Bahía Blanca | Domingo, 29 de junio

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Unas cuatrocientas personas buscan a una bahiense en Chubut

Cuando las hipótesis se desvanecen y la tragedia parece volver a nockear a la familia de Juan Toro, bahiense de 65 años, una luz de esperanza aparece y mantiene a flote la confianza de poder hallar sana y salva a su hija Sonia Ester (34), radicada en la provincia de Chubut, de quien nada se sabe desde hace once días.
La casilla donde vivía Sonia fue intencionalmente prendida fuego.


 Cuando las hipótesis se desvanecen y la tragedia parece volver a nockear a la familia de Juan Toro, bahiense de 65 años, una luz de esperanza aparece y mantiene a flote la confianza de poder hallar sana y salva a su hija Sonia Ester (34), radicada en la provincia de Chubut, de quien nada se sabe desde hace once días.


 Unas cuatrocientas personas, al mando del subcomisario Juan José Caligari, participan de la angustiante búsqueda de la mujer en Comodoro Rivadavia, donde junto con sus dos hijas y ex marido, se radicaron a mediados de la década pasada, en procura de hallar nuevos horizontes.


 Los primeros tiempos no fueron fáciles para el matrimonio, comenta Toro, hasta que Sonia y su yerno, Nelson Haag, de 36 años, lograron asentarse y encontrar trabajos con cierta estabilidad.


 La policía comodorense inició la investigación de la desaparición tratando de reconstruir las últimas horas en que la mujer fue vista en perfectas condiciones, en pleno centro de la sureña ciudad.


 Entre las 9.30 y las 10 del lunes 16 de este mes, Toro --quien se dedicaba a vender cosméticos para la firma Mari Kay y recientemente, debido a su buena perfomance, había sido nombrada responsable de una amplia región patagónica-- se encontró sucesivamente con un panadero y con una clienta.


 Unas dos horas más tarde, mediante un llamado telefónico, la policía fue notificada de la aparición de un automóvil incendiado en una cantera, a la altura del kilómetro 8 del camino que conduce a Caleta Córdova, en las afueras de Comodoro Rivadavia.


 Los efectivos que concurrieron al lugar certificaron que se trataba del Ford Galaxi propiedad de Toro y que no había ocupantes en la unidad.


 Casi a la misma hora, las hijas de la mujer --Karen, de 13 años, y Romina, de 8-- comenzaron a llamarla al teléfono celular para interiorizarse si le había ocurrido algo, pues no fueron recogidas, como sucedía periódicamente, en el colegio al que concurren las menores.


 La policía y Nelson Haag, de quien Toro se había distanciado tiempo atrás, se dirigieron a la confortable casilla donde vivía la mujer, en el cordón forestal, pero no la localizaron, a punto tal que encontraron el sitio cerrado por fuera con candado.


 Si bien el ex concubino de la desaparecida le habría sugerido a los uniformados forzar el candado para saber si adentro de la casilla encontraban algún indicio, los preventores habrían preferido dejar todo como lo encontraron, posiblemente para regresar luego.


 Pero "alguien" le ganó de mano a los efectivos, porque durante la madrugada la casilla fue intencionalmente prendida fuego y, según se estableció luego, para originar el foco ígneo, tanto en la casa rodante como en el coche, se emplearon bidones con nafta.


 "Nadie se acuerda cómo estaba vestida, ni siquiera la mayor de sus hijas, porque se cambiaba a cara rato", dijo Toro sobre su hija, quien, a poco de su arribo a Comodoro Rivadavia, se dedicó al reparto de pan y a la venta de alarmas.


 Sonia Toro tuvo otros trabajos que, generalmente, toman los hombres, según contó su progenitor. "En la Base Naval trabajaba en la sección de Fundición, donde empezó de cadete, pasó a empleada y terminó como jefa. Le gustaba lo raro", comentó.


 Nelson Haag, en tanto, ingresó como peón en una firma que explota pozos petroleros en Comodoro Rivadavia y, con el tiempo, quedó como encargado de ese sector.


 Toro se comunicaba telefónicamente a menudo con sus hermanos en nuestro medio y, en la última conversación mantenida, no dejó traslucir que tuviera algún inconveniente.


 "Ella estaba muy entusiasmada con su trabajo; plata no le faltaba; con mucho sacrificio compraron casa y un auto y, desde hace uno o dos años, se separó, pero tenían una muy buena convivencia, a punto tal que venían todos juntos de visita a Bahía Blanca", indicó.


 La familia estuvo a principios de año en nuestra ciudad y, entre otras actividades, concurrieron al Parque Independencia, donde realizaron paseos a caballo.


 La tarde del mismo día en que desapareció, Sonia Toro tenía previsto festejar el cumpleaños a una de sus hijas, motivo por el cual se encontró con el panadero al que le había encargado una torta para el agasajo.

En el lugar. Juan Toro viajó especialmente a Comodoro Rivadavia, acompañado por sus hijos Juan y Omar. Realizó averiguaciones y se entrevistó con el responsable de la investigación, quien le pidió cautela y se comprometió a hacer todo lo humanamente posible para aclarar el caso.




 "Fuimos recabando lo nuestro, pero encontramos lo mismo que la policía", indicó Juan Toro.


 Opinó que la casilla pudo haber sido incendiada con la intención de "borrar huellas" de una eventual pelea, aunque los moradores de las dos viviendas situadas en las inmediaciones no observaron nada sospechoso antes ni después del siniestro, que tuvo desarrollo mientras llovía con intensidad.


 "Con el albañil que vive enfrente, que es quien alertó sobre el incendio, dicen que tuvo un romance, pero son sólo versiones que yo descreo", indicó.


 Los investigadores aguardan los resultados de los rastreos telefónicos que se hicieron desde el celular de la mujer, para determinar las eventuales llamadas entrantes y salientes del aparato.


 Horas antes de su desaparición, la mujer retiró de un banco mil pesos de los 2.400 que tenía allí depositados por la venta de un trailer.


 Juan Toro, según le adelantó a este diario, se comunicará con la Red Solidaria, para tratar de extender la búsqueda al resto del país.

Primer sospechoso. Las primeras sospechas de los investigadores apuntaron contra Nelson Haag, ya que, una semana antes de desaparecer, Sonia Toro denunció a su ex pareja por amenazas.




 Haag, consultado ayer telefónicamente, admitió que fue un "natural" primer sospechoso, pero afirmó que es ajeno al hecho y que es uno de los tantos interesados en que esto se esclarezca.


 El hombre quedó a cargo de las hijas de Toro, de quienes se encontraba acompañado en un comercio comodorense cuando "La Nueva Provincia" lo contactó sobre el mediodía de la víspera.


 "Vinieron peritos de otro lado a investigar el siniestro en la casilla y dicen que están avanzando sobre algo, pero, obviamente, todo eso es parte del secreto de sumario", expresó Haag, quien tiene familiares viviendo en Bahía Blanca y Punta Alta.


 Tras señalar que él mantiene un estrecho contacto con el jefe de la pesquisa y con amigas de su ex pareja, quienes aportaron datos relevantes, consideró que "es todo muy raro, muy preparado; no tengo palabras para describir lo sucedido".


 Indicó que él observó ropas de Toro cuando acudieron con la policía hasta la casilla, aunque los peritos le aseguraron que, en el siniestro, no ardieron prendas de vestir.


 "Eso nos abre un haz de luz como para suponer que puede estar en algún lugar", sintetizó.


 Consultado sobre si cree posible que Toro se pudo haber marchado por propia voluntad, señaló: "No, porque ama a sus hijas y tiene una carrera brillante".


 "Estaba muy bien ella, aunque alguna amiga me dijo que el último tiempo se sentía mal, pero no sabía el motivo", agregó.


FRASE







 "Ella estaba muy entusiasmada con su trabajo; plata no le faltaba; con mucho sacrificio compraron casa y un auto y, desde hace uno o dos años, se separó, pero tenían una muy buena convivencia", dijo Juan Toro.




"Soy inocente, estoy
colaborando con la justicia"












 "Acá hay más de una persona atrás de todo esto, hay que buscarla, encontrarla y determinar por qué pasó", sostuvo Haag.


 El hombre dijo que Sonia Toro "era muy reservada en lo suyo".


 "No sé cuáles eran sus movimientos (previos a una eventual privación ilegítima de la libertad), pero algo tendría que haber; si estaba nerviosa la última semana, una presión había", conjeturó.


 "Soy absolutamente inocente de todo, estoy colaborado con la justicia. Esto estaba preparado como para que el responsable sea yo. No tengo nada que ver con el asunto, pero quiero que se sepa toda la verdad y se limpie mi nombre y, por supuesto, el de ella", añadió.


 Haag calificó de "infierno" el momento que vive.


 "No se lo deseo a nadie; estamos luchando y tenemos fuerza como para sacar esto adelante y descubrir la verdad. Con Juan (Toro, padre de la mujer) recorrimos todo, la casilla y el lugar donde se incendió el auto y es algo que hicieron al menos dos personas", opinó.


 El hombre admitió que tiene una tarea de contención de sus hijas ante el drama que vive la familia.


 "Estoy luchando con ellas; fui denunciado y por eso están mirando de todos lados cómo cuido a mis hijas", concluyó.


FRASE

"Estamos luchando y tenemos fuerza como para sacar esto adelante y descubrir la verdad", expresó Nelson Haag.



Una familia signada por la tragedia

















 Plomero y gasista de cuatro décadas, y apasionado por tocar la guitarra, a los 65 años Juan Toro ni piensa en "colgar la toalla". Empuja con tenacidad para seguir adelante.


 "Yo hago lo que sea para llevarle comida a mi familia: limpio patios o veredas, cualquier cosa", comentó.


 "Soy mamá y papá de Sonia; la crié desde los 8 meses. Ella sabía que yo la bancaba. Una vuelta me llamó y me dijo 'viejo: estamos complicados, no tenemos plata para poner a una empleada (para que cuide a las niñas) ¿porqué no viene alguno de ustedes? ¿Quién fue? Yo fui y me quedé unos días", recordó.


 Toro --afincado en Villa Libre, donde se crió-- perdió a un hijo cuando éste tenía dos años y murió ahogado, y a otro en 2000, cuando fue herido de muerte por un balazo que partió del arma de un compañero suyo, ambos policías de la ex Patrulla Departamental.


 Luis Daniel Toro (25), ascendido post mortem a cabo primero, falleció la madrugada del 1 de mayo de 2000, al recibir un disparo del arma del sargento primero Víctor Hugo Marrubí.


 Ambos efectivos habían llegado en un móvil hasta Chiclana y Cabo Farina, ante un llamado telefónico que alertaba sobre la presencia de un grupo de jóvenes alterando el orden público.


 Los desconocidos se dispersaron al ver a los agentes y, mientras dos de ellos eran identificados, otros tres supuestamente intentaron robar el equipo de comunicaciones del patrullero.


 Los policías advirtieron la maniobra, comenzando los sospechosos a correr en distintas direcciones.


 Marrubí persiguió a Gabriel Alvarez y le dio alcance en un descampado de Cabo Farina, entre Drago y Brown, donde se originó el forcejeo que provocó el disparo del arma de Marrubí y el deceso de Toro, quien llegaba a socorrerlo.


 "Daniel era el centro de todo y, para Sonia, era como un hijo", indicó el progenitor.


 Daniel Toro falleció ocho días antes del alumbramiento de su primer hijo, Franco Daniel.