Cayetano, a muchos visitaba en sus casas y hasta los acompañaba cuando tenían algún familiar enfermo o sufrían penurias.

   “Puedo ayudar no solo con lo material: también con una sonrisa, un apretón de manos, un chiste, una escucha. Porque, como el Señor, estamos para servir y no para ser servidos”, siempre aseguraba.

"Don de la sanación"

   Algunos creen que a Mauro lo querían trasladar desde hace dos o tres años por las "presiones" del ala más conservadora de la comunidad barnabita, a partir de su perfil excéntrico.

   Los más memoriosos recuerdan que a Juan Luis, un cura chileno que también llegó a San Roque, le había pasado algo parecido hace más de 20 años. Y lo obligaron a llevar su tarea misionera al desierto de Méjico.

   Tanto Mauro como Juan Luis tienen una característica en común: “Para muchos cuentan con el don de la sanación”, opina una mujer que prefiere no identificarse.

   Mauro daba la comunión en la capilla de la cárcel y concurría casi todos los días a los hospitales. 

El caso divide. Quedó en claro el pasado miércoles en la iglesia San Roque.

   “En un momento San Cayetano lo había designado como representante legal pero no aceptó, porque tenía la concepción de que su labor era acompañar a la gente y que no podía estar todo el día en la escuela”, comenta otra persona que lo conoce de cerca. 

   En el colegio, igualmente, pasaba mucho tiempo. Y tenía una relación excelente con los alumnos.

   "A la hermanita de uno de ellos, que estaba grave en Terapia, iba a verla todos los días al hospital y la nena salió adelante", recuerda otra mujer, que vivió una experiencia similar cuando su suegro estaba internado en el Español.

   "Los que tienen un don siempre fueron relegados por la Iglesia. Y a él lo querían trasladar ya desde 2014", opina.

Su llamativa postura sobre el abuso sexual 

Antecedente. Cuando el primer escándalo sexual envolvió a la parroquia San Roque, a fines de 2017, con la denuncia al catequista José LuisAndersen -luego fue condenado a 20 años de cárcel por abusar de un niño de 8 años- el padre Mauro fijó su posición. 

"Limpiarlo". "Si mi madre me avisa que a una de mis dos hermanas la abusan en Brasil y está internada, me saco el traje (de cura) y, como "humano", el primer pensamiento que tendría sería 'limpiarlo'".

Perdón. "El único que perdona es Dios", aseguraba.

La colecta que le permitió ver a su grupo favorito  

Debilidad. Mauro también es amante de la música, con especial debilidad por Pet Shop Boys.

Recital. A tal punto llega su fanatismo por el dúo británicos que el 16 de mayo de 2013 pudo verlo por primera vez, en vivo, durante un recital en el Luna Park.

Con la gorra que recuerda a su grupo musical favorito.

Sueño. Lo más llamativo es la manera en que logró reunir los fondos para el viaje: un grupo de feligreses organizó una colecta especial para el caso y pudo cumplirle el sueño.

Gorra. Eso explica por qué muchas veces se ve al cura con gorras que tienen la leyenda "BOY", como en una de sus últimas actividades, el sábado 9, cuando realizó una jornada de bendición de mascotas en la calle 17 de Mayo, entre Vieytes y Castelli.