Bahía Blanca | Viernes, 03 de mayo

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Otras dos historias de inclusión que dejó la carrera

César conoció a Paola y se enamoró. Leandro estudió, se superó y consiguió trabajo.

Fotos: Rocío Zabalza-La Nueva.

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

       Pablo Goicochea / pgoicochea@lanueva.com

 

   César Ávila sufre ataques de epilepsia, pero desde que se medica está controlado. Tiene dificultad al hablar y reconoce que le costó mucho conseguir trabajo.

    Repartió cientos de curriculums y siempre lo mismo: no lo llamaban.

   Hasta que aparecieron Roberto y Francisco, quienes le dieron la oportunidad de trabajar como bachero en el comedor de la Universidad Nacional del Sur.

    —El cariño que me tienen a mí y a mis compañeros hace que cada vez me sienta más cómodo en mi trabajo —confiesa.

   César es dulce, compañero y cariñoso. Así lo describe Paola Gamarra, su esposa.

   A Paola la conoció haciendo cursos en la universidad, se casaron hace casi dos años y hoy los dos forman parte de Integrar e Incluser, una empresa social que contribuye a la inserción social de personas con discapacidad intelectual.

   El camino de César no fue fácil. Pero nadie lo detuvo.

   —Muchas veces me tiraron abajo. “¿Cómo vas a tener trabajo?, si no te llaman”, “¿Cómo te vas a casar?, no vas a poder”. Pero, ¿qué saben lo que puede uno? —cuestiona.

Trabajo para todos

   Leandro Muñoz tiene síndrome de Down y trabaja en la Oleaginosa Moreno.

   Su papá, José Luis, cuenta que su hijo quería seguir estudiando en la universidad, pero las carreras que él quería eran muy dificultosas.

  —Fue a la escuela laboral y la empresa donde hoy trabaja propuso incorporar a un chico con discapacidad intelectual. La escuela lo nominó para ese trabajo y al año lo pusieron en efectivo —recuerda José Luis

   —En el trabajo me tratan muy bien. Hago administración de finanzas —dice con orgullo Leandro, que tiene 32 años.

   Los dos participaron el domingo de la carrera por la inclusión. Leandro no camino ni corrió: estuvo en la entrega de medallas. Y su papá, siempre a su lado.

   —Hay un cambio en la sociedad. No todo el que uno quisiera, pero hay un cambio. Cuando nació Leandro era más difícil ver a un chico con síndrome de Down en la calle, hoy se los ve por todos lados —celebra José Luis.

 

Es de Colombia, tiene síndrome de Down y Bahía le abrió la puerta de la inclusión