Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Lavarse las manos

La expresión viene de lejos: ”Es una simple gripe”, dijo Donald Trump. Se lavó las manos y Estados Unidos se saturó de muertos.

Pilatos, prefecto del Imperio Romano, hace dos mil años, se declaró incompetente para Juzgar a Jesus -Mateo 27:24: “No me quiero hacer responsable de la sangre de este justo”- y apeló al “lavabo manis” del Derecho Romano, que llegó a nosotros con jueces que se declaran incompetentes para entender en tal o cual asunto.
Aunque a uno en especial -cuya incompetencia para serlo reveló al tener que dar examen por quinta vez- lo aprobaron para no verlo más. Y hoy administra justicia. Es un decir.
Con el paso del tiempo, “lavarse las manos” equivalió a “no comprometerse”. Ahora, la humanidad jugó a ser Dios y apareció por primera vez una pandemia que abarca todos los países haciendo la faena el virus parásito. Que“replica” -porque no se reproduce- mutando en ”lavarse las manos con agua, jabón, y alcohol”. Obedientes, lo aplicamos. Pero, con sentido peyorativo, la expresión viene de lejos: ”Es una simple gripe”, dijo Trump. Se lavó las manos y EE.UU. se saturó de muertos.
Para Christine Lagarde -la besuqueira de Dujovne- ”tenemos demasiados viejos. Los sistemas previsionales no resisten hacerse cargo”. Un lavarse las manos nada inocente.
En CABA hay cientos de geriátricos y miles de pobres. Para el “colaboracionista” Rodriguez Larreta todo estaba bajo control. Ramona Medina clamaba desesperada desde la Villa 31: “Llevamos  quince días sin agua”. “Geniol” se lavó las manos y la villa de pobres aportó los muertos. Ramona el domingo -como en el 2001 Favaloro- murió por culpa del lavabo manis nada inocente del mismo funcionario. En la cara le explotaron los contagios en los depósitos de viejos -“huérfanos de descendencia”- a los que nadie controló.
En Brasil, el exmilitar Bolsonaro -dado de baja del Ejercito por serias alteraciones mentales- se lava las manos ante el genocidio de los brasileños cuyo numero letal crece exponencialmente y presiona peligrosamente la extensa frontera común.
Esta peste en Argentina tiene a los más pobres en la vanguardia de la pelea. Son las enfermeras con sueldos miserables. Se lavan las manos para con ellas. Como en Malvinas, cuando otras cortaron miembros y se empaparon de sangre patriota en el frente, mientras Menéndez se lavó las manos, y la Junta las descargó “a hurtadillas”, igual que a los soldados, “pueblo en armas”.
Ante el virus letal en el orbe se “refriegan las manos” por el pingue negocio de una vacuna universal. Ante esta “nada en ninguna dirección”, el otrora diezmado CONICET aporta un eficaz, rápido y mas barato kit para diagnóstico del virus. Y a partir de sustancias de compuestos veterinarios, están cerca de un tratamiento eficaz. Otros -también argentinos- a partir de los componentes monoclonales del bahiense premio Nóbel César Milstein, día y noche trabajan para un medicamento curativo del virus “ganándole de mano” al negocio ”calamitoso” que preparan desde sus guaridas numerosos laboratorios internacionales, con Bill Gates a la cabeza.
Poncio Pilatos y su esposa Procula son santos venerados en altares de la Iglesia Ortodoxa griega, abisinia y copto egipcia, pero son otras manos.