Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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¿Qué hay detrás de los quemacoches locales?

Años anteriores, y en menor medida, la quema de autos estaba asociada al robo: se hacía para borrar pruebas. Ahora, parece satisfacer el simple deseo de causar daño.
¿Qué hay detrás de los quemacoches locales?. La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca

Federico Moreno / [email protected]

Adrián Luciani / [email protected]

Moda, imitación, efecto contagio o incluso la presencia de algún grupo anarquista como el que tiempo atrás se adjudicó varios ataques en la Capital Federal, probablemente sirvan para explicar por qué tantos autos fueron quemados intencionalmente durante el último año en Bahía Blanca.

Lo cierto es que, por la distribución espacial de los hechos, según admiten los investigadores, resulta muy poco probable que se trate de una sola persona, sino de varias que actúan de manera coordinada.

Si se descartan los casos en los que se sabe con seguridad que el siniestro se produjo de manera accidental, en los últimos 12 meses tomaron estado público 40 casos de vehículos que por culpa del fuego sufrieron pérdidas totales o parciales, sin distinción de marca, modelo ni valor económico.

Años anteriores, y en muy menor medida, la quema de automóviles en la ciudad estaba asociada al delito de robo y se recurría a esta modalidad para esconder pruebas.

Ahora el incendio de automotores parece tener entidad propia y satisfacer el simple deseo de causar daño a la propiedad ajena.

En este sentido hay quienes sostienen que así como tiempos atrás en la ciudad de Buenos Aires un grupo de jóvenes anarquistas se adjudicaba en las redes sociales la quema de coches y firmaba sus atentados como “Amigxs de la Tierra”, probablemente acá también pudo haberse dado algo parecido en abierta guerra contra los autos contaminantes.

Lo cierto es que es un fenómenos que recorre los cuatro puntos cardinales del país y también del mundo: en París los 31 de diciembre se venían quemando casi un millar de autos para esperar la llegada del año nuevo.

Aquí el caso más reciente se produjo el jueves pasado y, seguramente, no será el último.

Del análisis del patrón de conducta o modalidad de los vándalos que actuaron en la ciudad, se desprende que, exceptuando 9 casos concentrados en pocas cuadras del barrio Napostá, los episodios no respetaron un sector determinado y, muy por el contrario, abarcaron más de 20 barrios.

En cuanto al patrón temporal, los meses con más cantidad de casos en el último año fueron octubre (8) y abril (6), mientras que marzo resultó el más tranquilo, con un solo episodio.

Si bien el hecho de quemar autos puede estar asociado a una tendencia patológica denominada piromanía (ver aparte), al producirse la mayoría de los casos en horarios nocturnos –entre las 23 y las 7--, muchas veces la opinión popular los asocia con el “vandalismo propio de jóvenes y adolescentes” que salen a bailar.

Sin embargo, los hechos ocurridos en madrugadas de fines de semana apenas llegan a 5, mientras que se triplican los acaecidos en ese horario los martes y miércoles.

En algunos casos registrados –no solo el último año-- se sospechó que la destrucción de los vehículos se produjo por un arrebato pasional, un ajuste de cuentas o por disputas vecinales o barriales.

Salvo pocos casos en que gracias a la ayuda de la víctima para identificar al agresor, la investigación contaba con un nombre, la mayoría de las veces el incendiario permanece impune y sin identificar, lo que hace más difícil aun comprender sus motivos

Es posible la existencia de un trastorno mental

Para tratar de entender las motivaciones de estos individuos que incendian autos, “La Nueva.” consultó con un especialista en la materia, el licenciado en Psicología Antonio Porcelli Piussi (M.P. 1.044).

“La piromanía es una enfermedad mental comprendida, al igual que la cleptomanía o la ludopatía, dentro de un trastorno del control de los impulsos. Particularmente, un pirómano tiene fascinación por el fuego, al punto de iniciarlo adrede, lo que le genera placer y un alivio de tensiones muy grande al momento de contemplarlo”, explicó Porcelli Piussi.

“De todas formas, no podemos asegurar que alguien que prenda fuego un auto sea un pirómano, solo el 3 % de las personas que causan adrede un incendio son piromaníacas”, agregó, para luego explicar 1ue los individuos con este trastorno se inician en sus conductas antes de los 16 años y que en los instantes previos a iniciar un fuego sienten una activación nerviosa muy importante.

“Al momento de ver el fuego sienten placer y un alivio muy grande, por lo que se lo quedan observando, no se lo perderían”, señaló.

Esto último no parece coincidir con el proceder de un “quemacoches”, quien uno imagina huye de la escena del delito para no ser descubierto. Eso da lugar a la descripción de otro tipo de trastorno, el cual Porcelli Piussi también detalla:

“Se denomina trastorno antisocial de la personalidad, antes llamado psicopatía. Los individuos que lo padecen disfrutan de generar perjuicios a los demás o destruir cosas. Les resulta lo mismo prender fuego un auto o destrozar una casa a piedrazos, el medio utilizado –-en este caso el fuego-- no es una condición necesaria para su satisfacción”, diferenció el profesional.

“Lo que comparten pirómanos y enfermos de trastorno antisocial de la personalidad es el hecho de no sentir culpa por el daño que causan ni preocuparse por la posibilidad de poner en riesgo, hacer daño o hasta provocarle la muerte a alguien”, concluyó

Los bomberos y la ausencia de una palabra oficial

Si bien son quienes abarcan la jurisdicción más afectada el último año por los casos de autos quemados, los responsables de los cuarteles de bomberos Central (Castelli al 400) y Alberdi (Alberdi al 2.500) no se pronunciaron al respecto, aduciendo no estar autorizados a dialogar con la prensa por parte de la Superintendencia de Seguridad Zona Sur.

Sí accedieron a contar los pormenores de un ataque de este tipo los Bomberos Voluntarios de Ingeniero White, quienes al igual que los de General Cerri y Cabildo, no dependen de la Policía Bonaerense.

“En nuestra jurisdicción prácticamente no hubo autos quemados el último año, pero sí años anteriores. Nos dábamos cuenta de que era la misma persona la que actuaba porque siempre repetía la modalidad, que consistía en colocar un recipiente con combustible líquido debajo de los autos, donde comenzaba el fuego, para luego generalizarse a todo el vehículo”, indicó el oficial tercero Rolando Mishevitch.

“Ante un incendio de auto nuestro protocolo es tocar la sirena, convocando a la totalidad del personal, de los cuales los primeros 5 o 7 en llegar al cuartel salen al lugar del hecho. No es una emergencia que requiera de mucha gente ni de muchos recursos, pero sí de celeridad, en unos 6 minutos estamos en el lugar. Todos los casos que recuerdo en nuestra zona fueron de noche o de madrugada”, agregó.

Según explicó, pese a la creencia, no es normal que un vehículo explote al incendiarse. “Aun si los bomberos no llegan a tiempo, es muy raro que un auto explote, porque lo que debe explotar para que eso ocurra es el tanque de combustible y normalmente se fisura antes, propagando el incendio hacia abajo o hacia los costados. En caso de tubos de GNC pasa lo mismo, tienen válvulas de seguridad que se accionan para evitar una explosión”, explicó.

Quemar un bien de un tercero se trata de un delito que está tipificado en el artículo 184 del Código Penal, bajo la figura de daño calificado y prevé penas de hasta 4 años de prisión.

Tampoco hay que descartar fallas eléctricas en el auto

Si bien el eje de este informe pasa por el acto delictivo de incendiar automóviles, cuyas principales características son el horario –de madrugada— y el lugar –la vía pública--, es cierto que algunos episodios que tomaron estado público fueron producto de fallas eléctricas del rodado. Para saber más acerca de esa posibilidad, Cristian, electricista del automotor en calle Almafuerte, explicó cómo puede iniciarse el fuego en un vehículo de manera accidental.

“Lo más común es que haya algún cable pelado, el roce por el viento u otro motivo hacen que entre en contacto con una chapa u otro positivo y se produce el cortocircuito, iniciando el fuego. Muchas veces los cables que están cerca del caño de escape se van calentando y se derriten. En los gasoleros, por la temperatura que levantan los motores se suelen romper las vainas de los cables”, explicó.

Al ser el deterioro de la instalación eléctrica un motivo fundamental para que se produzca un siniestro de este tipo, se entiende que los autos más viejos son más propensos a sufrirlos. Pero, aunque resulte llamativo, por culpa de las sofisticadas computadoras incorporadas al tablero, los autos más modernos no se quedan atrás a la hora de suponer riesgos.

“La electricidad en un auto no deja de correr nunca, ni aun estando apagado. Por eso es que un auto puede llevar 2 meses parado y entrar en cortocircuito. El viento movió un cable pelado, entró en roce, estaba cerca de un rastro de aceite –siempre hay una manchita en el motor— y se inició el fuego. En los autos nuevos es más peligroso todavía porque traen computadoras que no se apagan nunca”, agregó el profesional.

Sobre la importancia de prevenir este tipo de accidentes, el especialista recomendó prestar atención y no recurrir a las soluciones fáciles e improvisadas. “A mucha gente tal vez se le quema un fusible y lo reemplaza con un pedazo de alambre o le ata un pedazo de cobre para no comprar uno nuevo. El fusible es de aluminio y está para algo, para evitar que pasen esas cosas”.

“En verano se dan más estos cortocircuitos por culpa del calor. La tierra, el viento y los cambios de temperatura terminan dañando los cables. Por fallas que se iniciaron en el motor he tenido que hacer instalaciones eléctricas completas. A veces el fuego arrasa con todo”, concluyó.E l productor de seguros Luciano del Gobbo explicó las distintas pólizas disponibles que pueden cubrir un hecho de este tipo y dijo que existen tres tipos de cobertura para estos casos: responsabilidad civil con pérdidas totales; terceros completos, y todo riesgo con franquicia.

“Las víctimas de los quemacoches deberán disponer de una cobertura contra incendios. Cuando están protegidas ante una destrucción parcial están aún más amparadas que si disponen de una cobertura de daños totales”, explicó.

Daños totales (incendio, robo, destrucción) cubre únicamente incendio total de la unidad, robo total de la unidad, y destrucción total por accidente. Daños parciales (terceros completos), cubre robo e incendio total y parcial y destrucción total por accidente.

Todo Riesgo, es la única cobertura que cubre daños parciales a la unidad (con o sin franquicia).

“Cuando los restos no superen el 20% del valor de venta al público del vehículo al contado, las compañías tipifican al siniestro como incendio total. Para esta tipificación también se toma en cuenta el valor de la reparación, cuando éste supere el 80% del monto. En caso contrario, es decir, que los restos superen el 20% del valor del automóvil, el incendio será considerado parcial”, dijo.

Agregó que la cláusula del 20% anula la cláusula del 80%, es decir que los restos pueden llegar a valer más del 20% del valor del vehículo, por más que la reparación del mismo supere el 80%.